Lecturas roncadas
"Lo cierto es que [Sexus] fue muy le¨ªdo por jovencitos ajenos a la presunta gloria literaria de Miller y algo m¨¢s pr¨®ximos al descubrimiento propio del autoerotismo"
Cuando el verano aprieta las meninges se despistan hasta el punto de hacerse un l¨ªo con las lecturas elegidas para pasar las tardes de calor, y as¨ª uno puede sorprenderse releyendo cosas como Sexus, de Henry Miller, sin saber por qu¨¦. A este buen hombre, que pudo ser un excelente directivo del servicio de correos norteamericano, le dio por ser artista, a fin de dejar huella distinta de s¨ª mismo al de acu?ador de sellos, de modo que se puso a escribir convencido de que algo ten¨ªa que decir m¨¢s all¨¢ de sus aturdidas jornadas de trabajo, su afici¨®n a la ingesta de alcohol duro y su querencia un tanto dram¨¢tica por las mujeres, m¨¢s exactamente por lo m¨¢s alto en la entrepierna de las mujeres. Y, encima, lo hizo.
Se convirti¨® as¨ª en un pelmazo de mucho cuidado, que a menudo tomaba su propio nombre para designar el h¨¦roe novelero de sus ocurrencias (cosa que, que yo sepa, no han hecho jam¨¢s ni Antonio Gala, ni Francisco Umbral, ni S¨¢nchez Drag¨®, que ya es decir), unas ocurrencias en las que el maestro mezclaba curiosos nombres pertenecientes a la alta cultura, acaso para mostrar (que no demostrar) que est¨¢bamos ante una persona cult¨ªsima, daba la paliza sobre los m¨²ltiples y siempre engorrosos discursitos sobre el sentido de la vida, para terminar de manera inevitable en una alocada descriptiva de centenares de achuchones sexuales, aburridos hasta decir basta, en los que lo ¨²nico que quedaba claro era que Miler ten¨ªa una polla como una olla, alardeaba de ella sin reposo, y que era capaz de dar servicio a cualquier mujer, a cualquier hora y en cualquier circunstancia, lo que, de ser cierto, vendr¨ªa a ser lo ¨²nico rese?able en este tocho de m¨¢s de 600 p¨¢ginas, un suplicio a la mayor gloria de un picha brava de los de aqu¨ª te pillo, aqu¨ª te mato (de gusto, no deja de insistir el obsesivo autor), en una prosa digna de una Cor¨ªn Tellado m¨¢s o menos pornogr¨¢fica.
Sexus se public¨® en l949, despu¨¦s de numerosos problemas con la censura (como el audaz autor esperaba, ya que el torro estaba destinado "a despertar las conciencias"), y bastante m¨¢s tarde apareci¨® en una editorial sudamericana, antes de que Alfaguara la incluyera en su cat¨¢logo algo despu¨¦s de la muerte de quien ya supone el acalorado lector. En la solapa de la edici¨®n que manejo (Edhasa, 2012), se asegura sin remilgos que Henry Miller es "un renovador del arte narrativo a la altura de Proust, Joyce o Faulkner", lo que resulta algo exagerado, a?adiendo un "si bien solo ¨¦l tuvo que enfrentarse a una f¨¦rrea censura", lo que es incierto. Lo cierto es que fue muy le¨ªdo por jovencitos ajenos a la presunta gloria literaria de Henry Miller y algo m¨¢s pr¨®ximos al descubrimiento propio del autoerotismo, lo que tampoco est¨¢ nada mal, sobre todo si les impon¨ªan como lectura obligada en bachillerato la delicada La lozana andaluza, que no creo. No es casual que en la ¨²ltima versi¨®n de la peli El cabo del miedo el malo mal¨ªsimo Robert de Niro deposite un sobado ejemplar de Sexus bajo el cubo de basura de la casa donde habita la adolescente que quiere violar. Es exactamente su lugar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.