Lavapi¨¦s se organiza para combatir a los chinches
El Ayuntamiento facilita la recogida de colchones y fumigar¨¢ casas pobres
En Fortunata y Jacinta Benito P¨¦rez Gald¨®s llamaba a la iglesia de San Lorenzo, del castizo Lavapi¨¦s, ¡°la parroquia de los chinches¡±. Pasados 130 a?os el antip¨¢tico insecto sigue incordiando, tanto que el Ayuntamiento de Madrid, la polic¨ªa y los vecinos, se han sentado a atajar el problema antes de que termine convirti¨¦ndose en una gran plaga por toda la ciudad. Se acab¨® ver durante d¨ªas los colchones infestados a la puerta de las casas, un foco de propagaci¨®n r¨¢pido. ¡°Se han puesto carteles en los portales para que la gente, antes de sacar los muebles o los colchones, llame al 010. En media hora vienen a por ellos y se evita que alguien se quede con ellos", cuenta Manuel Osuna, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Lavapi¨¦s.
El cartel "tiene chinches" en los jergones no obstaculizaba que arramblase con los enseres su poblaci¨®n inmigrante (el 32% del total, el doble que la media madrile?a), necesitada y en muchos casos un escaso conocimiento del espa?ol. El Ayuntamiento no puede intervenir en las casas ¡ªson propiedad privada¡ª pero cuenta con un procedimiento para que las familias sin recursos puedan atajar el problema sin coste alguno. El proceso cuesta de 250 euros en adelante y obliga a ausentarse de casa, lo que aumenta el gasto. Fuentes del Ayuntamiento explican que 15 familias se van a beneficiar de esta iniciativa por el momento.
En la ¨²ltima d¨¦cada la presencia de chinches en Espa?a casi se ha duplicado, pero este a?o se ha hecho especialmente fuerte en Lavapi¨¦s, con 40.000 habitantes. Su picadura no trasmite enfermedades, pero produce prurito y enrojecimiento. ¡°Las empresas nos cuentan que si antes ten¨ªan cinco servicios a la semana en esta zona, ahora tienen 15¡±, explica Osuna. El 2010 tambi¨¦n se recuerda en Lavapi¨¦s como complicado. En la farmacia de la plaza sol¨ªan vender cuatro cremas para tratarse las picaduras al mes. Ahora es diario.
Isabel, que viv¨ªa en una corrala de la calle Esperanza, ha terminado mud¨¢ndose dentro del barrio. Dos veces el casero mand¨® fumigar la casa por indicaci¨®n suya, pero no hubo manera. ¡°Tiene que ser una actuaci¨®n integral, de todo el edificio. No serv¨ªa de nada que yo siguiese el protocolo, porque mis vecinos eran extranjeros y les daba miendo quejarse y que les echasen del pa¨ªs, o de renta antigua sin ganas de l¨ªos...¡±, relata. A la puerta de la corrala, una veintea?era de acento eslavo reconoce que en su casa tambi¨¦n hay chinches. Expresa frustraci¨®n y su intenci¨®n de cambiarse de vivienda ya.
Diego Cruz, portavoz adjunto socialista en el Ayuntamiento, se felicita de la actuaci¨®n, pero echa en falta m¨¢s premura: ¡°Hace tiempo que los vecinos se quejaban, pero a los de Lavapi¨¦s se les trata como ciudadanos de segunda. En otros sitios se hubiese actuado antes¡±. Una campa?a informativa entre los inmigrantes ser¨ªa recomendable, pero Cruz no lo ve posible. ¡°A los inmigrantes se les ha alejado del sistema de salud, ?c¨®mo hacer una campa?a?¡±, se pregunta.
La picaresca reina y hay intrusismo entre los fumigadores. Milagros Fern¨¢ndez de Lezeta, directora general de la Asociaci¨®n Nacional de Empresas de Control de Plagas (ANECPLA),? es clara: ¡°El problema no es que te quiten los chinches, son las posibles intoxicaciones¡±. Por eso recomienda consultar la lista de empresas profesionales de su p¨¢gina.
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