Demasiadas crisis simult¨¢neas
Demasiados frentes para un Navarro cuyo reto era detener el declive y evitar la divisi¨®n interna por el debate soberanista
Lo que en Catalu?a arruina electoralmente al partido socialista es, en primer lugar, lo mismo que en el resto de Espa?a: la p¨¦rdida de credibilidad como alternativa de pol¨ªtica econ¨®mica a las fuerzas conservadoras. Su sometimiento a los dictados de los mercados financieros y las pol¨ªticas econ¨®micas neoliberales. Poco importa que este sometimiento fuera totalmente inevitable cuando en 2010 el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tuvo que dar el volantazo y comenzar el austericidio. El socialismo europeo no ten¨ªa una pol¨ªtica econ¨®mica realmente alternativa entonces y sigue sin tenerla, m¨¢s all¨¢ de las por otra parte nada despreciables diferencias de sensibilidad social con las derechas a la hora de aplicar las recetas dictadas por la Troika.
Esto es lo que est¨¢ en la base de la crisis del socialismo. A los perjudicados por la pol¨ªtica econ¨®mica que se aplica desde la etapa de Zapatero les importan poco las consideraciones de realpolitik. Esto es lo que provoc¨® el hundimiento electoral del 25 de mayo en las elecciones europeas en toda Espa?a. Sin embargo, este factor no habr¨ªa provocado por s¨ª solo la crisis de direcci¨®n en el PSC. En Catalu?a, los socialistas son v¨ªctimas adem¨¢s de la frustraci¨®n de la apuesta de renovaci¨®n del pacto estatutario lanzada en 2003 por Pasqual Maragall desde el Gobierno de la Generalitat.
El fracaso de aquella apuesta dej¨® sin credibilidad al PSC como el partido que garantizaba la viabilidad de la doble identidad nacional catalana y espa?ola. El partido que la expresaba en s¨ª mismo, por su composici¨®n y la de su electorado. El partido de la mezcla, del mestizaje. La uni¨®n en la libertad, que dec¨ªa Maragall. Sucedi¨® que con el debate estatutario, el PSC perdi¨® miles de votos por el flanco de quienes consideraron que se hab¨ªa tornado nacionalista.
El fracaso de aquella apuesta dej¨® sin credibilidad al PSC como el partido que garantizaba la viabilidad de la doble identidad nacional catalana y espa?ola
Cuando, despu¨¦s de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010, CiU y ERC elevaron la apuesta y el debate sobre la autodeterminaci¨®n y la independencia monopoliz¨® el escenario pol¨ªtico, el PSC perdi¨® votos y afiliados por el otro flanco, el de los que le consideraban entregado al PSOE, la cara amable del nacionalismo espa?olismo encarnado por el bipartidismo constitucional. Ten¨ªan raz¨®n los dirigentes socialistas que tem¨ªan lo peor si a sus afiliados y electores se les obligaba a escoger entre Catalu?a y Espa?a, porque eso significaba la derrota de quienes, como el propio PSC, predicaban la compatibilidad entre ambas pertenencias.
Navarro ha sido v¨ªctima de estas tensiones, que todav¨ªa no han terminado. De hecho, est¨¢n a punto de provocar una escisi¨®n en el partido. Pero las crisis del PSC no son solo estas. A ellas se suman el v¨¦rtigo que vive desde las ¨²ltimas elecciones municipales, cuando perdi¨® de golpe gran parte de su poder local, incluido el Ayuntamiento de Barcelona, que hab¨ªa sido su mascar¨®n de proa en Catalu?a. El auge de Esquerra, la irrupci¨®n de Podemos y el alza de Iniciativa-EUiA en las elecciones europeas del 25 de mayo colocan a los socialista ante la expectativa de ser tercera o cuarta fuerza pol¨ªtica, y el riesgo de caer en la irrelevancia a corto plazo.
El balance es abrumador, apabullante. El PSC es hoy una fuerza que afronta p¨¦rdidas de credibilidad a raudales como socialista ante el conjunto de la sociedad, como espa?olista a los ojos de unos, como catalanista a los ojos de otros, y como la que fue una de sus mejores bazas, eficaz gestor municipalista. Demasiadas crisis simult¨¢neas. De pronto, parece como si el partido que en 1977 apareci¨® como la m¨¢s joven fuerza pol¨ªtica se hubiera hecho irremediablemente viejo.
Han sido demasiados frentes abiertos a la vez para un Pere Navarro cuyo reto inicial era, precisamente, el de detener el declive y evitar la divisi¨®n interna por el debate sobre la cuesti¨®n nacional. Los manifiestos lanzados en los ¨²ltimos meses por los sectores catalanistas est¨¢n firmados por demasiados dirigentes y cargos electos con excelentes hojas de servicio como para que la direcci¨®n, cualquier direcci¨®n, pueda ignorarlos. Pero son manifiestos que piden una respuesta catalana a la crisis constitucional del autogobierno. Creen que la propiciada por Navarro es una respuesta fabricada excesivamente a conveniencia del PSOE en sus confrontaciones con el PP en Madrid y Andaluc¨ªa. Para el PSC, perder estos activos ser¨ªa arruinar el modelo fundacional, es decir, la idea del socialismo catal¨¢n como aglutinador de sensibilidades nacionales distintas en un solo proyecto. La crisis se ha desatado cuando Navarro ha constatado que sus esfuerzos para buscar complicidades federalistas en el PSOE no bastaban para suturar esta fractura.
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