En aquellos d¨ªas gan¨® la democracia
A los diez a?os del 11-M, est¨¢ claro que el PP perdi¨® las elecciones tanto por su torpeza como por sus pol¨ªticas
El Gobierno de Jose Mar¨ªa Aznar del 2000 al 2004 fue uno de los peores que vivi¨® la democracia espa?ola. (Ahora est¨¢ por verse si el de Mariano Rajoy no le supera, que tal como van las cosas no ser¨ªa imposible). Por lo menos eso fue lo que yo sent¨ªa. Una sensaci¨®n de chuler¨ªa gobernante, dada su mayor¨ªa parlamentaria, de mentiras, de subordinaci¨®n total a Busch hijo en pol¨ªtica exterior, de patrioterismo en pol¨ªtica interior, de acoso y derribo del nacionalismo vasco con su estigmatizaci¨®n del PNV como partido desafecto a la causa de la unidad de Espa?a.
Eso sin contar con la comparaci¨®n de PNV con ETA, operaci¨®n de demonizaci¨®n que el entonces ministro de trabajo Manuel Pimentel se apresur¨® valientemente a tildar, con una visi¨®n ¨¦tica y estrat¨¦gica del hacer pol¨ªtico que le honr¨®, de enorme disparate ¡°que pagaremos caro¡±. De su pol¨ªtica econ¨®mica tambi¨¦n habr¨ªa mucho que hablar, insistiendo hasta el hartazgo, entre otros mantras muy de su gusto, en su porfiada entrega al t¨®tem econ¨®mico del momento, el famoso d¨¦ficit cero, que en efecto, se logra en 2003 pero a costa de aumentar el d¨¦ficit social en Espa?a, alejando nuestro Estado del Bienestar del promedio de gasto por habitante del resto de la Uni¨®n Europea.
Desde frases del tipo ¡°el que la hace la paga¡± (que le propin¨® en un vis a vis casual al entonces portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados I?aki Anasagasti, un argumento impropio de un gobernante del siglo XXI), hasta esa lamentable imagen poniendo los pies junto a los de Bush sobre una mesa en su rancho de descanso, todo le daba al personaje una p¨¢tina de estadista de mentirijilla, inspirando cada vez mayor rechazo social. Con la declaraci¨®n de guerra a Irak, el ufano Aznar logra colarse en una foto vergonzosa. Ya no voy a hablar de las exitosas huelgas generales a su pol¨ªtica econ¨®mica, disminuidas por arte de birlibirloque en la televisi¨®n p¨²blica.
La referencia que hago a todo ese nefasto periodo de la pol¨ªtica de Aznar tiene que ver con algunas voces y plumas que se alzaron estos d¨ªas con motivo de la conmemoraci¨®n de los diez a?os de los atentados de Madrid del 11 de marzo del 2004. Y sobre todo, con la poca memoria que se tiene del descontento de la ciudadan¨ªa con el Gobierno de Aznar, un descontento que explot¨® en las siguientes horas al atentado con las retah¨ªlas de mentiras tras mentiras absolutamente programadas para cargarse de razones de Estado y as¨ª revalidar la reelecci¨®n del Partido Popular en el Gobierno con Rajoy como candidato.
Con la declaraci¨®n de guerra a Irak, el ufano Aznar logra colarse en una foto vergonzosa
Ya no solo se sigue manteniendo ahora en sordina la teor¨ªa conspirativa, sino que le¨ª a algunos columnistas sentirse traicionados en su amor a la pol¨ªtica por el hecho de que Rubalcalba, como portavoz del PSOE, no hubiera conminado a sus militantes a abandonar el acoso a la sede del PP en Madrid. E incluso estos mismos columnistas hoy acusan al PSOE de haber instrumentalizado los 199 muertos por el terrorismo isl¨¢mico, para beneficio de su triunfo electoral en aquellas elecciones.
Nadie duda de que ese tr¨¢gico d¨ªa distorsionara las previsiones electorales de los grandes partidos. Hasta unos d¨ªas antes del atentado, las encuestas le daban al PP una victoria sin mayor¨ªa absoluta, algo as¨ª como en torno a los 15 o 20 diputados sobre el PSOE. El PP se amparaba en los buenos resultados de la ocupaci¨®n, con un 11,5% de paro. Y tambi¨¦n sacaba pecho con lo que entonces ellos llamaban, sin sonrojarse, nula corrupci¨®n. Pero sobre esas elecciones, d¨ªas antes del atentado, sobrevolaba un 40% de indecisos, incluso hasta se lleg¨® a hablar, una semana antes de las elecciones, de un empate t¨¦cnico entre PP y PSOE. Sin olvidar que en las elecciones municipales del 2003, el PSOE, aunque por d¨¦cimas, se hab¨ªa impuesto sobre el PP.
Entre ese porcentaje de indecisos que cit¨¦ m¨¢s arriba, hab¨ªa una mayor¨ªa de j¨®venes que dieron su voto a Zapatero (si no por qu¨¦ le iban a rogar, el mismo d¨ªa del triunfo socialista, que no les defraudara): pes¨® en ello el desastre ecol¨®gico del Prestige, estaban muy presentes las mendaces intervenciones del ministro Trillo sobre el accidente del Yak-42. Y, sobre todo, las grandes mentiras y medias verdades sobre el 11-M.
El mismo d¨ªa de las elecciones, el candidato derrotado, Mariano Rajoy, dijo que el PP se iba con la tranquilidad del trabajo bien hecho y ¡°con las cuentas claras¡±. Ni el trabajo estuvo bien hecho, fundamentalmente por eso perdieron las elecciones, ni las cuentas, seg¨²n sabemos ahora tras el caso B¨¢rcenas, fueron todo lo claras que debieron ser.
A diez a?os de esa trist¨ªsima jornada, todo nos indica que la democracia no fue derrotada. Ni hay razones que justifiquen ninguna decepci¨®n. En Espa?a, la democracia ese d¨ªa puso a cada uno en su sitio. El d¨ªa del triunfo de PSOE se vivi¨® como una liberaci¨®n, incluso entre los que no los votaron. Como el adi¨®s y para siempre al ogro de una pesadilla que dur¨® cuatro a?os. Hoy, eso s¨ª, extra?o en el PP a alguien como el valiente exministro Pimentel, enmend¨¢ndole la plana a la se?ora Camacho, cuando con absoluta desfachatez acus¨® no hace mucho al independentismo catal¨¢n de recordarle a ETA.
J. Ernesto Ayala-Dip es escritor.
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