La ni?a Generala
Esta primavera est¨¢n coincidiendo fen¨®menos de los que auguraban cataclismos a nuestros antepasados, como cuando aparec¨ªa un cometa.
Es forzoso comenzar por el efecto corrosivo que sobre el PSOE han tenido los resultados de unas, en principio, insulsas elecciones al Parlamento Europeo.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, el Rey nos sorprende con su abdicaci¨®n lo que, dado c¨®mo est¨¢ de calentita el ¨¢gora, ha hecho aflorar con inusitado vigor el viejo asunto de la legitimidad pol¨ªtica de una Monarqu¨ªa heredera, por lo menos cronol¨®gicamente, de la dictadura franquista.
El tercer evento que ha venido a coincidir en el tiempo ha sido la celebraci¨®n, el pasado 8 de junio, del D¨ªa de las Fuerzas Armadas.
A tal efecto, el Gobierno ha decidido ¡°tirar la casa por la ventana¡± y poner fin a la pol¨ªtica de austeridad, celebrando la ocasi¨®n ¡°a bombo y platillo¡±.
Asombra que en medio de tanta fanfarria militar y cuando se proponen mil reformas constitucionales, no se ponga sobre el tapete la anacr¨®nica previsi¨®n constitucional (art. 62.h) que atribuye al Rey nada menos que ¡°el mando supremo de las Fuerzas Armadas¡±.
No s¨®lo se desaprovecha la ocasi¨®n de devolver esta funci¨®n al poder representativo, ¨²nico titular razonable de tal potestad en una democracia civilizada, sino que algunos se permiten las m¨¢s fr¨ªvolas chanzas al respecto.
Recordemos lo afirmado por el ministro de Defensa, se?or Moren¨¦s, seg¨²n el cual, la infanta Leonor recibir¨¢ formaci¨®n militar para que, ¡°cuando Dios quiera, sea jefa suprema de las Fuerzas Armadas como capit¨¢n (o capitana) general¡±.
Si se tratara de ense?arla a ¡°pasar revista¡±, pues no imagino mayores contenidos para el curr¨ªculum militar de una hipot¨¦tica reina Leonor, no pasar¨ªa nada. Lo que ocurre es que nuestra Constituci¨®n, engendrada en circunstancias pol¨ªticas e hist¨®ricas peculiares (por decirlo suavemente), incluye elementos tan extravagantes desde el punto de vista democr¨¢tico como el art¨ªculo 8, que dice que las Fuerzas Armadas tienen como misi¨®n ¡°garantizar la soberan¨ªa e independencia de Espa?a, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional¡±.
Esta referencia resulta extra?a tanto a nuestro Derecho Constitucional hist¨®rico, como al Derecho Constitucional comparado. Estamos hablando del T¨ªtulo Preliminar de la Constituci¨®n, es decir, de la estructura fundamental del estado social y democr¨¢tico de derecho. No estamos hablando de la Administraci¨®n (civil, militar, etc¨¦tera; arts. 103 al 107), sino de un ej¨¦rcito que, si bien no pod¨ªa definirse como un poder constitucional, quedaba barnizado con una apariencia de poder aut¨®nomo, pues tiene ¡°funciones propias¡± que desarrollar. Habr¨¢ que llegar al art. 97 para leer que es el Gobierno quien dirige la defensa del Estado.
Como es conocido, en febrero de 1981, poco tiempo despu¨¦s de aprobada nuestra Carta Magna, unos militares intentaron un golpe de Estado, pretendidamente a las ¨®rdenes del Rey y fue esa extravagante sumisi¨®n personal la que frustr¨® la intentona cuando, vestido de militar, les dirigi¨® la palabra a trav¨¦s de la televisi¨®n conmin¨¢ndoles a dejarlo. A ese Gobierno que, seg¨²n la Constituci¨®n, ¡°dirige la defensa del Estado¡± le ten¨ªan tan preso como al resto del Parlamento espa?ol.
As¨ª pues, la vigente Constituci¨®n atribuye, mal que nos pese, misiones propias a las Fuerzas Armadas y, como pueden comprobar mis estimados lectores si no me creen, en la propia p¨¢gina web del Congreso de los Diputados, en la pesta?a dedicada a la Constituci¨®n y en la sinopsis del art¨ªculo que estamos comentando, el 8?, se afirma textualmente que: ¡°En el ¨¢mbito interno, esta defensa de la integridad territorial se concibe como el ¨²ltimo recurso material para el impedimento de secesiones o fragmentaciones del territorio nacional. Y es que no podemos olvidar que el art¨ªculo 2 de la Constituci¨®n espa?ola expresa que ¨¦sta se basa ¡ªy con ella todo el sost¨¦n del Estado democr¨¢tico¡ª, en la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola, Patria com¨²n e indivisible de todos los espa?oles¡± (...)
Yo desde luego, si fuera Leonor, llegado el momento, me iba de Erasmus.
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