Desigual cierre de temporada de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia
La formaci¨®n interpreta una brillante versi¨®n del Concierto de Viol¨ªn de John Adams y otra atropellada de la Quinta de Beethoven
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia celebr¨® ayer bajo la direcci¨®n de Olari Elts su ¨²ltimo concierto de abono de los viernes. En la primera parte del programa, dos obras del estadounidense John Adams (Worcester, Massachusetts, 15.02.1947): Short ride in a fast machine y su Concierto para viol¨ªn y orquesta, este con Ilya Gringolts como solista. Ambas obras eran interpretadas por primera vez por a OSG, frente a la programada como segunda parte, la tantas veces interpretada Sinfon¨ªa n? 5 en do menor, op. 67 de Beethoven. Un valor seguro cara a la reacci¨®n final del p¨²blico: ah¨ª Beethoven puede con todo y siempre se supera el riesgo que conlleva la facilidad de comparaci¨®n con tantas versiones anteriores escuchadas en concierto y no digamos en grabaci¨®n.
La alegre pieza inicial de Adams, de enorme dificultad de ejecuci¨®n, tuvo una brillante intepretaci¨®n a partir del pulso firmemente marcado por Jos¨¦ Belmonte, alrededor del cual la enorme variedad de ritmos de la pieza fue integr¨¢ndose, tambi¨¦n con un brillante color orquestal, como los engranajes de una maquinaria de relojer¨ªa. Luego, Gringolts hizo una interpretaci¨®n de gran altura t¨¦cnica y musical del Concierto para viol¨ªn, con un precioso sonido desde los primeros compases de su movimiento inicial, = 78, en el que, alzando su vuelo sobre los primeros y ondulantes sonidos de la orquesta, va ganando en brillantez a medida que la esta crece en intensidad sonora y r¨ªtmica. Fue precioso el di¨¢logo con la flauta de Juan Ib¨¢?ez que se contin¨²a en la cadenza del viol¨ªn, delicada y por momentos saltarina. Esta fue doblemente interrumpida en su final por dos llamadas de m¨®viles: una con la versi¨®n telef¨®nica del pasodoble En er mundo y otra con el caracter¨ªstico silbido de los productos de una marca coreana.
El movimiento central, Chaconne: Body trough which the dream flows (Chacona: Cuerpo a trav¨¦s del cual fluye el sue?o) fue un precioso remanso de paz, con Gringolts en un momento de gran inspiraci¨®n y una Sinf¨®nica en plenitud de belleza sonora en la que se escucharon preciosos solos ¨Cotra vez destac¨® la flauta de Ib¨¢?ez y, junto a ¨¦l, la trompa de David Bushnell con eco en la de Amy Schimmelman y, justo antes del delicado final del movimiento, la marimba de Alejandro Sanz- el gran sonido de todas sus secciones, especialmente de cuerdas y maderas y el lejano color de los sintetizadores de Alicia Gonz¨¢lez Permuy y Vera Pavlova.
Fue como la honda inspiraci¨®n de aire necesaria para atacar con el necesario vigor todo el vistuosismo que Adams requiera a solista y orquesta en Toccare. Aqu¨ª, las agilidades de la mano izquierda y la dureza de ataques de arco del viol¨ªn se correspondieron con la creciente complicaci¨®n r¨ªtmica para orquesta y solista en un continuo crescendo ambiental que condujo al brillant¨ªsimo final de una gran ejecuci¨®n de la obra. Gringolts ofreci¨® como propina una soberbia versi¨®n del Capricho op. 1 n? 16 de Paganini
El programa, adem¨¢s de su gran contraste de estilos, tuvo una interpretaci¨®n bien desigual. Si en la primera parte las obras de Adams fueron ejecutadas con precisi¨®n, se podr¨ªa decir que la Quinta lo fue sin piedad, en el m¨¢s duro sentido de ambos t¨¦rminos. La aparici¨®n de la edici¨®n cr¨ªtica de las sinfon¨ªas de Beethoven de la editorial B?renreiter ha dado el fruto de unas versiones m¨¢s ajustadas a los manuscritos beethovenianos originales, con menor densidad orquestal y tempi m¨¢s ligeros. Pero, igual que no es lo mismo lentitud que falta de tensi¨®n expresiva ¨Cde lo que los asiduos a los conciertos de esta orquesta hen tenido tantos ejemplos-, tampoco se debe confundir rapidez con atropello.
Y la versi¨®n de la Quinta que plante¨® Elts fue m¨¢s atropellada que r¨¢pida. Desde sus cuatro acordes iniciales, el primer movimiento fue como una carrera contra el metr¨®nomo en la que el ¨²nico respiro fue el solo de oboe de Casey Hill. Los cambios de intensidad tuvieron rigidez y brusquedad; las imprecisiones abundaron, tanto aqu¨ª como en el Andante con moto, y hubo momentos de notable destemplanza sonora. El Scherzo, que inicialmente son¨® bastante falto de expresi¨®n, solo se recuper¨® a partir del tema fugado, a partir del canto de contrabajos y las violas con un precioso color instrumental, pareciendo que cada secci¨®n hubiese tomado la completa responsabilidad de la obra. Como si se liberaran, algo en lo que esta orquesta tiene una larga experiencia, del gesto crecientemente teatral de Elts, que result¨® incluso histri¨®nico en el cuarto movimiento, Allegro¨Cpresto. La ovaci¨®n final, la esperable tras una Quinta. Es como el principio de la acci¨®n y la reacci¨®n; nunca falla. Y es que Beethoven puede con todo.
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