Escoger a tientas
El que el PSOE haya tenido que elegir entre candidatos poco o nada conocidos significa que algo estructural falla en los partidos
Las primarias del PSOE por el momento han constituido un ¨¦xito. No lo parec¨ªa, incluso en momentos daba la sensaci¨®n que estaban abocadas al fracaso, pero el resultado final creo que ha sido muy positivo. Y no por el l¨ªder escogido, que a¨²n debe demostrar su val¨ªa, sino por la alta participaci¨®n registrada.
Efectivamente, en la recogida de firmas para presentar candidatos particip¨® un 38% de los militantes que, para esta funci¨®n y dado que dichos candidatos, por ser bastante desconocidos, no pod¨ªan suscitar adhesiones previas entusiastas, no era una cifra baja. Sin embargo, ahora la participaci¨®n ha sido del 67%, desbordando todas las previsiones. Ello significa que en el partido socialista hay militantes muy motivados, sin duda preocupados por la dif¨ªcil situaci¨®n de su partido pero, en todo caso, dispuestos a seguir confiando en ¨¦l debido, probablemente, a que lo consideran indispensable para seguir vertebrando la sociedad espa?ola.
En cierta manera, esta alta participaci¨®n puede ser una buena lecci¨®n de las bases socialistas a sus dirigentes. A pesar de los errores cometidos por estos durante los ¨²ltimos a?os ¡ªespecialmente en la etapa del Gobierno Zapatero¡ª los afiliados al partido son seguidores infatigables y, cuando les dejan participar, participan. Ahora bien, m¨¢s all¨¢ de estas consideraciones optimistas, encontramos tambi¨¦n el reverso de la medalla: los candidatos. No se trata de juzgar si son buenos o malos candidatos, porque esta resulta ser una tarea imposible al ser su personalidad pr¨¢cticamente desconocida. Conoc¨ªamos a Eduardo Madina porque hace a?os, siendo ¨¦l muy joven, fue objeto de un criminal atentado de ETA, pero poco m¨¢s. Los otros dos, incluido el triunfador Pedro S¨¢nchez, eran hasta hace pocas semanas unos perfectos desconocidos.
?Es esto bueno y normal en un partido como el PSOE, que arrastra una larga tradici¨®n hist¨®rica, representa a una corriente ideol¨®gica tan potente como la socialdem¨®crata, obtiene la confianza de millones de votantes en todas las elecciones, sean del nivel que sean, y que ha encabezado el Gobierno de la naci¨®n durante 21 de los 34 a?os de democracia constitucional? Sin duda, no es ni bueno ni normal. Al contrario, significa que algo estructural muy grave falla en los partidos como organizaciones pol¨ªticas.
No creo que ello suceda en las empresas, ni en las grandes ni en las medianas o peque?as. Un cursus honorum interno, o unos fichajes externos, son capaces de ir cubriendo las bajas en los puestos de direcci¨®n sin grandes traumas y, en todo caso, quienes van ascendiendo hacia la c¨²pula del poder no son desconocidos sino personas que han ocupado ya importantes puestos de responsabilidad donde han demostrado sus capacidades. Esto ha sucedido tambi¨¦n hasta ahora en los partidos.
Estamos en la generaci¨®n de Pedro S¨¢nchez y Susana D¨ªaz, los que rondan los cuarenta y, en muchos casos, su experiencia vital m¨¢s intensa ha consistido en la vida interna de partido
Recordemos las anteriores primarias del PSOE, con Almunia y Borrell de candidatos. Ambos hab¨ªan ocupado antes importantes cargos ministeriales por los que eran ya muy conocidos. Almunia fue ministro de Trabajo en el primer Gabinete Gonz¨¢lez, despu¨¦s fue ministro de Administraciones P¨²blicas y, en los ¨²ltimos a?os, ha sido por dos veces comisario europeo. Borrell comenz¨® siendo concejal de Madrid, despu¨¦s alcanz¨® merecida fama como secretario de Estado de Hacienda y despu¨¦s fue presidente del Parlamento Europeo. Cosas parecidas pueden decirse de Aznar y Rajoy. Todos sab¨ªamos pues de antemano qui¨¦nes eran y, m¨¢s o menos, de qu¨¦ pie calzaban: compet¨ªan por el liderazgo con un acreditado bagaje previo.
Solo con Zapatero se trunc¨® esta trayectoria. Tambi¨¦n era un perfecto desconocido hasta acceder a la secretar¨ªa general del PSOE. Fue la primera vez que se impuso la idea de que la renovaci¨®n de un partido pasaba por un relevo generacional: se pasaba a valorar m¨¢s la juventud que la experiencia. Zapatero quiso arrinconar a una vieja guardia socialista que, en muchos casos, rondaba los cincuenta a?os. Licenci¨® a una generaci¨®n que a¨²n pod¨ªa dar mucho de s¨ª, aunque al final tuvo que echar mano de viejos de tanta val¨ªa como Ram¨®n J¨¢uregui y Alfredo Rubalcaba. El triste balance de su Gobierno demostr¨® que all¨ª hab¨ªa faltado experiencia. Por tanto, Zapatero se carg¨® a la generaci¨®n anterior y, de paso, a la suya.
Ahora estamos en la generaci¨®n de Pedro S¨¢nchez y Susana D¨ªaz, los que rondan los cuarenta y, en muchos casos, su experiencia vital m¨¢s intensa ha consistido en la vida interna de partido. Algo falla en la selecci¨®n del personal pol¨ªtico. Las razones son muy complejas y no hay espacio para abordarlas aunque es necesario hacerlo con amplitud y profundidad. Los partidos, cuando menos el PSOE, no sabe generar l¨ªderes pol¨ªticos experimentados.
Pero hay que dar un margen de confianza a Pedro S¨¢nchez. Tampoco Felipe Gonz¨¢lez o Alfonso Guerra ten¨ªan gran experiencia profesional y resultaron ser un t¨¢ndem de ¨¦xito. Quiz¨¢s estamos ante un futuro gran pol¨ªtico. Pero de momento no lo sabemos, es m¨¢s, no tenemos ni siquiera elementos para juzgarlo. Escogemos a tientas. Este es el problema.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
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