Generalitat CF
El palco del Valencia CF siempre fue el mejor escaparate del PP, incluso cuando la Generalitat estuvo gobernada por el PSPV
El patibulario episodio del intento de secuestro de un exdirectivo del Valencia CF por otro para cobrar una deuda insatisfecha, siendo material de sucesos, sobrexcede las p¨¢ginas de deportes por los vasos comunicantes que el club mantiene (m¨¢s que con la pol¨ªtica) con los intereses de la derecha vern¨¢cula. Pese a que no se puede establecer una identificaci¨®n absoluta entre lo uno y lo otro, a menudo, se requerir¨ªa la destreza del doctor Cavadas para delimitar a cuchillo d¨®nde empieza y d¨®nde acaba lo uno y lo otro. Es cierto, como siempre se consigna, que el Valencia CF prest¨® grandes servicios durante la transici¨®n a una derecha franquista carnicera que se puso la piel de cordero para liderar la resistencia a una artificiosa amenaza externa catalana, pero el maridaje, como la pervivencia cultivada de esa fruct¨ªfera paranoia, no se detuvo ah¨ª.
El palco del Valencia CF siempre fue el mejor escaparate del PP, incluso cuando la Generalitat estuvo gobernada por los socialistas. Por eso no extra?aba que el todav¨ªa candidato Eduardo Zaplana dispusiera de mejor ubicaci¨®n en ese goloso aposento que los miembros del Consell presentes. Y ah¨ª, sobre la imagen deportiva m¨¢s resplandeciente del equipo, se fue fortificando el v¨ªnculo y el intercambio de flujos hasta conformar la perversi¨®n (vitaminizada por el extinto Canal 9) de que se trataba de una misma emoci¨®n y sentimiento. La llegada de Juan Soler a la presidencia del Valencia CF se produjo como resultado de esa promiscua correspondencia de la mano de Francisco Camps, quien, persuadido de que la ¨¦pica que alimentaba Mestalla era la misma que conduc¨ªa a la c¨²spide del Palau de la Generalitat y viceversa, intervino en el club para imprimirle un rumbo hist¨®rico que no es otro que el que ha llevado al Valencia (la Generalitat ya iba hacia ah¨ª) a la calamitosa situaci¨®n en que se encuentra.
Aquel d¨ªa en el que Camps quiso escribir en may¨²sculas la historia del club derribando los tabiques entre la entidad y la Administraci¨®n (y entre la pol¨ªtica y la promoci¨®n urban¨ªstica) se inici¨® un relato con ¨ªnfulas hom¨¦ricas que ha terminado convertido en un informe de la polic¨ªa, con varios imputados por sus intenciones truculentas hacia una v¨ªctima cuya inocencia es poco menos que m¨®dica. En el desarrollo de los desprop¨®sitos que nutren esa trama se inserta una catastr¨®fica operaci¨®n urban¨ªstica de sucesivos pelotazos impunes con los solares del actual y futuro estadios y ciudades deportivas.
Sin olvidar el aval del Instituto Valenciano de Finanzas a la Fundaci¨®n del Valencia CF (81 millones) para evitar que empeorara la pifia cuando las cosas se pon¨ªan feas y una inversora fantasma (con la intermediaci¨®n de Vicente Soriano) se hiciera con la propiedad del club tras la venta de las acciones de Soler, lo cual se ha convertido en otra bola financiera encadenada a los pies una Generalitat que no puede cubrir el coste de servicios esenciales, como sanidad y educaci¨®n, sin la aportaci¨®n de fondos de rescate adicionales del Gobierno central.
Incluso ahora, cuando por las consecuencias de ese lastre Alberto Fabra parece que trata de poner distancia entre el Valencia CF y la Generalitat desautorizando el coqueteo de Alfonso Rus con la presidencia del club, el PP sigue utiliz¨¢ndolo como burladero para evadir su responsabilidad en ese disparate. Ah¨ª est¨¢ el vicepresidente Jos¨¦ Ciscar escondi¨¦ndose tras la epopeya cuando se le pregunta por un asunto que le concierne y dice que se queda con el 5-0 del Valencia al Basilea.
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