Memoria para una nueva Rep¨²blica
La ruptura democr¨¢tica para combatir la situaci¨®n pasa por recuperar la dignidad y el poder de la ciudadan¨ªa
La semana pasada se conmemoraba el 83 aniversario de la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica Espa?ola. El 14 de abril de 1931 fue una explosi¨®n de j¨²bilo. La poblaci¨®n espa?ola votaba en las elecciones municipales, y aunque no se dio una mayor¨ªa republicana en todos los municipios, s¨ª que ganaron en las principales ciudades del Estado. En ese momento, la ciudadan¨ªa intuy¨® que podr¨ªa ser el principio de una nueva vida, de una nueva manera de sentirse libres, de acabar con el poder de los de siempre, de no tener que vivir sometidos por el yugo de la moral cat¨®lica, de salir de la miseria y de vivir dignamente.
En la actualidad, vivimos en una sociedad sin ilusi¨®n, resignada y dominada por los de siempre (los ricos, los bancos y la iglesia). Sabemos que nos est¨¢n empobreciendo, que tendremos que luchar como nunca para recuperar lo que nos han robado a golpe de austeridad. Para hacer frente a esta situaci¨®n necesitamos dotarnos de un objetivo que nos ilusione, que nos de fuerza para cambiar este sistema creador de desigualdades y esta sociedad malherida. Pienso firmemente que el horizonte es la Rep¨²blica.
Ser¨ªa un error afirmar que la situaci¨®n de 1931 es la misma que la actual, pero s¨ª que hay algunos elementos que, salvando las distancias, son parecidos. Tampoco vayan ustedes a pensar que al proclamar la Rep¨²blica los problemas se habr¨ªan terminado, no voy a caer en la misma tentaci¨®n que algunos voceros del proceso catal¨¢n que creen que con la independencia volveremos a atar los perros con longanizas (a¨²n no tengo claro cuando hicimos tal barbaridad). No es eso, estoy hablando de ilusiones fuertemente enraizadas en la raz¨®n. Ser¨ªa como un volver a nacer pol¨ªticamente.
Espa?a es el segundo pa¨ªs de la OCDE con m¨¢s desigualdades sociales; de las diez regiones Europeas que ostentan la tasa de paro m¨¢s elevado, siete son espa?olas; la tasa de pobreza infantil est¨¢ cerca del 30%. Algunos viven en la miseria, como en los a?os 30 del siglo pasado, mientras otros, unos pocos, viven en la opulencia.
La Iglesia cat¨®lica tiene el mismo poder que antes de la II Rep¨²blica. Mantiene un Concordato firmado por Franco con prerrogativas econ¨®micas, educativas y de privilegio, reforzadas por la moral cat¨®lica de la que se impregna el gobierno central. ?Ustedes creen que es normal que un Gobierno y su Ministro de Interior se dediquen a poner medallas al m¨¦rito a im¨¢genes de v¨ªrgenes? No pasar¨ªa ni en el Macondo del malogrado Garc¨ªa M¨¢rquez. No es realismo m¨¢gico: es pesadilla real.
No se trata de nostalgia, sino de transformaciones sociales reales. Para las mujeres, el advenimiento de la Rep¨²blica les supuso, poco a poco, pasar de ser sumisas a ser ciudadanas de pleno derecho. Ten¨ªan derecho a voto, consiguieron el divorcio y el matrimonio civil, la coeducaci¨®n se impuso en el sistema educativo, el acceso al trabajo y a la esfera p¨²blica fue una batalla que empezaron a librar y en la Catalu?a de la Guerra Civil hasta se legisl¨® el derecho al aborto bajo el ¡°razonamiento sentimental o ¨¦tico: la maternidad no deseada por motivos de orden emotivo o amoroso¡±. Ochenta a?os despu¨¦s, el gobierno actual, presionado por la Iglesia Cat¨®lica, ha impuesto su moral y ha decidido que el cuerpo y la decisi¨®n de las mujeres les pertenecen, como a principios del siglo pasado y como en el fascismo franquista.
Llevamos casi 40 a?os con la misma Constituci¨®n, con una monarqu¨ªa que no solo no hemos votado sino que nos vino impuesta por Franco. Una monarqu¨ªa que pol¨ªticamente no aporta nada, hace el rid¨ªculo y algunos miembros son presuntamente corruptos. ?C¨®mo podemos afirmar que vivimos en una democracia cuando no podemos votar al Jefe del Estado? En 1931 lo tuvieron claro, en las municipales de abril se dirim¨ªa si Rep¨²blica o Monarqu¨ªa y ya saben que decidi¨® el pueblo.
La cuesti¨®n no es acabar con la monarqu¨ªa, que tambi¨¦n, sino acabar con un sistema de relaciones sociales, econ¨®micas, religiosas, financieras y culturales de dominio que subsisten en nuestra sociedad, a veces de manera inercial, y que oprimen sobre todo a las clases populares.
Si recuerdan, en 1931 pes¨® la idea de que todas las fuerzas progresistas deb¨ªan unirse para derrocar la monarqu¨ªa; en 1933 no lo hicieron y ganaron las derechas, abriendo un gobierno que dur¨® dos a?os al que se denomin¨® el Bienio Negro, b¨¢sicamente por el intento violento por parte de los poderosos de la derecha de querer recuperar lo ganado por el pueblo. Se volvieron a unir en 1936 y ganaron.
Ahora, ochenta a?os despu¨¦s, las clases populares pierden todo lo conquistado en los a?os 80 y 90 del siglo pasado, las derechas nos est¨¢n arrebatando las libertades, los derechos sociales, las mejoras laborales. La ruptura democr¨¢tica necesaria para combatir esta situaci¨®n de empobrecimiento pasa por volver a recuperar la dignidad y el poder de la ciudadan¨ªa. Vamos, juntos, a por la III? Rep¨²blica.
Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.
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