El regreso de ¡®Caiga quien caiga¡¯ en la era de los reporteros t¨®xicos de ultraderecha
No es que el programa vaya a peor: lo que ha empeorado es el mundo alrededor. Hoy es muy dif¨ªcil transgredir. Y los famosos son ahora m¨¢s cercanos por efecto de las redes
En la primera etapa de Caiga quien caiga, capitaneada por El Gran Wyoming, el gran hito consist¨ªa en entregar las ic¨®nicas gafas de sol a Juan Carlos I y que el Rey se las pusiera. Pasado el tiempo, al Rey de ahora, hijo de aquel, le tiran barro cuando visita la cat¨¢strofe de la dana y acaba despachando con unos chavales neonazis. ¡°Hay mucha gente interesada en que haya caos¡±, les dijo. Carajo, ?eran ellos!
Caiga quien caiga supuso un hito televisivo en los noventa con un reporterismo fresco y que parec¨ªa arriesgado: el cachondeo de Sergio Pazos, la pretendida inocencia de Tonino Guiti¨¢n o el delirio constante de Pablo Carbonell (por cierto, luego se acus¨® al programa de haber popularizado la figura de Esperanza Aguirre, como la propia Aguirre confirm¨® en el primer programa de esta nueva edici¨®n).
Pero, pasado el tiempo, nos azota otro reporterismo macarra, en el peor de los sentidos, encarnado en Vito Quiles, Bertrand Ndongo o Rub¨¦n Gisbert, entre otros intoxicadores de la ultraderecha, con cuyos micr¨®fonos algunos han decidido practicar el lanzamiento de longitud como m¨¦todo de autodefensa frente al acoso. Ante a tales insidias, el gamberrismo amable de CQC se puede quedar en poca cosa, como quien ya ha visto Holocausto can¨ªbal y tiene los ojos mancillados para siempre.
Dicen que la derecha, y concretamente la ultraderecha, le lleva copiando hace a?os la t¨¢ctica y la estrategia a la izquierda: la revoluci¨®n de Marx, la hegemon¨ªa de Gramsci o la guerrilla de la comunicaci¨®n de corte situacionista, ahora convertida en un tsunami de bulos y fake news. ?Hasta el punk! Tambi¨¦n el reporterismo gamberro que, de los hombres de negro televisivos, se ha radicalizado y perdido cualquier tipo de gracia para alimentar el odio y la conspiranoia. Con ¨¦xito.
Un ejemplo de perseverancia
En este contexto, este domingo se estren¨® en Telecinco la nueva edici¨®n de Caiga quien caiga. Es el quinto intento a trav¨¦s de las d¨¦cadas desde los legendarios inicios en los que el rock n roll del maestro Reverendo acompa?aba a Wyoming, y ninguno ha vuelto a ser memorable: un ejemplo de perseverancia adecuado al nombre del programa.
El nuevo CQC trae como presentadores a caras conocidas de la tele: Santi Mill¨¢n, Lorena Castell y Pablo Gonz¨¢lez Batista. En los primeros compases este ¨²ltimo ya lanz¨® un chiste en referencia a las comparaciones odiosas con la pasada Edad de Oro. Pero no es tanto que el programa vaya a peor: lo que ha ido a peor es el mundo alrededor. Hoy es muy dif¨ªcil transgredir. Y los famosos son ahora m¨¢s cercanos y accesibles por efecto de las redes. En el programa se da un ritmo esp¨ªdico sostenido por la m¨²sica omnipresente, un plat¨® como lo que pens¨¢bamos que era futurista cuando el futuro a¨²n no hab¨ªa llegado, y unos chistes en la mesa que entran con calzador. La cosa mejora con los reportajes.
Entre los reporteros, muchas mujeres, no como aquel campo de nabos primigenio (que a nadie le chirriaba: algo progresa en el mundo), y algunos fichajes interesantes del exterior del mainstream: por ejemplo, Violeta Mu?oz, del combativo programa de radio independiente Carne cruda (que se ocupa con solvencia de los asuntos pol¨ªticos) o el audaz youtuber Carles Tamayo, especialista en sectas y cosas raras (que entreg¨® un reportaje delirante sobre una estafa con loros hermosos).
Los piezas funcionan mejor cuando se ponen serias (Paula P¨²a en el incendio de Los ?ngeles o palpando al electorado estadounidense, o, sobre todo, Ana Francisco tratando la infiltraci¨®n del fentanilo en Espa?a) que cuando se trata de humor de alfombra roja: se conf¨ªa aqu¨ª en la posproducci¨®n, porque muchas veces los entrevistados, como es comprensible, no est¨¢n a la altura del show que se les propone. Pero eso es end¨¦mico de este formato, que desde siempre se ve con la congoja con la que se ve a una pareja de acr¨®batas: el miedo a que uno falle y el otro se caiga.
Este nuevo CQC, seg¨²n las entrevistas previas, nace con la intenci¨®n de acabar con la polarizaci¨®n desde el humor. Pero no est¨¢ claro que Espa?a, siempre proclive a las bajas pasiones, est¨¦ dispuesta a ser despolarizada a base de preguntas ciertamente ingeniosas y no persistir en el consumo de barbaridades.
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