En la Pascua florida
?Cu¨¢ntos ciudadanos que fueron una ricura en su ni?ez acabaron votando a Zaplana, a Camps, apoyando a Alberto Fabra?
Nada m¨¢s inexpugnable en esta vida que el paso del tiempo recogido en calendarios, as¨ª que a los dos o tres a?os de vida el ni?o, el valenciano al menos, ya sabe que despu¨¦s de Navidad llegan las Fallas y poco despu¨¦s Semana Santa, un periodo que a su manera anuncia el tiempo de verano (aunque pocos a?os despu¨¦s muchos ni?os no entiendan c¨®mo es posible que el Ni?o Jes¨²s nazca en navidades para morir de mala manera en abril, lo que tampoco les inquieta demasiado porque adivinan que resucitar¨¢ en cosa de pocos d¨ªas, lo que pronto les pone en la pista de los sucesos tan milagrosos como incomprensibles).
En las celebraciones marineras de la santa semana en nuestra ciudad han podido verse fotos, para los que no siguieron la fiesta en directo, de una cofrad¨ªa desfilando por la orilla misma de la playa de la Malva-rosa, con su Cristo yacente y vestido con lo m¨ªnimo (ay, la muda desnudez del Cristo fallecido), abri¨¦ndose paso entre los cuerpos tambi¨¦n casi desnudos pero algo m¨¢s relajados, tomando el sol con alegr¨ªa y ese desparpajo de quien se lo est¨¢ pasando bien ofreciendo su relajo sobre la arena a la estupenda brisa del mar. Es una imagen en la que se percibe c¨®mo los cofrades ojean a los ba?istas tendidos con una mirada entre la reconvenci¨®n y la admiraci¨®n, mientras que para las amantes del bikini se trataba m¨¢s bien de una enlutada procesi¨®n acaso fuera de lugar. En esa imagen tambi¨¦n respira por derecho propio esa insuficiencia de calendario que, ajena a los matices como acostumbra, parece desde?ar tambi¨¦n que cada cual vive como mejor puede incluso en fechas muy se?aladas, y nos llevar¨ªa a una reflexi¨®n sobre el tiempo recobrado que ser¨ªa demasiado largo exponer aqu¨ª.
Cosa distinta es el calendario pol¨ªtico, del que los ni?os sabr¨¢n poca cosa hasta que cumplan su mayor¨ªa de edad (otra man¨ªa del calendario, ?o es que no se legisla tambi¨¦n para los ni?os?) y que, para su fortuna, no es mucho lo que alcanzan a saber o a entender del entramado que ya gu¨ªa tanto el presente como el futuro de su vida. As¨ª que el ni?o acudir¨¢ a un colegio del Opus, m¨¢s o menos, si sus padres son de obediencia cat¨®lica con posibles, o ir¨¢ a un colegio p¨²blico si sus padres no disponen de los medios suficientes para otra cosa o si consideran que es lo mejor para sus descendientes. No es el ni?o el que elige su educaci¨®n, al menos no en primaria, como tampoco ha elegido nacer y debe su existencia por lo com¨²n a un espermatozoide m¨¢s listo que sus compa?eros.
As¨ª las cosas, da cierta pena pensar que antes o despu¨¦s el ni?o caer¨¢ en manos de los pol¨ªticos, esto es, se har¨¢ mayor y tendr¨¢ que elegir a sus representantes en un pasillo oscuro del que ignora sus triqui?uelas, sus embustes, su oprobio, su acendrada disposici¨®n al latrocinio. ?Cu¨¢ntos ciudadanos que fueron una ricura en su ni?ez acabaron votando a Zaplana, a Camps, apoyando a Alberto Fabra? ?Cu¨¢ntas hermosuras risue?as se han deteriorado para siempre aceptando o promoviendo sobornos, chanchullos, secuestros, palizas y silencios culpables?
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