La dictadura del decreto ley
Esta forma de gobernar es muy poco democr¨¢tica y no est¨¢ justificada por la crisis
El Gobierno de Rajoy ha batido todos los r¨¦cords de legislaci¨®n a trav¨¦s de decretos leyes y el viernes pasado se super¨® a s¨ª mismo aprobando el de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia, un aut¨¦ntico batiburrillo en el que se mezclan privatizaciones, convocatoria de plazas de militares, una propina de 164 millones de euros a Gas Natural o el cambio de nombre del evento coru?¨¦s que conmemora la primera exposici¨®n de Picasso, entre otras muchas cosas.
El decreto ley es un instrumento legislativo que seg¨²n nuestra Constituci¨®n solo se debe utilizar ¡°en caso de extraordinaria y urgente necesidad¡±, pero que en los ¨²ltimos a?os se ha convertido en el modo habitual y no excepcional de legislar en perjuicio del debate parlamentario.
Muchos juristas consideran que eso est¨¢ justificado porque la crisis econ¨®mica que vivimos crea una coyuntura de excepcionalidad que reclama respuestas inmediatas y de esa misma opini¨®n parece ser el Tribunal Constitucional pues, aunque con matices, acept¨® que el decreto ley es un instrumento normativo adecuado por la ¡°necesidad de consolidar el crecimiento de la actividad econ¨®mica¡±.
Yo creo, por el contrario, que esta forma de gobernar que hace que el pueblo solo sepa de las normas cuando ya han sido aprobadas es muy poco democr¨¢tica y no est¨¢ justificada por la crisis. Por un lado, porque es evidente que se est¨¢ legislando por esa v¨ªa en aspectos que no tienen que ver con la actual situaci¨®n econ¨®mica. Por otro, porque en la inmensa mayor¨ªa de los casos se evita el debate parlamentario en materias de tanta importancia econ¨®mica justamente para poner en marcha medidas contrarias a las que el partido gobernante ofreci¨® llevar a cabo en su programa electoral, es decir, para traicionar la voluntad del electorado.
Justificaciones como las del Tribunal Constitucional solo se podr¨ªan aceptar si el crecimiento econ¨®mico fuese un fin en s¨ª mismo y neutro desde el punto de vista de la distribuci¨®n del ingreso y la riqueza, es decir, de la justicia. Pero como siempre afecta de distinto modo a las diferentes personas y grupos sociales, la posici¨®n del alto tribunal solo viene a dar por bueno que se beneficie m¨¢s a unos que a otros sin que haya debate sobre ello, que el pueblo no pueda pronunciarse sobre algo tan esencial como el reparto de los recursos sociales y sus desiguales consecuencias.
Uno de los m¨¢s grandes juristas de todos los tiempos, Hans Kelsen, dec¨ªa que la democracia es discusi¨®n y que lo democr¨¢tico es que la voluntad pol¨ªtica se forme siempre a trav¨¦s de la transacci¨®n y el compromiso entre intereses divergentes. Por eso, gobernar tan a menudo a golpe de decreto es una prueba m¨¢s de la escasa calidad de nuestra democracia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.