Guarida de leonas en Malasa?a
Nueve madres solteras y sus doce hijos viven desde hace tres meses en una casa okupada que llevaba vac¨ªa 17 a?os. Quieren pagar un alquiler social
Virginia y Dunia compart¨ªan tardes bajo el mismo techo cuando la primera ten¨ªa 26 a?os y la segunda 10. La madre de la m¨¢s peque?a la dejaba al cargo de Virginia los d¨ªas en los que no pod¨ªa hacerse cargo de ella y luego la recog¨ªa por la noche. Ahora, a sus 37 y 21 a?os respectivamente, vuelven a compartir hogar, en el que cuidan la una de la otra. Y tambi¨¦n de sus hijos. Son leonas que luchan por sus cachorros porque se negaron a verse en la calle ante la falta de trabajo y ayudas. Conviven con otras siete mujeres, todas madres solteras, en un bloque okupado situado en el n¨²mero 28 de la calle Montele¨®n, en Malasa?a.
Ellas prefieren llamarlo recuperaci¨®n de un edificio y represent¨® su ¨²ltima salida a una situaci¨®n l¨ªmite. Para ello buscaron el apoyo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y en concreto, de la Asamblea de vivienda centro, colectivo surgido a ra¨ªz del 15-M. El inmueble escogido no fue aleatorio. Todas ellas, vecinas de la zona, llevaban 17 a?os viendo c¨®mo sufr¨ªa constantes remodelaciones para venderlo a supuestos compradores que nunca llegaban.
Reciben comida de un banco de alimentos que gestiona el 15-M
En abril se instalaron con sus familias. De ese momento han pasado tres meses y las viviendas tienen un aspecto muy diferente al que se encontraron en abril. La casa de Dunia, en la tercera planta, parece un hogar. Con sof¨¢s, estanter¨ªas llenas de fotos de su familia y una figurita de la Virgen y juguetes esparcidos por el suelo con los que se entretiene su peque?o Nico, un revoltoso que no para de corretear y toquetear todo lo que se le pone a tiro. Todos los muebles son reciclados o donados, incluida la cuna. Viven del poco dinero que aporta el padre de Nico. ¡°Yo no me considero okupa, sino una persona con una necesidad extrema¡±, asegura.
Las vecinas aseguran que no quieren vivir ¡°de gratis¡± sino que esperan negociar con la propietaria del inmueble un alquiler social (el 20% de sus ingresos). Las mujeres cuentan entre 21 y 40 a?os. De los hijos, la m¨¢s peque?a de dos semanas y el mayor, 19. Afirman que los servicios sociales entienden su situaci¨®n y que mientras los ni?os est¨¦n bien alimentados y vayan a la escuela, no ponen objeci¨®n a su situaci¨®n.
Reciben comida del banco de alimentos de Malasa?a, uno de los servicios surgido tambi¨¦n del 15-M que abastece a los otros dos bloques de viviendas que la Asamblea centro ha recuperado en ese distrito. Las mujeres no cuentan con beca comedor, ni con ayudas para la guarder¨ªa y cuentan por decenas las negativas a obtener una vivienda social del Gobierno regional. Cada una ocupa una casa con su familia, pero hay un espacio com¨²n en la primera planta en el que celebran reuniones semanales para tomar decisiones en com¨²n.
El miembro m¨¢s peque?o de la casa naci¨® hace tan solo dos semanas
Las historias de Virginia y Dunia se pueden contar como recorridos paralelos que han acabado confluyendo en Montele¨®n, al igual que la de sus compa?eras Mar¨ªa o Maggie. Las dos fueron madres j¨®venes, crecieron juntas en el barrio y tras haber abandonado el hogar materno se vieron obligadas a volver a ¨¦l, con una familia a cuestas. El novio de Dunia y padre de su segundo hijo se qued¨® en el paro y tuvieron que abandonar la min¨²scula habitaci¨®n alquilada de Vallecas en la que viv¨ªan junto a la primera hija de ella y el peque?os de ambos cuando este contaba con una semana de vida. Virginia perdi¨® su trabajo como camarera y regres¨® a su casa. ¡°Yo no entend¨ªa el rollo este de ocupar pisos vac¨ªos, pero no hab¨ªa otra soluci¨®n¡±, explica.
En 2013 hubo 67.189 desahucios en Espa?a, de los que Madrid representa un 13%. El ¨²ltimo desalojo en la capital, a finales de la semana pasada en el distrito de Usera, fue especialmente pol¨¦mico porque los desahuciados fueron un matrimonio con sus tres hijos, el menor de ellos de tan solo 20 d¨ªas. Hubo seis detenidos en las protestas contra la ejecuci¨®n hipotecaria.
Luc¨ªa, miembro de la Asamblea centro, apunta que se ha llegado a esta situaci¨®n porque se ha acabado el apoyo de la Administraci¨®n y se ha cargado toda la presi¨®n sobre la generaci¨®n de los abuelos. Frente a ella, Dunia asiente: ¡°Mi madre nos dijo: ¡®No podemos seguir as¨ª, lo siento mucho pero os ten¨¦is que buscar la vida¡±. La PAH ha okupado en Madrid siete edificios como este dentro de su denominada Obra Social, tres de ellos en el distrito Centro.
Junto a las mujeres vive su mascota, M¨ªa, una perra, ¡°hembra por supuesto¡±, que reclama con un leve lloriqueo su paseo diurno. Le toca a Virginia sacarla. Pero antes de ponerle la correa deja algo claro: ¡°Una leona hace por sus cachorros lo que haga falta. Saca los dientes y las garras. Sin ning¨²n miedo¡±.
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