Un mes de pesadilla entre narcos
Los dos detenidos por la carga de 1,4 toneladas de coca¨ªna en un cami¨®n del Rally Dakar rememoran sus vivencias tras salir de la c¨¢rcel de Francia en la que ingresaron
Xavi Mora (Llavaneres, Barcelona; 41 a?os) tiene un taller de instalaciones el¨¦ctricas con cuatro trabajadores a su cargo; est¨¢ casado y es padre de dos ni?os de cuatro y ocho a?os. Jordi Ba?eres (Canet de Mar, Barcelona; 38 a?os) es mec¨¢nico y posee un taller en el que trabaja su mujer en tareas de administraci¨®n. Tambi¨¦n tiene dos hijos: uno de seis a?os y otro de 12. Ambos han redefinido su concepto de libertad. Han pasado 37 d¨ªas presos, la mayor¨ªa de ellos en la c¨¢rcel de Lille (Francia), acusados de un delito de narcotr¨¢fico. El s¨¢bado de la semana pasada volvieron a casa. Est¨¢n libres. Sin fianza. Y sin cargos. Pero han vivido una pesadilla que no olvidar¨¢n.
La polic¨ªa francesa ¡ªque ten¨ªa un chivatazo¡ª los detuvo el pasado 20 de febrero cuando transportaban 1,4 toneladas de coca¨ªna desde el puerto de Le Havre. El precio del alijo (la mayor cantidad aprehendida en la Francia metropolitana) hubiera alcanzado los 270 millones de euros. Ambos afirman desconocer qu¨¦ hac¨ªa toda aquella droga all¨ª, c¨®mo, cu¨¢ndo y qui¨¦n pudo camuflarla en los neum¨¢ticos situados en la parte superior del cami¨®n log¨ªstico del equipo Epsilon, un hist¨®rico del Rally Dakar.
Mora y Ba?eres, dos apasionados de los rallies, hab¨ªan participado en la prueba con el equipo Epsilon. Conduc¨ªan y trabajaban en ese mismo cami¨®n con el que fueron detenidos. Regresaron a casa al terminar la carrera, tras depositar el veh¨ªculo en un parque cerrado en Valpara¨ªso (Chile) y entregar las llaves a los organizadores del rally. Estos llevaron, cinco d¨ªas despu¨¦s, el cami¨®n hasta el puerto para meterlo en un barco de vuelta a Europa. Un mes m¨¢s tarde fueron avisados de que la nave hab¨ªa arribado a Francia. Cogieron la furgoneta de Jordi Ba?eres y, junto con otros siete compa?eros de equipo, viajaron hasta Le Havre para recoger los camiones del Epsilon Team. Pero ellos dos no volvieron a casa al d¨ªa siguiente.
No saben qu¨¦ hac¨ªa toda esa
A la detenci¨®n de ambos se sumar¨ªa la del propietario del equipo, David Oliveras, a quien la polic¨ªa espa?ola arrest¨® en su casa de Cardedeu (Barcelona). Tambi¨¦n fueron detenidos en Bulgaria los hermanos Mirchev, considerados los cabecillas de la trama. Oliveras, extraditado, ya est¨¢ en Lille, en la misma c¨¢rcel en la que Mora y Ba?eres pasaron m¨¢s de un mes. Est¨¢ imputado pero desconoce los cargos, seg¨²n su portavoz. Y debe prestar declaraci¨®n ante el juez en los pr¨®ximos d¨ªas.
La pesadilla de Xavi y Jordi comenz¨® en una estaci¨®n de servicio el jueves, 20 de enero, unos minutos despu¨¦s de las cuatro de la tarde. ¡°Llev¨¢bamos cinco horas y 450 kil¨®metros recorridos¡±, recuerda Jordi. ¡°Paramos a poner gasolina, nos ¨ªbamos a comer un bocata y a seguir conduciendo¡±, relata Xavi, que iba al volante del cami¨®n; Jordi llevaba la furgoneta. ¡°De repente, aparecieron unas 10 personas armadas hasta arriba, nos redujeron. Pensaba que nos atracaban. Y cuando me pusieron las esposas, respir¨¦. ¡®Menos mal, es la polic¨ªa, ser¨¢ un malentendido¡¯, pens¨¦. Solo nos dijeron una palabra en espa?ol: drogas. Nos metieron en dos veh¨ªculos separados y nos llevaron a Nanterre, a la oficina central antidroga¡±.
El martirio sigui¨® en unos calabozos sin ventanas y con una luz constante que les hizo perder la noci¨®n del tiempo. Estaban separados entre s¨ª e incomunicados, como lo estar¨ªan tambi¨¦n en la c¨¢rcel hasta pasado casi un mes y a pesar de que el juez hab¨ªa autorizado las llamadas y las visitas. Solo salieron para los interrogatorios, que fueron muchos, intimidatorios y agresivos. Y despu¨¦s de 48 horas volvieron a verse las caras. Su versi¨®n de los hechos era id¨¦ntica. As¨ª que les juntaron en el mismo calabozo hasta que al lunes siguiente declararon ante el juez y este dict¨® su ingreso provisional en prisi¨®n.
David Oliveras, el due?o del equipo Epsilon ha sido extraditado a Francia y est¨¢ imputado en el caso
En Lille, donde cumplen sentencia los enjuiciados por narcotr¨¢fico, descubrieron c¨®mo es la prisi¨®n: un sitio ruidoso, ¡°un gallinero por el d¨ªa¡±, dice Xavi, ¡°como un pueblo de Sudam¨¦rica en un d¨ªa de fiesta mayor por la noche¡±, dice Jordi; muy peligroso, donde se piensa mucho y se duerme poco. Al principio, lo aprendieron solos. Tras despojarles de todas sus pertenencias y hacerles un carn¨¦ que todav¨ªa conservan en sus carteras, les metieron en una celda ¡°bastante limpia¡±, con ropa de cama, un plato y unos cubiertos, pues la comida se serv¨ªa (¡°bueno, abr¨ªan la puerta y nos la tiraban en el suelo¡±, puntualiza Xavi) en cada c¨¢mara. ¡°Era una celda de adaptaci¨®n, una semana despu¨¦s pasamos a compartir con otros internos y las celdas cambiaron de aspecto¡±, cuenta Jordi. Y, tambi¨¦n, empez¨® el miedo, contin¨²a el m¨¢s joven, a quien le toc¨® dormir en un colch¨®n en el suelo y compartir habitaci¨®n con otros dos tipos, politoxic¨®manos: ¡°Uno de ellos se convirti¨® en mi mejor amigo, daba miedo, pero era el que me defend¨ªa del otro, que era muy violento¡±. En todo ese tiempo apenas se vieron un par de veces, uno desde en el patio y el otro a trav¨¦s de los barrotes de la ventana de su celda. ¡°Parec¨ªamos Romeo y Julieta¡±, bromean.
No han perdido el sentido del humor. Empezaron a recuperarlo a la tercera semana, cuando, por fin, atendieron sus peticiones y les juntaron en una misma celda. Hab¨ªan salido poco al patio (pod¨ªan hacerlo una hora por la ma?ana y otra por la tarde), pero decidieron no hacerlo m¨¢s: ¡°Hab¨ªa peleas muy bestias y ning¨²n funcionario¡±. Y establecieron una rutina: desayuno, limpieza, deporte, ducha y a observar el patio desde la ventana: ¡°Les sacamos mote a todos¡±, dicen. Porque los cuatro libros en espa?ol que encontraron en la biblioteca se los leyeron en un d¨ªa.
De repente, un viernes a las siete de la tarde, tras la cena, cinco semanas despu¨¦s de ser detenidos, el interfono de la celda son¨®: ¡°Solo entendimos la palabra libert¨¦¡±. Eran libres. Se dieron un abrazo. Recogieron sus cosas. Dejaron la celda todav¨ªa m¨¢s limpia y salieron con sus pertenencias en una bolsa de pl¨¢stico. Les recogi¨® su abogado y les llev¨® a un hotel de Par¨ªs. ¡°Solo quer¨ªamos ducharnos. No dormimos. Pasamos la noche paseando. A las cuatro de la ma?ana est¨¢bamos enfrente de la catedral de Notre-Dame¡±. Al d¨ªa siguiente un avi¨®n les trajo de vuelta a Barcelona. Llegaron a sus respectivos pueblos, esos en los que se han celebrado concentraciones cada jueves a las siete de la tarde. Desear¨ªan que el juicio se celebrara ya. Y que Oliveras fuera tambi¨¦n inocente y quedara en libertad. No lo saben. Como tampoco saben ni qui¨¦n ni c¨®mo les hizo pasar un mes entre narcos. Lo que s¨ª tienen claro es que quieren volver al Dakar.
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