?Qu¨¦ pasa con la memoria de la ciencia?
Proyectos de investigaci¨®n quedar¨¢n abortados y la puesta en valor de un patrimonio bibliogr¨¢fico y muse¨ªstico se desperdiciar¨¢.
Era una tarde de finales de 2009. La comunidad cient¨ªfica clausuraba las celebraciones en homenaje a Charles Darwin con motivo de su segundo centenario. Acompa?aba yo a Janet Browne, profesora en Harvard y autora de la biograf¨ªa can¨®nica del naturalista brit¨¢nico. Cuando cruz¨¢bamos el umbral de un palacio del siglo XVIII en el centro de Valencia, la doctora Browne exclam¨®: ¡°?Es el instituto de historia de la ciencia m¨¢s bonito que jam¨¢s vi!¡±. No hac¨ªa mucho tiempo que el Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia L¨®pez Pi?ero, centro mixto de la Universitat de Val¨¨ncia i el CSIC, ocupaba la sede del Palacio de Cerver¨®, al lado de las Torres de los Serranos. Su historia, sin embargo, part¨ªa de muchos a?os antes, a lo largo de los cuales el Instituto, antes de ser el m¨¢s bonito, ya hab¨ªa logrado ser uno de los mejores de Europa.
El Instituto hab¨ªa sido la gran obra del profesor Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Pi?ero, catedr¨¢tico de la Universitat. ?l consigui¨® establecer un grupo de investigaci¨®n que, en nuestra ciudad, encarn¨® el esp¨ªritu renovador de los estudios sociales sobre la ciencia, surgido en los a?os centrales del siglo XX. La historia de la ciencia ya no era una simple comparsa laudatoria de las glorias del conocimiento, pues se erig¨ªa ahora como discurso cr¨ªtico, y por ello genuinamente constructivo, en torno a ese hecho social definidor de las sociedades contempor¨¢neas que es la ciencia. No tard¨® el trabajo de aquellos adelantados en ganarse el respeto internacional, y Valencia entr¨® por m¨¦ritos propios en el mapa de lugares importantes de la disciplina en el mundo.
Como los lectores de EL PA?S ya sabr¨¢n, el cierre del Instituto que ahora lleva el nombre de aquel egregio profesor se materializar¨¢ antes de que acabe 2014. Ello es fruto de una decisi¨®n tomada por la presidencia del CSIC, un organismo, por cierto, que todav¨ªa no ha podido acabar de quitarse de encima cierto talante verticalista, muy t¨ªpico del franquismo que lo fund¨®. ?Por qu¨¦ cerrar el Instituto? Oficialmente, se ha alegado una excusa insostenible: el Instituto, lejos de descender en su productividad como se ha aducido, la ha aumentado. Podemos pensar en eso que solo es confesable en tiempos de crisis: el ahorro que supondr¨¢ para el erario. No es cierto, pues los trabajadores tendr¨¢n que ser destinados a otros centros ¡ªcomo debe ser¡ª y porque la aportaci¨®n dineraria que hac¨ªa el CSIC era, comparada con la de la Universitat, menos que el chocolate del loro. A la postre, lo que parece asomar es, simplemente, el menosprecio a una disciplina que algunos todav¨ªa encuentran marginal, cultivada en este caso en una tierra crecientemente marginada y expoliada; y esa pulsi¨®n que tienen algunos gestores de la res publica de ofrecer bandejas llenas de cabezas cortadas al altar de la austeridad.
Son momentos tristes para aquellos que, aunque trabajemos ahora en otros centros, nos formamos en el Instituto. Tengo fresco el comentario que me espet¨® un profesor madrile?o cuando yo empezaba mi doctorado: ¡°Vas a estar en el mejor centro, con la mejor biblioteca, con los mejores especialistas: aprovecha tu suerte¡±. Ya no habr¨¢, parece ser, m¨¢s j¨®venes que se puedan aprovechar de esos recursos, ni m¨¢s visitantes ilustres que aporten su saber, ni m¨¢s acciones divulgativas de la historia de la ciencia al alcance de los valencianos. Proyectos de investigaci¨®n quedar¨¢n abortados y la puesta en valor de un patrimonio bibliogr¨¢fico y muse¨ªstico se desperdiciar¨¢. Valencia ser¨¢ m¨¢s pobre, m¨¢s provinciana y m¨¢s inculta. Y se habr¨¢ cometido una injusticia terrible con el recuerdo de aquel catedr¨¢tico ind¨®mito y con el trabajo de aquellos que pugnaron por forjar la memoria de la ciencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.