Liderazgo y dignidad
Ada Colau y Ester Quintana han mostrado, con un elevado coste personal, c¨®mo hacer frente a la arrogancia del poder
Dos mujeres decididas, valientes y con los pies bien anclados en la realidad, nos han brindado esta semana la oportunidad de adentrarnos en dos cuestiones sobre los que resulta estimulante reflexionar: Ada Colau sobre las fortalezas y debilidades del liderazgo medi¨¢tico, y Ester Quintana, sobre la dignidad como arma frente a la prepotencia del poder.
Despu¨¦s de haber levantado con otros activistas el movimiento de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Ada Colau acaba de anunciar que deja de ser su portavoz. Que seguir¨¢ trabajando por la causa, pero desde un segundo plano. En los 5 a?os en los que ha sido la cara visible, la voz y el alma de la lucha de los desahuciados contra el intocable sistema bancario y su protectora ley hipotecaria ha demostrado una capacidad extraordinaria para caracterizar y poner al descubierto las verdaderas relaciones de fuerza y dominio que se esconden tras los eufemismos del discurso pol¨ªtico.
La clarividente radicalidad de sus postulados la ha convertido en un referente moral y c¨ªvico de las muchas mareas que en estos a?os de crisis se han alzado contra las pol¨ªticas de austeridad que ponen en jaque nuestro d¨¦bil Estado de bienestar. Precisamente por eso, para los poderes interpelados Ada Colau era poco menos que el demonio mismo. Percib¨ªan con desasosiego que era portadora de un mensaje profundamente perturbador: el de que los humillados y ofendidos ¡ªen este caso por una injusta ley hipotecaria y un gobierno sordo y ciego a lo que no quiere ver ni o¨ªr¡ª pueden en su fragilidad reunir fuerza suficiente si se reconocen a s¨ª mismos como sujetos de la historia y no solo como meras v¨ªctimas. Que si se unen, muchas debilidades pueden dar lugar a una gran fortaleza. Y que pueden llegar a cambiar las reglas del juego si, como dice en su carta de despedida, son capaces de dotarse de mecanismos de autotutela.
La simpat¨ªa que el movimiento despert¨® llev¨® r¨¢pidamente a los poderes interpelados a arbitrar medidas lampedusianas de cambio, es decir, peque?os retoques en la legislaci¨®n que hicieran algo m¨¢s llevadera la situaci¨®n de los desahuciados pero en absoluto alteraran las reglas del juego que aseguran el poder absoluto del prestamista, como hubiera sido aceptar una f¨®rmula eficaz de daci¨®n en pago. Como la maniobra no disolvi¨® las plataformas, emprendieron entonces el acoso medi¨¢tico de su principal representante. Y ah¨ª es donde Ada Colau percibi¨® acertadamente el peligro. Recibi¨® amenazas, fue ridiculizada, se?alada, insultada por todos los medios posibles, en una especie de escrache inverso en forma de vocer¨ªo medi¨¢tico. La situaci¨®n estaba llegando a ese lamentable punto en que el l¨ªder cuestionado tiene que dedicar m¨¢s energ¨ªas a zafarse de sus cazadores que a la lucha que da sentido a su figura p¨²blica.
Aparte del alto coste emocional que supone estar en la diana, el riesgo de quedar chamuscada por la presi¨®n de los focos era evidente. El liderazgo medi¨¢tico se rige por unos tiempos tan r¨¢pidos y cambiantes, tan intensos, que en su fuerza llevan a veces el germen de la propia destrucci¨®n. Ada ha hecho lo que aconseja la sabidur¨ªa popular: tan importante es saber dar un paso al frente, como saberse retirar. Pero en este caso, solo de los flashes y las c¨¢maras, porque quienes la conocen saben que su apuesta es de largo recorrido y que est¨¢ teorizando y ensayando nuevas formas de empoderamiento basados en el reconocimiento y ayuda mutua.
Tambi¨¦n Ester Quintana ha sufrido las dentelladas de un poder arrogante que reaccion¨® al fastidioso incordio de su ojo perdido neg¨¢ndole lo m¨¢s importante: el reconocimiento. Neg¨¢ndole su condici¨®n de v¨ªctima. No solo fue ninguneada sino tambi¨¦n humillada por el entonces consejero de Interior Felip Puig cuando lleg¨® a sugerir que hab¨ªa perdido el ojo por ¡°alg¨²n objeto¡± lanzado por ¡°v¨¢ndalos¡± que, como ella, hab¨ªan participado en la manifestaci¨®n de la huelga general, aquel 14N de 2012.
Ella insisti¨® siempre, con serena firmeza, en su versi¨®n mientras el consejero ten¨ªa que cambiar hasta cinco veces la suya a medida que testimonios, v¨ªdeos y fotograf¨ªas iban desmintiendo los sucesivos relatos, expuestos siempre con prepotente distancia y ausencia de cualquier humanidad hacia quien les interpelaba desde el sufrimiento. Ah¨ª resid¨ªa su debilidad. Lo peor para los responsables policiales result¨® ser algo inatacable por intangible, que cualquiera pod¨ªa captar con solo ver y escuchar el v¨ªdeo que Ester Quintana grab¨® explicando lo que le hab¨ªa sucedido. Ese intangible era, sin embargo, algo tan s¨®lido como el acero: la dignidad.
Ahora el juez ha dado la raz¨®n a Ester Quintana al afirmar en su auto que las lesiones por las que perdi¨® el ojo y ha tenido que sufrir ya 12 operaciones, fueron ocasionadas por una pelota de goma lanzada por el agente imputado. Es decir que se dispararon balas de goma all¨ª donde seg¨²n el consejero Puig, primero no hab¨ªa polic¨ªas, luego s¨ª los hab¨ªa pero no dispararon, y luego s¨ª dispararon, pero solo salvas. Finalmente las balas de goma han sido proscritas, pero ser¨¢ dif¨ªcil que el cuerpo de los Mossos d'Esquadra recupere ning¨²n prestigio si sus mandos no son capaces de demostrar que les importa la verdad y que son capaces de recuperar el control interno del cuerpo. A¨²n les queda una oportunidad de mostrar dignidad: dimitir.
@MilagrosPrezOli
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