C¨®mo sobrevivir a la sanidad p¨²blica
El caso de las cl¨ªnicas de paliativos es s¨®lo el ¨²ltimo eslab¨®n de una sanidad que se deshumaniza
En los casi cinco a?os de enfermedad de mi hermano, desde que se detectara su c¨¢ncer de colon y pasara por primera vez por quir¨®fano el 6 de junio de 2009, he conocido lo que es lidiar con la sanidad p¨²blica de Catalunya. Frente a la indiscutible profesionalidad del equipo de Oncolog¨ªa del Hospital Cl¨ªnic, otros factores parecen actuar en contra de la curaci¨®n o de la calidad de vida de los pacientes a su cuidado.
El primero de ellos son las listas de espera, que, en el caso de Jordi Roma, mi hermano, se concretaron en cuatro meses de angustiosa demora para que le operaran de una met¨¢stasis hep¨¢tica, detectada ya en la primera intervenci¨®n. Fue un verano infernal en el que cuando el cirujano estaba de servicio hab¨ªa siempre nuevos pacientes que pasaban por delante de Jordi. Yo llamaba al menos dos veces por semana para preguntar a la coordinadora de programaci¨®n cu¨¢ntos pacientes ten¨ªa por delante, y si el martes eran cuatro, el viernes, seis. Mientras tanto, el crecimiento del tumor se acercaba inexorablemente al punto en que ya no era posible la intervenci¨®n.
¡ª No tenemos suficientes quir¨®fanos ¡ªme contest¨® el Jefe de departamento cuando consegu¨ª hablar con ¨¦l a mediados de septiembre¡ª. Como usted no consiga que abran m¨¢s...
Ignoraba yo entonces que los quir¨®fanos estaban ocupados por pacientes que ingresaban como privados a trav¨¦s de la empresa Barnacl¨ªnic, vinculada al hospital, con preferencia sobre los que solo pertenec¨ªan a la sanidad p¨²blica, como averig¨¹¨¦ despu¨¦s.
El segundo motivo de asombro se produjo cuando Jordi pudo optar a alguno de los tratamientos experimentales que llegaban al Cl¨ªnic. Mi hermano, con poco m¨¢s de cincuenta a?os y una excelente constituci¨®n, reun¨ªa todas las condiciones menos una: su diagn¨®stico psiqui¨¢trico. Aunque se tratara de un trastorno de la personalidad controlado m¨¦dicamente, era una mancha en su curr¨ªculum por la que, ¡°seg¨²n los protocolos de las farmac¨¦uticas norteamericanas con los que llegan estos tratamientos, quedan excluidos estos pacientes¡±. ?Estamos ante una selecci¨®n de la especie, por la que s¨®lo los mejor adaptados e inteligentes merecen vivir o hay alguna base cient¨ªfica para tal discriminaci¨®n?
La tercera plaga, no menos grave por conocida, es el hacinamiento y atasco permanente en Urgencias, que ha perdido la capacidad de derivar pacientes para convertirse en una especie de l¨ªnea Maginot cada vez m¨¢s dif¨ªcil de franquear por quien precisa una cama en planta. Pero tambi¨¦n aqu¨ª rige un m¨¦todo implacable de expulsi¨®n del enfermo en cuanto se han agotado la bater¨ªa de medicamentos a probar y la eficacia de los tratamientos.
¡ªYa hemos hecho todo lo que podemos hacer en Oncolog¨ªa por su hermano ¡ªte comunican sin posibilidad de r¨¦plica¡ª. El centro de paliativos a donde lo enviamos, el Dolors Aleu, es uno de los mejores de Barcelona ¡ªme asegur¨® la asistenta social.
Pero lo que sucedi¨® en el Dolors Aleu es historia aparte, as¨ª como motivo de una denuncia que present¨¦ ante el Servei Catal¨¤ de la Salut.
Vi como Jordi era abandonado en una cama, atiborrado de medicamentos, pero sin agua, que en un enfermo diagnosticado con suboclusi¨®n intestinal, quiere decir suero. El resultado fue fulminante. Hasta solo hac¨ªa dos meses mi hermano hab¨ªa llevado una vida totalmente normal porque la met¨¢stasis hep¨¢tica y pulmonar de peque?os n¨®dulos dispersos y lento crecimiento no afectaba al funcionamiento general de su organismo; pero, pese a ello, solo sobrevivi¨® cuatro d¨ªas y 20 horas al r¨¦gimen de sed y deshidrataci¨®n, falta de sueros y fallos en la dieta l¨ªquida pautada, que padeci¨® en la instituci¨®n.
Pero, el caso de las cl¨ªnicas de paliativos es s¨®lo el ¨²ltimo eslab¨®n de una sanidad que se deshumaniza. Cortar el cord¨®n umbilical que ha unido tantos a?os a un enfermo con su onc¨®logo o m¨¦dico de cabecera, parece el camino m¨¢s seguro o r¨¢pido a la muerte. ?Cu¨¢ndo el onc¨®logo que atend¨ªa hasta el final a su paciente se convirti¨® ¨¦l mismo en un engranaje m¨¢s de esa m¨¢quina que hace entrar, correr por la cadena y expulsar pacientes como a una pelota?
Poco despu¨¦s descubr¨ªa cu¨¢ntos amigos y conocidos han vivido la precipitada muerte de seres queridos que no sobreviv¨ªan ni una semana en uno de estos centros de paliativos. ?Simples casos de malas pr¨¢cticas m¨¦dicas? ?Cuesti¨®n de camas que hay que dejar libres para que las ocupen los que desbordan los hospitales? A nadie le deseo vivir lo que yo he vivido esos ¨²ltimos meses.
Pepa Roma es periodista
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