Las jefas de la mafia china
Dos mujeres eran los presuntos cerebros de dos organizaciones criminales desmanteladas en Madrid las ¨²ltimas semanas: una red de cl¨ªnicas ilegales y otra de extorsi¨®n en casinos
Una era conocida como la doctora Huang y la otra como Lingfen Yin. Una tiene 46 a?os y la otra 32. Una lleg¨® hace 10 a?os desde Zhejiang, la provincia de la que proceden la mayor parte de los aproximadamente 80.000 chinos que viven en Madrid, y la otra aterriz¨® en Espa?a en 2003 desde Fujian. Una es ¡°bajita y rellenita¡± y la otra es ¡°alta y delgada¡±. Cada una a su estilo, eran los cerebros de dos redes mafiosas, una de cl¨ªnicas ilegales y otra de extorsi¨®n en casinos, que han sido desmanteladas en las ¨²ltimas semanas, tras a?os de investigaciones del Grupo V de la Brigada Provincial de Extranjer¨ªa de Madrid.
Los agentes entraron hasta la cocina de la casa de la doctora Huang, en un segundo piso del n¨²mero 18 de la calle Nicol¨¢s S¨¢nchez, en el distrito de Usera, al sur de la capital, donde se concentra una gran parte de la comunidad china madrile?a desde finales de los noventa. Junto a la hornilla, al lado de una de las cacerolas, hab¨ªa un aspirador antediluviano, ¡°un aparato primitivo que se utilizaba hace d¨¦cadas para practicar abortos y que a¨²n ten¨ªa restos org¨¢nicos¡±. Debi¨® pas¨¢rsele por alto a la doctora y a su marido y colaborador, que d¨ªas antes hab¨ªan trasladado hasta un piso cercano parte de los materiales y de los medicamentos chinos que acumulaban en su casa, todos de contrabando, colados en los contenedores que llegan en barcos desde su pa¨ªs al puerto de Valencia. Hab¨ªan sido testigos de c¨®mo la polic¨ªa precintaba d¨ªas antes la cl¨ªnica de su principal competidor, el doctor Chen, con el que manten¨ªan una guerra de precios. Mientras ¨¦l cobraba los abortos a 120 euros, ella los cobraba a 90. Mientras ¨¦l pod¨ªa llegar a cobrar por una primera consulta hasta 750 euros, ella las rebajaba hasta 60. Y as¨ª el negocio se manten¨ªa y crec¨ªa. La doctora Huang presuntamente lideraba un boyante sector sanitario clandestino que perder¨ªa en esta operaci¨®n policial un total de seis falsas cl¨ªnicas ¡ªtodas en el mismo barrio y en casas particulares¡ª y se saldar¨ªa con ocho detenidos acusados de un delito de ¡°intrusismo profesional¡± y contra la salud p¨²blica.
Las cifras del delito
- En la operaci¨®n contra las cl¨ªnicas ilegales la policia detuvo a ocho personas de nacionalidad china, desmantel¨® seis centros, intervino 300 piezas instrumentales y 148.000 pastillas.
- En la operaci¨®n contra la red de extorsi¨®n en casinos los agentes realizaron 21 registros, detuvieron a 31 personas (siete ingresaron en prisi¨®n), intervinieron 800.000 euros, letras de cambio por valor de 1,2 millones y cheques al portador de m¨¢s de 630.000 euros; adem¨¢s solicitaron las medidas cautelares sobre 50 inmuebles, 45 veh¨ªculos y el bloqueo de 550 cuentas bancarias desde las que se efectuaron movimientos de m¨¢s 75 millones.
El caso es que, viendo que le cortaban las barbas a su vecino, la doctora quiso poner las suyas a remojar y con la ayuda de su esposo retir¨® una camilla que ten¨ªa en el sal¨®n ¡ªdejando el correspondiente cerco en la pared¡ª, se llev¨® parte de los centenares de medicamentos y de pastillas abortivas que acumulaba (llegaron a incautarse hasta 148.000), vaci¨® la habitaci¨®n que usaba de posoperatorio... Pero no le dio tiempo a m¨¢s.
Esa misma ma?ana, la del 27 de junio pasado, ella volv¨ªa a casa de hacer unos recados por el barrio y vio a dos hombres en el portal. Quiso pasar de largo pero, tras ser apercibida por ellos y ense?arles la documentaci¨®n, no le qued¨® m¨¢s remedio que invitarlos a entrar en su casa-cl¨ªnica, donde la esperaban su marido y su hija de corta edad. ¡°Todav¨ªa hab¨ªa material quir¨²rgico, bistur¨ªs, pinzas, y dem¨¢s utensilios en muy mal estado, oxidados, y jeringuillas desechables reutilizadas¡±, relata un agente. ¡°Hasta se hab¨ªa preocupado por reciclar los puntos de sutura, que hab¨ªa replegado con esmero¡±. El resto de los enseres, en un estado semejante, los encontrar¨ªa la polic¨ªa horas m¨¢s tarde de su detenci¨®n: ¡°Bast¨® con seguir los pasos del marido. ?l solito nos llev¨® a su almac¨¦n¡±.
Lingfen Yin era la mano derecha del ¡®capo¡® chino m¨¢s conocido: Luis Yen
La doctora Huang es una mujer popular desde hace a?os entre la comunidad china, que por regla general suele preferir los servicios m¨¦dicos de sus compatriotas a los espa?oles por facilidad y confianza. A ella ¡ªveterana en estas lides¡ª, a diferencia del resto, apenas le hac¨ªa falta poner anuncios en los peri¨®dicos chinos que, aparte de captar potenciales clientes, ponen sobre aviso a la polic¨ªa. El boca a boca era suficiente para tener una nutrida cartera de pacientes ¡ª¡°centenares¡±¡ª y una lista de espera de al menos dos d¨ªas para atender consultas. La clave era no aceptar nunca ning¨²n cliente que no fuese chino, porque, pase lo que pase, ¡°rara vez denuncian, indican los agentes, que por ese mismo hermetismo se las ven y se las desean para conseguir ¨®rdenes en los juzgados. Esta ¨²ltima vez se equivoc¨®. Una denuncia de un compatriota por una infecci¨®n estomacal que le cost¨® 3.500 euros y un cebo en forma de falsa paciente teledirigida por la polic¨ªa la delataron. Actualmente se encuentra en libertad provisional y, a juicio de los polic¨ªas y mientras llega el d¨ªa del juicio, ¡°estar¨¢ intentando volver a montar el negocio. Esto funcional as¨ª¡±.
La se?ora Huang lideraba un negocio sanitario clandestino desde hace a?os
Apenas una par de semanas despu¨¦s la polic¨ªa deten¨ªa en su chal¨¦ del barrio del Bercial en Getafe a la bella Ling Fen Yin. Una mujer atractiva y seductora convertida a sus 32 a?os ¡ªcasada y con hijos peque?os¡ª, en la mano derecha de Wen Hai Ye Wang, m¨¢s conocido como Luis Ye, el ¡°gran mafioso¡± chino de Espa?a, un Al Capone oriental, una autoridad en la comunidad china que ha logrado zafarse de la justicia y de la polic¨ªa varias veces sin que hayan dejado de pisarle los talones. Era rara la tarde que no estaba aparcado el Mercedes Ml de Ye a la puerta del chal¨¦, ¡°porque se cuidaban mucho de tener conversaciones telef¨®nicas¡±, apunta un agente. La visitaba casi a diario, justo antes de que ella saliese, perfectamente arreglada y con su elegante caminar, hacia el casino o hacia la partida de p¨®ker o de mahjong ¡ªel m¨¢s popular juego de fichas chino¡ª que hab¨ªan organizado en cualquiera de los hoteles de lujo de la capital. Las reglas eran distintas en cada caso.
Una era la chica que estaba siempre ah¨ª cuando un jugador se quedaba sin dinero
Lingfen desarroll¨® incre¨ªbles artes de acompa?ante en el casino de Torrelodones, uno de los m¨¢s frecuentados por los chinos, tradicionalmente aficionados al juego. All¨ª conoci¨® a Ye hace a?os y en poco tiempo se convirti¨® en la prestamista perfecta, en la mujer que estaba siempre ah¨ª cuando a alg¨²n jugador enganchado se le acababa el dinero. Su funci¨®n era simple: lograr un acuerdo de pr¨¦stamo ¡ª¡°de entre 5.000 y 15.000 euros¡±¡ª con unos intereses del 10% diarios. Con los a?os la cosa se fue sofisticando. Dej¨® de llevar dinero encima, despu¨¦s de sufrir varios asaltos, aunque en su casa la polic¨ªa incaut¨® 25.000 euros en met¨¢lico. Directamente abr¨ªa dep¨®sitos de caja en los casinos y ped¨ªa fichas cuando lo requer¨ªa la ocasi¨®n. Ella coordinaba a otras cuatro o cinco chicas que se repart¨ªan por la sala para detectar potenciales clientes perdedores. Y, una vez que ca¨ªan en sus redes, les hac¨ªan firmar ¡ª¡°en una servilleta, en un posavasos, o donde fuera¡±¡ª el compromiso de pr¨¦stamo y les requisaban la documentaci¨®n (DNI o pasaporte). Luego Lingfen les hac¨ªa la transacci¨®n de dinero o de fichas a sus chicas en el ba?o de mujeres ¡ªel ¨²nico que sitio donde no hab¨ªa c¨¢maras¡ª para que se lo hicieran llegar a sus clientes. ¡°La mayor parte de los jugadores pagaban, pero siempre hab¨ªa algunos que no, y entonces empezaban las extorsiones¡±, explican los agentes, que aseguran que las deudas superaban el mill¨®n de euros.
Hac¨ªan las transacciones en el ba?o de mujeres para evitar c¨¢maras
¡°La mayor parte son empresarios chinos con mucho dinero¡±, cuentan los investigadores. La propia Lingfeng se encargaba de hacer de cobradora del frac, pero cuando el tiempo corr¨ªa, activaba a su marido, Xian Xian Ruan, y a sus hombres: ¡°Amenazas de muerte sobre familiares, palizas, amputaciones de miembros, secuestros¡¡±, eran sus habituales maneras de presionar.
De nuevo, varias ins¨®litas denuncias de deudores aterrorizados pusieron a la polic¨ªa sobre la pista de la red de extorsi¨®n hasta conducirles a esas salas de hotel en las que montaban sus timbas. ¡°Estaban perfectamente ama?adas, siempre eran cuatro jugadores: dos falsos (magos, encargados de ama?ar el juego), una persona de la organizaci¨®n ¡ªque pod¨ªa ser la propia Lingfen¡ª y la v¨ªctima que acud¨ªa pensando que jugaban en igualdad de condiciones y sin las cartas y las fichas marcadas. Los desvalijaban¡±.
El negocio era redondo. Siempre ganaban. Hasta que el pasado 7 de julio no fue Yen quien llam¨® a la puerta del chal¨¦ de Lingfen, sino dos polic¨ªas que la condujeron, junto al ¡°jefe¡± Yen y a otras cinco personas, hasta la c¨¢rcel como presunta culpable de un delito de extorsi¨®n y blanqueo de capitales.
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