A la memoria de madre (¨²ltima parte)
Dramatizar el hecho del aborto y tratarlo sin hacer diferencias entre las etapas por las que pasa la gestaci¨®n proporciona argumentos a los antiabortistas
Cuando acompa?¨¦ a mi madre a practicarse un aborto ten¨ªa yo ten¨ªa siete a?os. Me resist¨ªa a caminar, llorando, mientras mi madre tiraba de m¨ª y me consolaba. El aborto se lo iba a practicar el doctor Enrique, nuestro m¨¦dico de cabecera. Conoc¨ªa bien el camino hacia su cl¨ªnica era ¨¦l quien me pon¨ªa las inyecciones y me hurgaba la garganta con un palito cuando estaba enferma. Aunque me trataba con cari?o, la visita al m¨¦dico nunca es agradable para una ni?o. De ah¨ª mis llantos, a pesar de que mi madre insist¨ªa en que esta vez la cosa no iba conmigo. Solo me tranquilic¨¦ cuando comprob¨¦ que me quedaba en la sala de espera con la enfermera y con un TBO en la mano. Volvimos a casa en taxi, con mi madre seria y yo encantada porque la cosa no hab¨ªa ido conmigo. Luego todo discurri¨® de forma habitual, mi abuela vino a casa y ya nada alter¨® nuestra rutina familiar el resto del d¨ªa.
No s¨¦ hasta qu¨¦ punto estos hechos de mi infancia contribuyeron a mi elecci¨®n profesional, pero he ejercido la Ginecolog¨ªa durante m¨¢s de 40 a?os. En este largo tiempo he tenido ocasi¨®n de hablar y tratar a muchas mujeres y creo que puedo hablar de sus circunstancias y sentimientos con buen conocimiento de causa.
Como en el caso de mi madre, nunca he apreciado dramatismo en c¨®mo plantea la mujer su solicitud de aborto en la primera etapa de su gestaci¨®n, ni tampoco pude percibir que lo viva como un atentado a la vida humana. Las im¨¢genes truculentas de fetos tirados en cubos de basura y otras barbaridades parecidas son patrimonio de los ¡°hoolligans¡± de las organizaciones antiabortistas.
La decisi¨®n de interrumpir la gestaci¨®n siempre responde a una motivaci¨®n compleja en la que tambi¨¦n est¨¢n presentes criterios ajenos a la mujer, como los de su pareja o su familia y a los que habitualmente se ve en la necesidad de atender. Sin pretender simplificar el tema, s¨ª que se puede hablar de circunstancias comunes que pueden ayudar a entender esta situaci¨®n y as¨ª poder defender su pr¨¢ctica con m¨¢s elementos de juicio.
S¨ª he visto mujeres apenadas porque alrededor del aborto casi siempre hay una ilusi¨®n malograda, tanto si tiene que recurrir a la interrupci¨®n porque se vino abajo un proyecto de familia o, en el caso de ya la tenga, puede que esto deje en el aire, en suspensi¨®n. sus proyectos personales a los que tiene todo el derecho de mundo.
Sin embargo, los sentimientos que, en mi experiencia, han estado presentes con m¨¢s fuerza en la pr¨¢ctica totalidad de las mujeres han sido la verg¨¹enza y el prop¨®sito de enmienda. Se trata de la misma verg¨¹enza que todos sentimos cuando tenemos que confesar haber cometido un error f¨¢cilmente evitable, en este caso por la gran accesibilidad que se tiene en nuestra sociedad a los m¨¦todos anticonceptivos, teniendo adem¨¢s tener que pedir a otros que nos lo solucionen.
Y es esa conciencia de haber actuado torpemente la que la conduce al firme prop¨®sito que toda mujer expresa y cumple de emplear en el futuro los recursos adecuados para no volver a repetir una gestaci¨®n no deseada. El cumplimiento de este prop¨®sito se puede comprobar cuando se recogen datos estad¨ªsticos sobre abortos y ver los pocos casos de reincidencia que se registran.
Junto con la sensaci¨®n de alivio que la mujer siente cuando resuelve su situaci¨®n, estas son las circunstancias que priman en la mujer que se practica un aborto en la primera etapa de la gestaci¨®n. Dramatizar el hecho del aborto y tratarlo sin hacer diferencias entre las etapas por las que pasa la gestaci¨®n proporciona argumentos a los antiabortistas para intervenir y condenar su pr¨¢ctica.
Cuando se realiz¨® una consulta constitucional se trat¨® el aborto como un atentado a la vida humana sin matices y obviando deliberadamente la etapa en la que el producto de la gestaci¨®n no tiene ninguna capacidad de autonom¨ªa vital. Con el mismo derecho se deber¨ªa plantear una consulta constitucional sobre la competencia del legislador civil para prohibir a la mujer interrumpir su gestaci¨®n en esta primera etapa de la misma manera que se declara incompetente y se abstiene de intervenir en el caso de que la mujer decida seguir con su gestaci¨®n, aun en el caso de que pueda transmitir una enfermedad mortal al feto.
Creo que ha sido un error de los que defendemos la libertad de la mujer para interrumpir su gestaci¨®n dejarnos llevar por la terminolog¨ªa al uso y hablar del aborto sin matices.
Referirse a la de Ley de Plazos no deja claro el significado de esta que consiste en proporcionar a la mujer la posibilidad de disponer sobre su futuro libremente sin ninguna mediaci¨®n en una etapa de su gestaci¨®n en la que el ¨²nico ser humano reconocible es ella misma.
Creo que para la actual reforma de la Ley del Aborto el principal objetivo es quitar a las mujeres libertad y posibilidad de enmendar su situaci¨®n de manera sencilla y sin consecuencias graves. Su derecho a decidir libremente no ha supuesto ninguna alteraci¨®n del orden p¨²blico y durante su vigencia no ha creado ning¨²n problema ni lo crea en el resto de los pa¨ªses donde funciona. La Ley actual supone un reconocimiento y respeto a la libertad de la mujer que, seg¨²n parece, es demasiado para la ideolog¨ªa de nuestros dirigentes tanto civiles como religiosos.
Con la nueva ley volveremos a que la mujer tenga que pedir permiso a las autoridades competentes para interrumpir su gestaci¨®n y volver a organizar un camino para que la mujer pueda abortar, pero sin que parezca que lo hace por su voluntad, sino porque seg¨²n las personas autorizadas ¡°lo necesita¡±.
El texto actual contiene algunas exigencias de la Iglesia y algunos desatinos que parecen producto de la vanidad del ¡°se?orito bien¡± que actualmente ejerce como ministro. Esperemos que Iglesia, como vieja y astuta Instituci¨®n, acepte suavizar los t¨¦rminos actuales del texto. De la vanidad del ¡°se?orito bien¡± me f¨ªo menos. Es m¨¢s peligrosa.
Elena Mart¨ªn L¨®pez es ginec¨®loga y portavoz de la Plataforma Nosotras Decidimos
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