Jungla entre el asfalto
Madrid es una ciudad de gran biodiversidad en la que cohabitan animales de distintas especies La Casa Encendida organiza safaris urbanos para conocer de cerca estos animales
Madrid, sabemos, est¨¢ lleno de bichos. Pero, aparte del vecino malicioso, el carterista, el pol¨ªtico corrupto, el taxista que te da rodeos o el polic¨ªa excesivo, hay otros bichos, bichos no humanos infiltrados en el reino de hormig¨®n y de cristal que creemos que es la ciudad. Vivimos en un ecosistema que compartimos con otras especies animales, solo hay que fijarse. ¡°Es preciso levantar la vista del smartphone o de los escaparates¡±, dice el naturalista Luis Miguel Dom¨ªnguez, ¡°y m¨¢s que mirar, hay que aprender a ver. En la tierra y en el cielo¡±.
La capital es una ciudad de una gran biodiversidad. Hay mirlos y grajillas, gorriones, murci¨¦lagos, insectos curiosos, salamanquesas y otro tipo de reptiles. Entre otras cosas, ¡°en invierno, en Conde de Casal, hay un dormidero de lavanderas blancas, unos p¨¢jaros muy bonitos. Entran 5.000 en un ¨¢rbol en solo diez minutos¡±, dice el naturalista, ¡°o una mariposa sudafricana que nos trae locos, el taladro del geranio: llega a tu casa, deja una larva entre tus flores que las taladra y las destroza¡±.
Los vertederos, con tan mala prensa, tambi¨¦n tienen su lado bueno: han ayudado mucho a las gaviotas reidoras o a las cig¨¹e?as blancas. ¡°El hombre es un animal muy desorganizado¡±, explica el experto, ¡°y la ciudad, lejos de estar hecha a nuestra medida, se nos ha ido de las manos. Estos animales saben aprovecharse de eso¡±. El r¨ªo Manzanares, tambi¨¦n, es un hervidero de fauna desde tiempos prehist¨®ricos (los mastodontes campaban a sus anchas) y atrae especialmente a las aves migratorias.
Luis Miguel Dom¨ªnguez, un hombre de verbo envolvente y vasta sabidur¨ªa natural, que tal vez conozcan por su amplia trayectoria en programas y documentales televisivos, lidera los safaris urbanos mensuales que organiza La Casa Encendida. El pasado mi¨¦rcoles se celebr¨® uno que transcurri¨® por la Casa de Campo. Una veintena de ciudadanos, j¨®venes y ancianos, profanos o aficionados pertrechados con prism¨¢ticos y gu¨ªas de aves, se reunieron para adentrarse en ese territorio casi salvaje adyacente a la urbe.
¡ª ?Y qu¨¦ vamos a ver hoy?
¡ª No tengo ni la m¨¢s remota idea ¡ªdice Dom¨ªnguez¡ª. Podemos ver mucho o puede que no veamos nada. Pero en la Casa de Campo siempre est¨¢n ocurriendo cosas. Y esto es un safari.
As¨ª que, cual Charles Darwin surcando el planeta a bordo de Beagle, nos adentramos, con los ojos bien abiertos, en la extra?a naturaleza.
Visitas de un d¨ªa por 25 euros
La Casa Encendida organiza safaris urbanos mensuales en los que
el naturalista Luis Miguel Dom¨ªnguez nos muestra las especies animales que son nuestras vecinas. Zorros, liebres, grajillas, ¨¢nades, cotorras, gaviotas, cangrejos, tortugas o el hermoso mart¨ªn pescador puede ser vistas en estos paseos. Las pr¨®ximas ediciones transcurrir¨¢n por las Hoces del r¨ªo Dulce (el 17 de mayo) y el Parque Nacional de Guadarrama (el 7?de junio), donde, si tienen un buen d¨ªa, nos esperan el buitre leonado, el corzo, el jabal¨ª, el ¨¢guila perdiguera o el halc¨®n peregrino. Estas visitas de d¨ªa completo costar¨¢n 25 euros. En septiembre se retomar¨¢n los safaris gratuitos por los aleda?os de la ciudad. M¨¢s informaci¨®n en www.lacasaencendida.es
Pero esto es llegar y besar el santo: nada m¨¢s entrar, aparecen los primeros espec¨ªmenes. Dos cotorras argentinas de pecho gris que, al lado de una encina, disfrutan de la soleada ma?ana. ¡°Es una especie invasora que ha llegado por culpa nuestra, de cuando en El Rastro se compraban cotorras por cuatro duros¡±, dice Dom¨ªnguez. ¡°En estos momentos forma parte de nuestra ornitofauna y ya est¨¢ en muchos tratados por derecho propio¡±. Esos animales se comen brotes de los ¨¢rboles, polluelos, insectos y no tienen depredador natural, pero son un problema controlable.
Un poco m¨¢s adelante nos topamos con un diente de le¨®n. Nuestro gu¨ªa nos hace fijarnos en la alta tecnolog¨ªa que utiliza la naturaleza para esparcir sus semillas. Esto es pura biotecnolog¨ªa. ¡°La NASA y los cient¨ªficos se fijan mucho en la naturaleza¡±, explica. ¡°Por ejemplo, los guantes de los astronautas, que utilizan para coger sus instrumentos, est¨¢n inspirado en la palma de la pata de la salamanquesa, en donde crean un campo electromagn¨¦tico que le permite escalar paredes verticales¡±. Luego, todos soplamos a una los vilanos del diente de le¨®n. Solo uno queda en su sitio: no se cumplir¨¢ el deseo.
Alguien avista en la lejan¨ªa una farola muy alta con algo raro encima. Prism¨¢tico mediante resolvemos que es un nido de cig¨¹e?as. ¡°La obra de Madrid R¨ªo est¨¢ muy bien, porque es devolver el Manzanares a los madrile?os¡±, apostilla Dom¨ªnguez, ¡°pero est¨¢ pensada como un parque para los humanos y no para los animales. Este es el resultado: las cig¨¹e?as no pueden anidar. Yo lo hubiera recuperado de la misma manera en la que Goya lo pintaba en sus cuadros, como un bosque galer¨ªa donde pudieran vivir los animales y uno pudiera ir con su mantel y su tortilla¡±.
Ojo, que tambi¨¦n hay biodiversidad humana en la Casa de Campo: equipados ciclistas a toda velocidad, jubilados paseantes, esforzados corredores y hasta una joven de aspecto punk, con cresta amarilla, piercings y tatuajes, que abraza a un ¨¢rbol con a saber qu¨¦ objetivos tel¨²ricos y energ¨¦ticos. Dentro del agujero de un ¨¢lamo que parece muerto, pero que no lo est¨¢ y que est¨¢ a punto de florecer, encontramos el escondite de un zorro. Huele fuerte: debi¨® pasar la noche aqu¨ª. Media c¨¢scara de huevo de paloma torcaz aparece perfectamente quebrada, como en los dibujos animados. Y nos enteramos de que todas las aves nacen con una protuberancia llamada diamante en el pico que les sirve de abrelatas para salir del huevo. Luego la pierden. Otro ejemplo de biotecnolog¨ªa de vanguardia.
Y al llegar al puente de la Culebra, sobre el arroyo Meaques, de barandillas onduladas que dise?¨® Sabatini para que los carros de la plebe no se colasen en el coto real que era este campo, vemos al rey de la fiesta: el mart¨ªn pescador. ¡°Tenemos suerte, es muy dif¨ªcil de ver¡±, dice el naturalista. ¡°Yo lo film¨¦ hace diez a?os en este mismo sitio¡±. Con su vientre naranja y sus alas azules, muy elegante, espera al borde del r¨ªo para sumergirse a por sus presas subacu¨¢ticas. Por all¨ª nadan tambi¨¦n ¨¢nades reales y pollas de agua. Vemos muchas m¨¢s cosas en nuestro recorrido, pero el paseo, de unas dos horas, llega ya a su fin.
¡°La biodiversidad de Madrid destaca la ciudad frente a otros lugares¡±, explica Dom¨ªnguez. ¡°El Ayuntamiento tiene que asumir esto y mostrarlo al ciudadano como un valor m¨¢s de la ciudad. Ser¨¢ un problema en la medida en la que lo niegue¡±. La Casa de Campo, m¨¢s que un parque un bosque mediterr¨¢neo en toda regla, con todo su valor ecol¨®gico, es a¨²n una gran desconocida para el madrile?o, que, seg¨²n el naturalista, ¡°vive de espaldas a ella¡±.
Las pr¨®ximas aventuras transcurrir¨¢n un poco m¨¢s lejos. Ser¨¢n visitas de todo un d¨ªa a las Hoces del r¨ªo Dulce y al Parque Nacional de Guadarrama, rincones donde el legendario F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente rod¨® algunos programas de El hombre y la tierra. All¨ª viven el buitre leonado, los corzos, el ¨¢guila perdicera, el halc¨®n peregrino, los jabal¨ªes¡ Todo depende que tengan un buen d¨ªa y se dejen ver por los urbanitas.
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