El discreto desencanto
La burgues¨ªa valenciana, salvo excepciones, se peg¨® como una lapa al poder, ech¨® panza y solo tuvo altura de miras para lo suyo
El m¨²sico Zubin Mehta ha salido del Palau de les Arts sugiriendo que Valencia necesita un movimiento independentista para defenderse del odio que le profesa Madrid. Es evidente que el director de orquesta sangraba por la herida (la escasa aportaci¨®n del Estado al coliseo valenciano, en el que ¨¦l ha percibido unos 40.000 euros cada vez que ha levantado la batuta), pero sus palabras no han sido recibidas con antipat¨ªa por la burgues¨ªa valenciana, por tradici¨®n tan refractaria a todos los nacionalismos que no sean el espa?ol. Con la confitera del Palau de les Arts desfondada por la falta de apoyo del Gobierno central, la burgues¨ªa (que por suerte no es la ¨²nica usuaria del recinto, aunque s¨ª la que con mayor impaciencia se representa en ¨¦l) anota otra desgracia en su registro de desdichas, donde figuran en una posici¨®n destacada el Banco de Valencia y Bancaja, y ampl¨ªa la sensaci¨®n de desencanto respecto al sistema que la ha nutrido.
?Hubo alguna vez una burgues¨ªa valenciana?, alterc¨® Joan Fuster. El ensayista neg¨® su existencia, quiz¨¢ porque lo que hab¨ªa no se adaptaba a los par¨¢metros postmanchesterianos que admiraba en los burgueses catalanes. Por su activismo cultural, por su autoridad de instigaci¨®n pol¨ªtica y social. Es evidente que lo de aqu¨ª era otra cosa. ?La excrecencia de un endemismo agrario? ?De una inflamaci¨®n mercantil? Sea lo que fuere tambi¨¦n era eso, pese a que su vocaci¨®n por las concesiones p¨²blicas termin¨® imponi¨¦ndose a su compromiso social, que lo tuvo y lo practic¨® desde el siglo XIX hasta los primeros a?os de la democracia. Luego, salvo contad¨ªsimas y plausibles excepciones, se peg¨® como una lapa al poder, ech¨® panza y solo tuvo altura de miras para lo suyo, descart¨¢ndose del proyecto colectivo y desactiv¨¢ndose para la cat¨¢lisis social y pol¨ªtica de su territorio.
La historia m¨¢s reciente de la Comunidad Valenciana est¨¢ plagada de penosos ejemplos en los que la tajada (las concesiones, los cr¨¦ditos financieros a medida, las subvenciones, los chanchullos del hiperurbanismo, las colocaciones en la estructura administrativa, el reparto de canonj¨ªas¡) restaur¨® el sentimiento de casta de la burgues¨ªa ind¨ªgena y atrofi¨® su compromiso con la sociedad, aunque durante el derrumbe p¨²blico contribuyera a pantomimas exasperadas del PP (lo uno por lo otro) para usar a la sociedad como coartada. ?Hasta qu¨¦ punto el PP valenciano (con el amplio espectro de casos de corrupci¨®n que fielmente le acompa?a) no es el resultado de la dimisi¨®n social y pol¨ªtica de la burgues¨ªa, de su entrega y adicci¨®n a los botines p¨²blicos? Incluso al rev¨¦s, porque dado el avanzado estado de descomposici¨®n (no son pocos sus representantes imputados) ya no se sabe d¨®nde empieza lo uno y d¨®nde acaba lo otro.
Las palabras de Zubin Mehta, m¨¢s all¨¢ de lo obvio, tambi¨¦n son el bumer¨¢n que vuelve contra una clase que acaba siendo v¨ªctima de su propia estrategia. Instan a reflexionar sobre lo que ha hecho por acci¨®n y omisi¨®n con el poder auton¨®mico para que la Comunidad Valenciana sea insignificante en el conjunto del Estado. Y si faltaba un ejemplo para visualizarlo, ah¨ª ha estado Antonio Beteta estos d¨ªas para ofrecer una representaci¨®n muy pl¨¢stica de la situaci¨®n, si bien la realidad puede ser m¨¢s dram¨¢tica porque si un simple secretario de Estado de Administraciones P¨²blicas sojuzga a la Generalitat en un acto p¨²blico y le impone repelarse el esqueleto es que todav¨ªa queda suelo sobre el que caer m¨¢s abajo.
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