El amor m¨¢s desinteresado

Lope de Vega tiene una mir¨ªada de comedias nada conocidas, magn¨ªficas algunas, inspiradas en temas tan insospechados como la vida de Buda, el pacto de Fausto, las tribulaciones de emperadores griegos, romanos y godos, la conquista del arc¨¢dico territorio guanche y de las Am¨¦ricas (y el trato dispensado a sus ind¨ªgenas), las peripecias de Dimitri I, El Impostor, ef¨ªmero zar de Rusia¡­ Antes de lanzarse a producir nuevos montajes de las archirrepresentadas obras de Shakespeare, todo productor interesado en los cl¨¢sicos deber¨ªa de aventurarse por la vasta terra incognita del F¨¦nix, pues los parajes v¨ªrgenes son m¨¢s amenos y dan m¨¢s de s¨ª que los caminos trillados. Como atajo (la producci¨®n de Lope multiplica la del Bardo por nueve y est¨¢ descatalogada en su mayor¨ªa), puede utilizarse la gu¨ªa Ochocientas comedias del Siglo de Oro, donde David Castillejo da cuenta somera del asunto y del n¨²mero de personajes de cada pieza, aunque la clasificaci¨®n que de ellas hace por calidades sea discutible.

Orillada injustamente, La cortes¨ªa de Espa?a es una comedia de celos vibrante, divertida y con fondo filos¨®fico, sobre los amores no consumados entre Lucrecia, joven genovesa a la que Claudio, tortuoso Yago, aparta de su esposo (haci¨¦ndole creer a ella que su marido desea matarla para tener segundas nupcias, y a ¨¦l, que Lucrecia se fug¨® con otro), y don Juan de Silva, toledano cuyo apellido y condici¨®n nobles hacen que se sienta obligado a servir a Lucrecia en todo sin demandar nada y a pasar por alto la pasi¨®n que ambos sienten a primera vista. En la relaci¨®n que se va fraguando en la pareja sobrevenida durante su viaje de G¨¦nova a Toledo (mientras el esposo de Lucrecia recorre varias ciudades europeas en su busca, Barcelona incluida: ¡°La primera ciudad de Espa?a¡±, dice Lope por boca de Don Juan), late una pulsi¨®n sexual intensa, que los actores de esta Joven Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico transmiten en cada respiraci¨®n y en el recitado de unos versos cristalinos en los que el F¨¦nix hace musical apolog¨ªa del amor, pero en los que tambi¨¦n ironiza sobre el imperativo moral que impide a don Juan materializar su deseo y sobre el t¨®pico proceder dramat¨²rgico que lleva al emparejamiento feliz de los protagonistas al final de tantas comedias.

Natalia Huarte hace de Lucrecia una joven encantadora, resuelta, vehemente y fascinada por el desinteresado proceder de su anhelante gal¨¢n, que, encarnado por Francesco Carril, se debate sutilmente entre su naturaleza reflexiva y la determinaci¨®n con que se ve obligado a actuar. No menos afinado, el Zorrilla de ?lvaro de Juan, gracioso muy serio: un hidalgo metido a criado (porque acometer mil empresas b¨¦licas con dinero prestado llev¨® a Espa?a y a su familia a la ruina), que expresa llanamente lo que los dem¨¢s callan. Estupendo tambi¨¦n, el resto del elenco; certera, la versi¨®n de Laila Ripoll, y clara, fluida y amen¨ªsima, la puesta en escena del catal¨¢n Josep Maria Mestres, que no pod¨ªa haber debutado con m¨¢s fortuna en el cl¨¢sico espa?ol.