Mas se queda sin programa
Ante la inviabilidad de la consulta, CiU no tiene otra opci¨®n que insistir en la v¨ªa ya rechazada o cerrar la legislatura
Por lo que se ha visto, era ingenuo esperar que el Gobierno de Mariano Rajoy aprovechase la oportunidad que le brindaba el debate del d¨ªa 8 en el Congreso de los Diputados para encauzar la cuesti¨®n catalana. El Rey lo hab¨ªa sugerido en su discurso anual de diciembre, el ¨²nico que no le escribe el Gobierno de turno. El Tribunal Constitucional lo suger¨ªa en marzo. Un debate parlamentario es una excelente ocasi¨®n para la transacci¨®n. Te cambio esa pregunta por esta otra. U otras mil f¨®rmulas que a los pol¨ªticos se les ocurren cuando quieren.
El debate y lo sucedido despu¨¦s han mostrado que Rajoy, su Gobierno y su partido se sienten muy c¨®modos interpretando el papel que representan en esta coyuntura: el de defensores de la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola, patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles, frente a algunas minor¨ªas descarriadas que pretenden romperla. Para un partido que pretende encarnar el nacionalismo espa?ol conservador, un debate como este es un regalo. Otra cosa es lo que pueda terminar ocurriendo a medio o largo plazo con la cuesti¨®n catalana, si sigue como est¨¢. Pero a seis o siete semanas de unas elecciones, el largo plazo no cuenta.
El debate y lo sucedido despu¨¦s han mostrado que Rajoy, su Gobierno y su partido se sienten muy c¨®modos interpretando el papel de defensores de la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola?frente a algunas minor¨ªas descarriadas
El hecho de que a la ma?ana siguiente el PP diera a conocer el nombre del designado para encabezar su candidatura para las elecciones europeas del 25 de mayo confirm¨® lo que de todos modos cab¨ªa concluir del desarrollo del debate: la larga e intensa sesi¨®n fue concebida por el Gobierno y el PP como el lanzamiento del gran cohete con el que empieza toda buena campa?a electoral. Un buen petardazo para llamar la atenci¨®n de su electorado. O para distraerle de otras cosas que inevitablemente tienen que tener algo escamados a sus votantes, como el incumplimiento de las alegres promesas en materia econ¨®mica con que lleg¨® al Gobierno. O el paro que no baja. O los ecos, por lo menos, del esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n irregular del PP.
El desarrollo del debate permiti¨® comprobar, por si hac¨ªa falta, que en el otro lado, el de la coalici¨®n formada por el presidente catal¨¢n Artur Mas en torno a la consulta, no se esperaba, ni se ped¨ªa, ninguna negociaci¨®n. Es verdad que, como suele ocurrir en las coaliciones, cada miembro puso su acento particular. Lo que sin embargo, marc¨® el tono para todos fue la vehemente identificaci¨®n entre la consulta a la ciudadan¨ªa para la que se ped¨ªa la facultad al Congreso y el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n que hizo la diputada de ERC, Marta Rovira, que es la secretaria general del partido. Aunque, en sus t¨¦rminos, eso no era lo que figuraba en la propuesta formal que se votaba. Esta identificaci¨®n de la consulta con la autodeterminaci¨®n era el mejor regalo que en este debate pod¨ªan esperar no solo Rajoy y el PP, tambi¨¦n Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y el PSOE.
Pero no por esperada una derrota lo es menos. Y un cierto ambiente de impotencia se detecta desde el 8 de abril entre la coalici¨®n pro-consulta. Parece como si la materializaci¨®n del no haya sido interiorizada como que este ser¨¢ tambi¨¦n el final de cuantos pasos se quiera dar para llevarla a cabo, sea por la v¨ªa que fuere. Por lo tanto, lo que se plantea es ir, de nuevo, a unas elecciones anticipadas. No porque le convengan a Artur Mas y a CiU, obviamente, sino porque ahora est¨¢ m¨¢s claro para todas las partes que el camino que se est¨¢ recorriendo no tiene salida. O, mejor dicho, no tiene salida airosa. Nunca la tuvo y lo que recoge es lo mismo que recoger¨¢ si sigue en ella. El movimiento independentista puede seguir con sus campa?as, y es lo que est¨¢ haciendo. Pero otra cosa es un Gobierno. El Gobierno de Artur Mas se ha quedado sin programa, salvo que repetir la jugada se considere como tal.
No por esperada una derrota lo es menos. Y un cierto ambiente de impotencia se detecta desde el 8 de abril entre la coalici¨®n pro-consulta
Uno de los agarraderos que tiene a mano es, parad¨®jicamente, el que ofrece el PSOE: renunciar a toda consulta al electorado catal¨¢n que quepa identificar como refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, a cambio de entrar de lleno en una reforma constitucional del modelo territorial. El PP ya ha dicho que no la quiere, por lo que en realidad no hay caso mientras la relaci¨®n de fuerzas parlamentaria sea la que es. Esperar a que cambie lleva a 2016, pero la expectativa de un hundimiento electoral del PP que lo convierta en irrelevante es ilusoria.
Adem¨¢s, no es solo el PP. Es que esta oferta no despierta inter¨¦s en Catalu?a porque no entra en lo que, a estas alturas, es el meollo del problema: las garant¨ªas de reconocimiento nacional una vez que se ha instalado la idea de que el logrado en 1978 es hoy insuficiente. Por mucho que se disimule, no es un federalismo pensado para Catalu?a sino para que Andaluc¨ªa lo acepte. Es l¨®gico e imprescindible que as¨ª sea, claro. Pero un federalismo pensado para Catalu?a comenzar¨ªa por esas garant¨ªas. Si los socialistas quieren ofrecer una salida real a la cuesti¨®n catalana deber¨ªan entrar por ah¨ª. Si esta v¨ªa estuviera abierta, incluso ser¨ªa una tabla de salvaci¨®n para Mas. Pero est¨¢ cerrada.
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