La voz y la tinta
El Bar?a-Atl¨¦tico me record¨® que la radio es imaginaci¨®n y, sobre todo, vida
Hubo un tiempo en que la vida de pueblo empezaba para algunos cuando llegaba el coche de l¨ªnea con el correo y los diarios y se acababa en el momento en que los padres apagaban la radio. Quer¨ªamos saber qu¨¦ pasaba en el mundo y est¨¢bamos tan pendientes de las noticias que hab¨ªa d¨ªas que o¨ªamos a Mar¨ªa Matilde Almendros en De Espa?a para los espa?oles en Radio Nacional de Espa?a. Ten¨ªa un amigo que a veces se pon¨ªa a llorar al escuchar aquellos mensajes y discos solicitados, quiz¨¢ porque se sent¨ªa identificado con los emigrantes, dispuesto a escapar de casa y no parar hasta alcanzar la idealizada ciudad. Los peri¨®dicos nos contaban la realidad, las emisoras nos permit¨ªan so?ar y disfrut¨¢bamos cuando el t¨ªo Raimundo ven¨ªa de vacaciones y nos regalaba una colecci¨®n de libros de aventuras y tebeos.
Barcelona nos pillaba entonces muy lejos, de manera que sin televisi¨®n en casa fabul¨¢bamos mucho, tanto que hoy, ya mayor y residente en el barrio de Gr¨¤cia, nada m¨¢s levantarme me acerco al quiosco de Carmen para hojear la prensa y comprar los diarios y me acuesto con el pinganillo puesto, en sinton¨ªa con distintos programas, depende de la hora, del d¨ªa y del humor, necesitado de una voz que me acune, como si quisiera revivir mi infancia y renegar de los adultos que anuncian el fin de mis sue?os. As¨ª me enter¨¦ de que en la Sala Tallers del Teatre Nacional de Catalunya se anunciaban tres ¨²nicas funciones de El triomf de la fon¨¨tica, una obra del humanista Mart¨ª de Riquer, estrenada el 11 de abril de 1936, S¨¢bado de Gloria, ambientada en un estudio de radio de los a?os treinta y que ahora hab¨ªa tenido a bien dirigir Israel Sol¨¤.
Aunque por la costurera y futura suegra hab¨ªa sabido de los seriales de Sautier Casaseca, de Ama Rosa y Simplemente Mar¨ªa, jam¨¢s hab¨ªa asistido en directo a la lectura dram¨¢tica de una radionovela. Me divert¨ª un buen rato y celebr¨¦ la presencia como locutor de la funci¨®n de Jordi Bast¨¦. Tengo desde siempre admiraci¨®n por los periodistas radiof¨®nicos, y sobre todo por los de deportes, seguramente porque nac¨ª enganchado al Carrusel y al sonido que anunciaba el gol, a la emocionante espera de saber d¨®nde y al sin vivir por saber qui¨¦n, momentos de incertidumbre a los que d¨¢bamos la mayor de las solemnidades para combatir a los compa?eros que de vez en cuando ten¨ªan la suerte de viajar, de ir al campo, de relamerse con un caramelo chup¨®n y contemplar el marcador simult¨¢neo Dardo.
Me gusta sentir el f¨²tbol, en ocasiones incluso m¨¢s que verlo, esclavo como soy de las transmisiones de f¨²tbol. Admiraba aquella est¨¦tica tan pulcra, la oratoria de los periodistas, su buena dicci¨®n, vocalizaci¨®n, entonaci¨®n, elegancia descriptiva y respeto al oyente. Fui un seguidor ac¨¦rrimo por necesidad y por placer de En punta, el programa de ?lex J. Botines, en Radio Barcelona, y de Los Deportes, en Radio Peninsular, con mi ¨ªdolo Fernando Border¨ªas. No solo dominaba el espacio comunicativo del Bar?a y Espanyol sino que controlaba por igual a los periodistas y a los entrenadores, sab¨ªa ganarse a los empleados y marcaba con su voz de actor de doblaje el tono de las ruedas de prensa. Y, como buen periodista, sacaba m¨¢s noticias que nadie y ten¨ªa el don de dar siempre con el protagonista del d¨ªa, estuviera en tierra, mar o aire.
Nunca conoc¨ª a nadie que supiera levantar el tel¨¦fono como Fernando, controlador de aeropuertos, de hoteles y pensiones, amigo de conserjes, camareros, polic¨ªas y guardia civiles, siempre conectado con el mundo, capaz de saberlo todo de todos, periodista por excelencia por su olfato y adrenalina y, como tal, buen enredador, ir¨®nico y de risa sarc¨¢stica, implacable con los mediocres y copiones, a los que tend¨ªa mil y una trampa para dejarles en evidencia, y divertido con los amigos, obsequiados a menudo con un ritual que llamaba el baile del cojo en una baldosa. Ya jubilado, muchos le seguimos rindiendo pleites¨ªa para que no se nos olvide el oficio. Border¨ªas es el periodista que quise ser desde que un d¨ªa escuch¨¦ su voz por la radio y despu¨¦s le identifiqu¨¦ en persona. No ten¨ªa truco: estaba obsesionado con buscar la noticia.
Me acord¨¦ de Border¨ªas y de la radio cuando vi El triomf de la fon¨¨tica por las muchas historias que me cont¨® de Agust¨ªn Rodr¨ªguez, Miguel ?ngel Valdivieso y Jos¨¦ F¨¦lix Pons. La radio deportiva ha evolucionado mucho y alguno de sus periodistas ha alcanzado la cumbre con programas generalistas como el propio Bast¨¦ en RAC 1. No conozco un pa¨ªs con tanta oferta futbol¨ªstica ni en el que muchos aficionados vayan al campo todav¨ªa con el pinganillo o con cualquier ingenio digital que le permita sintonizar una emisora para seguir el partido, incluso con delay, o estar al caso de cuanto sucede en el estadio. A diferencia del diario-papel, del que cada d¨ªa se anuncia su muerte irremediable, la radio es vitalista, se reinventa y mezcla hasta con la televisi¨®n.
La programaci¨®n del s¨¢bado pasado de muchas radios gir¨® pr¨¢cticamente alrededor del partido Barcelona-Atl¨¦tico de Madrid. A mucha gente a la que consult¨¦ le pareci¨® lo m¨¢s normal del mundo y la mayor¨ªa coincidi¨®, incluso los que son furibundos partidarios de las nuevas tecnolog¨ªas, que sintonizar la radio les ayudaba a afrontar la cita con mejores expectativas por su credibilidad. Record¨¦ entonces que la radio es imaginaci¨®n, emoci¨®n y, sobre todo, vida, de la misma manera que los diarios de verdad son aquellos que la tinta mancha por el sudor de sus trabajadores. Nada mejor que una palabra bien dicha o bien puesta para alimentar el sue?o de los ni?os de pueblo que todav¨ªa piensan que vale la pena ser periodistas y, como tales, renegar cada d¨ªa del oficio.
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