Cuando la meseta era sabana
Los f¨®siles de Somosaguas dan cada a?o 400 muestras del periodo del Mioceno, finalizado hace cinco millones de a?os, que ayudan a reconstruir el ecosistema de la capital
"Fue de casualidad", cuenta Carolina Sala, responsable del programa divulgativo de los yacimientos?paleontol¨®gicos de Somosaguas, en Pozuelo de Alarc¨®n. Un estudiante que descansaba en la campi?a que hay junto a una facultad encontr¨® hace 16 a?os una esquirla de hueso. Lo examin¨® y lo llevo a la Universidad Complutense de Madrid. All¨ª constataron que se trataba de un f¨®sil del periodo del Mioceno ¡ªla cuarta era geol¨®gica, comenz¨® hace 23 millones de a?os y finaliz¨® hace unos cinco millones¡ª. Entonces, empezaron las exploraciones.
El proceso es complejo y delicado. Empieza con una partici¨®n del terreno a examinar en cuadr¨ªculas de unos 50 cent¨ªmetros. Cada zona se trabaja exhaustivamente y de forma individual. Cuando se localiza un f¨®sil, hay que medirlo, analizar su posici¨®n y el sedimento que lo protege. Y todo, antes de extraerlo. Despu¨¦s, la labor es de limpieza, clasificaci¨®n y consolidaci¨®n. La fragilidad de las muestras exige que se las trate con una resina que les otorga la resistencia que han perdido por la humedad y la erosi¨®n.
El an¨¢lisis molecular de un diente indica si llov¨ªa o si las temperaturas estaban al alza
La superficie escarbada desde 1998 apenas tiene unos 200 metros cuadrados. El ¨¢rea susceptible de albergar f¨®siles, m¨¢s de 5.000. Trabajan con circunspecci¨®n: cada campa?a ¡ªsolo realizan una al a?o¡ª, dura 15 d¨ªas y se extraen unas 400 muestras. En 10 a?os han recuperado m¨¢s de 2.000 piezas. La de este a?o ser¨¢ en mayo e incluye una jornada de puertas abiertas para que curiosos y expertos presencien las labores y participen en la experiencia.
Manuel Hern¨¢ndez, compa?ero de Sala, forma parte del equipo investigador de Somosaguas desde hace 13 a?os. El paleoec¨®logo, tambi¨¦n profesor en la Universidad Complutense, reconstruye a trav¨¦s del estudio de los f¨®siles los ecosistemas de cada era geol¨®gica. ¡°Cuando identificamos las especies podemos compararlas en diferentes yacimientos y saber si ha habido cambios en el clima¡±, explica Hern¨¢ndez frente a una muela de unos 10 millones de a?os cuyo tama?o y peso exige sujetarla con ambas manos.
El profesor reflexiona sobre la gran concentraci¨®n de residuos org¨¢nicos existentes en un espacio tan reducido. Las zonas de depresi¨®n suelen concentrar animales que van en busca del agua que se almacena en su concavidad. ¡°Muchos tienden a morir en zonas cercanas a las lagunas, sobre todo en ¨¦pocas de sequ¨ªa¡±, comenta el experto. Los restos animales son arrastrados por los torrentes de lluvia hacia la sima, as¨ª quedan agrupadas una variada gama de especies, que van desde peque?¨ªsimos roedores hasta macromam¨ªferos. ¡°Cuanto antes sean cubiertos por los sedimentos, mejor se conservar¨¢n sus restos¡±, apunta.
Los f¨®siles de los animales ¡ªde mastodonte juvenil, de Anchiterium (caballo de baja estatura), etc¨¦tera¡ª? van dando claves de las caracter¨ªsticas medioambientales de un lugar en un periodo concreto. Pero no es el ¨²nico m¨¦todo. Los is¨®topos, compuestos qu¨ªmicos presentes en cualquier elemento, cambian seg¨²n el entorno. El an¨¢lisis molecular de un diente puede indicarnos si llov¨ªa mucho o si las temperaturas estaban al alza.
Cada especie es propia de un ecosistema y a trav¨¦s de ellas se conocen las caracter¨ªsticas medioambientales de un lugar en un periodo concreto. Pero no es el ¨²nico m¨¦todo. Los is¨®topos, compuestos qu¨ªmicos presentes en cualquier elemento, cambian seg¨²n el entorno. El an¨¢lisis molecular de un diente puede indicarnos si llov¨ªa mucho o si las temperaturas estaban al alza.
¡°En Somosaguas los f¨®siles dan muestra de un cambio clim¨¢tico fuerte, los primeros indicios de glaciaci¨®n en la Ant¨¢rtida, el pistoletazo de salida del enfriamiento global con una bajada de hasta 15 grados¡±, expone el profesor. As¨ª de exhaustivo puede ser el resultado de los an¨¢lisis.
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