¡°Esta planta no se cierra¡±
Pacientes y trabajadores llevan seis d¨ªas amotinados en Bellvitge para evitar el cierre de 206 camas este verano
Carmen Cazorla recorre espabilada todos los recovecos de la planta 12.1 del Hospital de Bellvitge. Ya se la conoce bien. Con un ojo puesto en la habitaci¨®n de su marido, ingresado en la unidad de infecciosos desde hace 15 d¨ªas, y el otro en los portones de acceso a la planta, la mujer muestra orgullosa la insignia de la improvisada lucha en la que se ha visto envuelta en los ¨²ltimos d¨ªas: ¡°?Esta planta no se cierra!¡±, reza un peque?o cartelito amarrado con un imperdible a su pecho. El mismo que empapela, junto a un rotundo ¡°?No nos mover¨¢n!¡±, las puertas y paredes de la planta.
¡°Mientras estemos aqu¨ª, a mi marido no lo mueven. Ya vinieron varias veces para llev¨¢rselo pero hemos dicho que no. Ahora, hasta tienes miedo cuando bajas a tomar un caf¨¦ por si lo trasladan¡±, explica. Seg¨²n el plan de hospitalizaci¨®n previsto para el verano, el centro iba a clausurar el pasado viernes la planta donde est¨¢ ingresado el marido de Carmen, pero la oposici¨®n de pacientes, trabajadores y vecinos de L'Hospitalet de Llobregat fren¨® el cierre de las 24 camas que conforman la unidad.
Junto a varias decenas de personas, Carmen lleva amotinada seis d¨ªas en las plantas del centro que el hospital ha intentado clausurar. En total, la presi¨®n de pacientes y familias ha parado el cierre de tres plantas, con 24 camas cada una y m¨¢s de medio centenar de pacientes en ellas.
La gerencia quiere dejar este verano fuera de servicio 206 camas, que promete abrir ¡°en oto?o¡±, pero los sindicatos recelan de esta promesa y aseguran que, con la excusa de la medida de verano, cada a?o, el centro deja cerradas permanentemente alrededor de 40 plazas ¡°que se acaban convirtiendo en despachos y aulas¡±. De hecho, desde 2009, Bellvitge ha pasado de 906 camas a 621 abiertas, un 31% menos en cinco a?os. ¡°No es lo mismo cerrar 200 camas de 800 que ten¨ªamos en 2010, a cerrar 200 plazas sobre las 600 que conservamos ahora¡±, apostilla el presidente de la Junta de personal, Ram¨®n Montoya.
A mediod¨ªa, un whatsapp y el boca a boca recorren las paredes de un Bellvitge forrado hasta los techos de octavillas contra los recortes. En 15 minutos, una veintena de personas se apoltronan en los pasillos de la planta 12. ¡°Un m¨¦dico me dijo que esta no era la planta de mi hijo y que si no permit¨ªa su traslado a la unidad que le corresponde, no lo atender¨ªan. Que se iba a quedar aqu¨ª solo porque esta planta se va a cerrar¡±, protesta Olga Lezcano ante la at¨®nita mirada de los trabajadores que han acudido al llamamiento. ¡°No te preocupes. Mientras haya un paciente en esta planta, tiene que haber personal para atenderlo¡±, la consuela una enfermera de urgencias que subi¨® a apoyar la causa a la hora de comida.
El jefe m¨¦dico del hospital, Carlos Bartolom¨¦, asegura que le ¡°extra?a¡± que un facultativo haya dicho eso porque ¡°ning¨²n m¨¦dico dejar¨ªa sin atender a un paciente¡±. Asimismo, muestra su ¡°sorpresa¡± ante las protestas ¡°porque el cierre de camas en verano es algo habitual¡±. El m¨¦dico achaca la medida a ¡°la disminuci¨®n de la presi¨®n asistencial¡± y ha calificado de ¡°error¡± la actitud que han tomado los pacientes. ¡°Yo entiendo y respeto que se nieguen pero ellos no pueden decidir la organizaci¨®n del hospital¡±, a?ade.
Bartolom¨¦ asegura que ¡°se ha reconducido a profesionales de unidades de corta estancia¡± para cubrir las plantas que ten¨ªan previsto cerrar y a¨²n siguen abiertas. El facultativo tamb¨ªen niega, tal y como alegan los empleados, que el cierre de camas revierte en un colapso de las urgencias. Bartolom¨¦ rechaza que haya habido pacientes en urgencias esperando por falta de camas y justifica que ¡°si alg¨²n paciente no subi¨® a planta fue por criterio cl¨ªnico¡±.
Enrique Cruciani aprovecha la ma?ana para dar paseos por el pasillo de la planta 12. De una mano, su madre M¨®nica; de la otra, el gotero. Es bueno para su coraz¨®n y la endocarditis que padece. Enrique se reconoce como el vivo ejemplo de ¡°lo que sucede si recortas en sanidad¡±. Un a?o y medio de espera para una intervenci¨®n en la v¨¢lvula a¨®rtica ha desencadenado una infecci¨®n que, con la v¨¢lvula da?ada, lo pone en riesgo de sufrir una embolia. El joven tambi¨¦n se ha negado a abandonar la unidad de infecciosos: ¡°Yo puedo callarme. Tengo mi cama y no tendr¨ªa que preocuparme. Pero quiero luchar por la gente que espera una cama en urgencias. Si mi negativa va a servir para que no cierren la planta y haya m¨¢s camas disponibles, no me voy¡±.
A ¨²ltima hora de la tarde, los ¨¢nimos segu¨ªan caldeados y unas 20 personas se amotinaban de nuevo en la planta ante la presencia de la directora de enfermer¨ªa, Mar¨ªa Antonia Casado, y el director m¨¦dico. Los concentrados denuncian que los directivos fueron, habitaci¨®n por habitaci¨®n, advirtiendo a los pacientes de que la planta se cerraba ¡°s¨ª o s¨ª¡± y ser¨ªan trasladados, a pesar de no tener su consentimiento. Ellos, impasibles, insisten: ¡°Esta planta no se cierra¡±.
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