Pl¨¢cido Domingo reconvertido
La versi¨®n ofrecida por Evelino Pid¨° se limit¨® a conjuntar sin meterse en demasiadas honduras
Varios factores, algunos intr¨ªnsecos a la obra y otros relativos a su interpretaci¨®n, enmarcan la reposici¨®n del Simon Boccanegra producido en 2007 por el Palau de les Arts. En primer lugar, el fallecimiento reciente de Claudio Abbado, que ha potenciado el recuerdo de la inconmensurable versi¨®n que dio de esta obra en 1971, con un reparto tambi¨¦n tremendo (Capuccilli, Freni, Ghiaurov, etc). La escenograf¨ªa corresponde en los dos casos a Ezio Frigerio, aunque difieren bastante la milanesa y la valenciana. Aqu¨ª, con direcci¨®n de Llu¨ªs Pasqual, dos elementos proporcionan las coordenadas principales: el mar, silencioso, tranquilo y con una enso?adora reverberaci¨®n, y la oscuridad, que pone en escena la soledad, la incertidumbre, la traici¨®n, la rivalidad y la muerte. En medio, las voces tambi¨¦n oscuras de Boccanegra, Paolo y Fiesco (dos bar¨ªtonos y un bajo), figuras que integran el n¨²cleo m¨¢s consistente del drama. El personaje de Gabriele Adorno, encomendado a un tenor, resulta mucho m¨¢s esquem¨¢tico, aunque vocalmente sea lucidor, y parece pertenecer a un universo distinto. La otra voz aguda es la de Amelia (soprano), que sirve de nexo entre ambos mundos. Con Amelia, adem¨¢s, se introduce otro de los temas recurrentes en Verdi: el amor paterno.
Simon Boccanegra
De Giuseppe Verdi. Solistas: Pl¨¢cido Domingo, Guanqun Yu, Vitali Kovaliov, Ivan Magr¨¬, Gevorg Hakobyan y Sergu¨¦i Artamonov. Coro y Orquesta de la Comunidad valenciana, Direcci¨®n musical: Evelino Pid¨°. Direcci¨®n esc¨¦nica: Llu¨ªs Pasqual. Palau de les Arts. Valencia, 27 de marzo de 2014.
Claudio Abbado, en la producci¨®n mencionada que luego se llev¨® al disco, se encarg¨® de desvelar bien los infinitos matices que hay en esta partitura, no s¨®lo para las voces, sino tambi¨¦n en el acompa?amiento orquestal. Fue a partir de su interpretaci¨®n cuando Simon Boccanegra empez¨® a resituarse (en la versi¨®n de 1881) entre el grupo m¨¢s selecto de ¨®peras de Verdi. Sin embargo, buena parte de esa riqueza qued¨® fuera en la versi¨®n ofrecida por Evelino Pid¨°, quien se limit¨® a conjuntar sin meterse en demasiadas honduras.
Vitali Kovaliov hizo un Fiesco cre¨ªble y sentido, tanto en A te l¡¯estremo addio (una de las pocas arias que hay en esta ¨®pera) como en los d¨²os con Boccanegra, tan dif¨ªciles de decir sin caer en topicazos. El instrumento de Hakobyan (Paolo) result¨® algo agreste y menos atractivo. Ivan Magr¨¬ encarn¨® a Adorno con una voz potente y luminosa, pero con poca capacidad para regular el caudal de la voz. Algo similar le sucedi¨® a la Amelia de Guanqun Yu, que pareci¨® algo primaria a pesar de un volumen espectacular. Por ¨²ltimo, el gran Pl¨¢cido Domingo, con un buen pu?ado de notas todav¨ªa brillantes, y sin asomo de le?osidad a sus 73 a?os. Sin embargo -ya se ha comentado muchas veces- Domingo no es un bar¨ªtono, sino un tenor que, por la edad, ha perdido los agudos. Por eso se echa en falta la oscuridad de timbre y la turgencia en los graves que requieren roles como el del corsario Boccanegra. Eso s¨ª, a ¨¦l no se le olvid¨® colorear el canto ni hacer medias voces cuando la m¨²sica lo pide, derrochando expresi¨®n en los d¨²os con Amelia y con Fiesco.
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