?Cu¨¢l es el l¨ªmite?
No me sirve o¨ªr al presidente de la Generalitat hablar de ¡°pobreza estructural¡± y situar la independencia como soluci¨®n
Hace pocos d¨ªas o¨ªa a una trabajadora social explicar algunas de las historias personales y casos con los que se encontraba en su quehacer diario. No se trata de alguien que trabaje en un barrio de los considerados extremos ni en un ayuntamiento especialmente castigado por la crisis. Ella misma estaba sorprendida de que en poco tiempo se hab¨ªa acostumbrado a escuchar narraciones y situaciones que hace s¨®lo cuatro cinco a?os hubiera considerado como disparatadas y horrendas.
Las preguntas que se le planteaban era: ?cu¨¢l es el l¨ªmite?; ?no me estar¨¦ inmunizando ante lo que oigo d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n?; ?no deber¨ªamos reaccionar saliendo del marco de an¨¢lisis y diagn¨®stico en el que nos han situado y que nos obliga a considerar como normal lo que, de hecho, es intolerable? En el fondo, vamos tragando y tragando, y lo hacemos porque, de alguna manera, compartimos con m¨¢s o menos reticencias la excepcionalidad del momento, la imposibilidad de seguir actuando como lo hac¨ªamos. Pero ese an¨¢lisis no puede conducirnos al extremo de considerar como ¡°normal¡± lo que no lo es, lo miremos por donde lo miremos.
El pleno del Parlament de Catalu?a sobre la pobreza es una demostraci¨®n de la mezcla de impotencia y ret¨®rica en la que estamos inmersos. Las entidades del Tercer Sector ven¨ªan presionando para que se celebrara un pleno extraordinario sobre el tema en el que ellas pudieran expresarse. El gobierno prefer¨ªa no complicarse la vida con un tema sobre el que no tiene respuestas y quer¨ªa, adem¨¢s, evitar quedar solo frente a un nutrido grupo de organizaciones de la sociedad civil y encontr¨® en su socio ERC, los apoyos necesarios para reducir la trascendencia del tema. El resto de fuerzas pol¨ªticas quer¨ªan, con mayor o menor convicci¨®n y coherencia, aprovechar la ocasi¨®n para poner en un brete al gobierno. Al final, el resultado de todo ello ha sido un pleno que no ha satisfecho a nadie. Y mientras, la gente que est¨¢ atendiendo a personas y casos cada vez m¨¢s insufribles, va endureciendo su piel o sufre tensiones y sinsabores que no logra dejar sobre la mesa de su trabajo.
No me sirve o¨ªr al Presidente de la Generalitat hablar de ¡°pobreza estructural¡± y a rengl¨®n seguido situar la independencia como soluci¨®n. Seamos un poco m¨¢s serios. Si al final del pleno las ¨²nicas consecuencias que podemos constatar es el alargamiento temporal de la obligaci¨®n de pagar las deudas por ¡°pobreza energ¨¦tica¡±, la posibilidad de pedir las becas comedor a lo largo de todo el curso, y poca cosa m¨¢s, lo que concluiremos es que respondemos con fuegos de artificio a temas que requieren ca?onazos.
Entre los que no trabajan ni logran encontrar trabajo, los que trabajan en condiciones cada vez m¨¢s paup¨¦rrimas, y los que siguen trabajando en condiciones dignas, pero que acumulan cada vez m¨¢s tasas e impuestos (al no conseguir desde el poder que los que m¨¢s tienen sean los que m¨¢s paguen), no hay quien vea horizonte alguno. Y mientras, seguimos jugando con los n¨²meros y el Cabo de Hornos para manipular las percepciones y conseguir llegar al pr¨®ximo fin de semana.
?C¨®mo afrontar este tema que pone en cuesti¨®n la dignidad de las personas y la propia calificaci¨®n moral de nuestra sociedad? Hasta ahora hab¨ªamos confiado en que, esencialmente, los poderes p¨²blicos se ocupaban del tema, con pol¨ªticas de redistribuci¨®n. Ello no imped¨ªa que siguieran funcionando, de muchas maneras distintas, mecanismos de solidaridad, de reciprocidad y de cooperaci¨®n entre familiares, vecinos y ciudadanos. A pesar de que esas corrientes de apoyo mutuo se hayan incluso incrementado, no resultan suficientes, ya que las transferencias entre poderes p¨²blicos y personas en situaci¨®n o en riesgo de exclusi¨®n han tendido o bien a reducirse o han incrementado las barreras de acceso.
Por mucho que doremos la p¨ªldora a las entidades del Tercer Sector no podemos transferir sin m¨¢s la responsabilidad de los derechos sociales a organizaciones que cumpl¨ªan y cumplen labores esenciales, pero a las que no podemos exigirles que garanticen de manera general la dignidad de las personas. Podemos llenarnos la boca de innovaci¨®n y de emprendedur¨ªa social, podemos hablar de smart city y de smart citizens, pero, al final, la cuesti¨®n clave es qui¨¦n decide qu¨¦, con qu¨¦ criterios y c¨®mo se reparten costes y beneficios. Y ese es un tema de poder.
?Estamos dispuestos a que la ciudadan¨ªa y los movimientos y organizaciones sociales, a cambio de que asuman m¨¢s responsabilidades, tengan m¨¢s poder y sean tambi¨¦n co-responsables de decisiones y presupuestos? Dej¨¦monos de monsergas. El tema clave es el control p¨²blico (es decir, de la comunidad, de la ciudadan¨ªa y de las instituciones en que se organizan) de los bienes comunes que son clave para asegurar la subsistencia digna de todos.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica e investigador del IGOP de la UAB.
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