Una evocadora noche de arte cl¨¢sico
El English National Ballet lleva 'El Corsario' a los Teatros del Canal
Fue una bonita y evocadora noche de buen ballet de las que aqu¨ª, en Madrid, son excepci¨®n. Hay muchas maneras de hacer hoy danza acad¨¦mica con respeto por las tradiciones, y esta es una. La compa?¨ªa no es perfecta, eso se sabe siempre en ballet, pero se nota, y mucho, un serio trabajo de coordinaci¨®n, empaste y b¨²squeda de un todo arm¨®nico, aunque rechine un poco cierto histrionismo actoral por aquello de desempolvar el producto.
En septiembre de 2006 en el Teatro Real de Madrid vimos El Corsario del Ballet Mariinski de San Petersburgo y hace dos a?os repiti¨® t¨ªtulo en el Liceo de Barcelona (versi¨®n de Piotr Gusev); despu¨¦s vino al Teatro Campoamor de Oviedo en abril de 2011 El Corsario de Yuri Grigorovich con su compa?¨ªa de Krasnodar. Por su parte, el English National Ballet (ENB) no actuaba en Madrid desde abril de 2006 cuando trajeron al Real un irregular Lago de los cisnes. Esta vez dejan en el Canal mejor sabor e impresi¨®n.
Dec¨ªa Mario Praz (el autor de?La casa de la vida) que una pintura antigua necesita un marco adecuado, mucho mejor si es de ¨¦poca, que as¨ª no se corr¨ªa el riesgo chocante del experimento entre cornisa y contenido. Una pintura es obra est¨¢tica, y con un ballet esto no se puede hacer. Hay que asumir el factor riesgo, aunque entendiendo que una pieza de ballet acad¨¦mico es un hecho art¨ªstico donde convive la actualidad de los int¨¦rpretes con la materia propiamente cl¨¢sica, heredada y recompuesta. En el ENB dirigido por Tamara Rojo hay un contagioso entusiasmo, eso se ve. La versi¨®n de Holmes tramita sobre la de Sergueyev y cose distintos planos; es esa especie de?patchwork del ENB mejor que las anteriores que hizo en Boston y Nueva York, m¨¢s compacta. Entre los hombres, brill¨® Vadim Muntagirov y el baile de Tamara simplemente no necesita m¨¢s elogio que el decir: baila mejor, hoy salta mejor, act¨²a con gusto y da a la ejecuci¨®n un toque lujoso, un acento de aplomo y respiraci¨®n, exquisita en ciertos pasajes y con un sutil perfume de divismo que hace so?ar. La orquesta, en su modestia (y en su nerviosismo: esta partitura se las trae en cuanto estilo) empez¨® sin tino, pero despu¨¦s cogi¨® brecha; Sutherland hizo su labor y en el gran adagio del segundo acto atin¨®.
En cuanto al trabajo de Holmes con El jard¨ªn animado, cuadro ideado por Petipa en 1899 aprovechando el motivo (Pas de freurs) precedente de Mazilier con m¨²sica de Delibes, resulta lo menos feliz de su recreaci¨®n y esto sucede por razones t¨¦cnicas y est¨¦ticas: la dr¨¢stica reducci¨®n a la mitad del n¨²mero de elementos y un miedo planim¨¦trico, alejando la acci¨®n hacia el fondo. La salva la propia Tamara, la decoraci¨®n, los vestidos y la iluminaci¨®n.
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