Cultivar nuestro jard¨ªn
Una de las grandes v¨ªctimas del proceso independentista ser¨¢ la credibilidad de los medios que controla la Generalitat
Hace un poco m¨¢s de una d¨¦cada cuando el presidente Aznar, en un acto cuya oscuridad todav¨ªa no ha alcanzado a disiparse, se acababa de asociar con George Bush y Toni Blair en la guerra de Irak, sobrevino un periodo de escandalosa parcialidad en los noticiarios de televisi¨®n. Una parcialidad que encarnaba el tristemente c¨¦lebre Urdaci, desde Televisi¨®n Espa?ola, pero que se extend¨ªa a casi todas las cadenas. La consigna era matizar, o de plano ocultar, el desastre permanente que signific¨® aquella incursi¨®n b¨¦lica de la que Espa?a, cuando menos en esp¨ªritu, era protagonista.
Pero en Catalu?a por fortuna ten¨ªamos los noticiarios de TV-3 y de Catalunya R¨¤dio, dos opciones que, comparadas con lo que hab¨ªa alrededor, eran bastante imparciales y objetivas a la hora de contarnos lo que suced¨ªa en Irak, y lo mismo pasaba con las noticias dom¨¦sticas y, sobre todo, con las tertulias, donde reinaba una sana pluralidad y un discurso responsable, casi siempre atornillado con datos comprobables; eran tertulias muy civilizadas, incluso elegantes, que estaban muy lejos de el desagradable griter¨ªo que provocan las tertulias en otras latitudes. Esta era cuando menos la percepci¨®n que yo ten¨ªa entonces. Ven¨ªa de una larga estancia en Irlanda y de otra, todav¨ªa m¨¢s larga, en M¨¦xico, as¨ª que se trataba de una percepci¨®n, digamos, fresca, no contaminada por la costumbre de o¨ªr durante a?os la misma estaci¨®n de radio.
En los a?os noventa un grupo mexicano de radiodifusores en el que yo, por razones que no viene al caso explicar, ten¨ªa cierta opini¨®n, tuvo varios meses en observaci¨®n a Catalunya R¨¤dio; el proyecto era montar en M¨¦xico un noticiario nacional, distinto de lo que hab¨ªa entonces y, sobre todo, un noticiario con credibilidad, un elemento fundamental en aquel pa¨ªs donde todos los medios electr¨®nicos de comunicaci¨®n pertenecen a tres o cuatro familias, todas comprometidas con el Gobierno que otorga las concesiones para explotar una frecuencia de radio, es decir, con muy poco margen para la objetividad. Durante varias reuniones en la Ciudad de M¨¦xico, en el cuartel general de aquel grupo radiof¨®nico, estudiamos, entre otras radiodifusoras, el modelo de Catalunya R¨¤dio para aplicarlo al proyecto que muy poco tiempo despu¨¦s ech¨® a andar con unos niveles de credibilidad, y un ¨¦xito, considerables.
A la luz de esto que acabo de contar, me parece que una de las grandes v¨ªctimas del proceso independentista, sea cual sea el final de esta historia, ser¨¢ la credibilidad de los medios que controla la Generalitat, y de los otros medios que se han casado con la propaganda sistem¨¢tica del proceso. Aquellos noticiarios, que hasta hace poco eran un oasis dentro del panorama noticioso espa?ol, han desaparecido; los conductores, algunos de ellos extraordinarios, han optado por militar en lugar de informar, y las tertulias han perdido aquella pluralidad ejemplar que las distingu¨ªa. Ahora tenemos debates en donde todos los tertulianos est¨¢n de acuerdo, en donde el objetivo parece ser descalificar a coro al enemigo com¨²n. Y con las entrevistas pasa lo mismo, cuando el entrevistado duda, o est¨¢ en contra del proyecto independentista, el entrevistador intenta, a toda costa, que cambie de opini¨®n, que acepte que se equivoca y que comulgue con las ideas del proceso.
El discurso unidireccional de estos medios genera un eco en la calle, en las mesas de los restaurantes, en la comida del domingo
Va a ser muy dif¨ªcil recuperar aquella credibilidad ejemplar que ten¨ªan y que hace a?os era un referente internacional, una p¨¦rdida que a m¨ª me parece lamentable, aunque entiendo que habr¨¢ quien piense que eso, el creer en lo que te dicen sistem¨¢ticamente y sin descanso esas voces en la radio, es precisamente la credibilidad. Adem¨¢s el discurso unidireccional de estos medios genera un eco en la calle, en las mesas de los restaurantes, en la comida del domingo: Barcelona, aquella ciudad abierta, cosmopolita y plural, est¨¢ tomada hoy por la grisalla de ese discurso monocorde. Otra p¨¦rdida lamentable.
Bertrand Russell escribe en uno de sus muy le¨ªdos ensayos sobre el poder una idea que bien puede aplicarse a estos medios que hoy, m¨¢s que informar, adoctrinan: ¡°Las doctrinas que son utilizadas demasiado intensamente son transitorias en sus efectos¡±. Tanta parcialidad en los noticiarios y en las tertulias, tanta propaganda, no solamente afecta a la credibilidad del medio, tambi¨¦n puede ser que termine generando un efecto contrario a ese que con tanta intensidad se busca, y que, como el proceso va para largo, termine por aburrir a la audiencia y nos haga a todos voltear para otro lado.
Russell, al final de este agudo ensayo, propone un desenlace, que en su ¨¦poca ten¨ªa otro casting pero que hoy queda como un aviso pertinente: ¡°La victoria final no pertenecer¨ªa a ninguno de los dos, sino a aquellos que se encojan de hombros y que digan, como C¨¢ndido: ¡®Cela est bien dit, mais il faut cultiver notre jardin'. El l¨ªmite ¨²ltimo del poder de las doctrinas est¨¢ marcado por el tedio, la pereza y el deseo de tranquilidad¡±.
Jordi Soler es escritor. (@jsolerescritor)
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