El mundo nos mira
Lo peor no es que en el resto del planeta no sigan demasiado lo que ocurre en Catalu?a sino que no entienden lo que ven
A nadie se le escapa que buena parte de las posibilidades de ¨¦xito del proceso de independencia de Catalu?a pasa por colocar ese expediente en la agenda internacional. Los l¨ªderes independentistas no se cansan de repetirlo: el mundo nos mira. De momento, sin embargo, parece que el mundo nos mira poco y nos entiende menos.
Hasta ahora, la diplomacia paralela que despliega la Generalitat ha dado resultados m¨¢s bien magros. Junto a notables meteduras de pata, como el penoso episodio de las cartas enviadas a algunos presidentes de gobierno europeos, recientemente recordado por Jean-Claude Juncker, ha sido evidente la incapacidad del presidente Mas para conseguir encuentros de nivel en sus viajes al exterior. Angela Merkel acaba de dejar claro que en la canciller¨ªa alemana no se le espera, mientras que el catal¨¢n Valls no se ha mostrado tampoco muy receptivo.
Para olvidar ha sido la decisi¨®n de la Alianza de Liberales y Dem¨®cratas Europeos de admitir en su grupo a los eurodiputados de UPyD y Ciutadans, dejando claro que su presunto apoyo al derecho a decidir, que Converg¨¨ncia nos hab¨ªa vendido como un pasaporte seguro a la independencia, iba a quedar para m¨¢s adelante, concretamente ad calendas graecas.
El pasado viaje de Mas a Estados Unidos ofreci¨® tambi¨¦n alg¨²n episodio iluminador, como cuando el presidente del Senado de California trat¨® de consolar al conseller Mas-Colell por la eliminaci¨®n de La Roja en Brasil. La prensa af¨ªn jale¨® la altiva respuesta del conseller, tal que una estocada digna de alg¨²n h¨¦roe del Tricentenario, cuando lo relevante era lo que la presuposici¨®n del pol¨ªtico estadounidense revelaba: que no ten¨ªa ni pajolera idea de que Catalu?a pudiera estar teniendo un problema con Espa?a. Nada relacionado con este viaje mereci¨® un tratamiento preferente en la prensa estadounidense de referencia. El pasado lunes, sin embargo, The New York Times (NYT) s¨ª se hizo eco de la catadura moral del l¨ªder simb¨®lico de nuestro proceso de transici¨®n nacional. El lector del NYT ha aprendido que, en un lugar llamado Catalonia, los padres de la patria tienen los pies de barro¡ y las cuentas en Andorra.
No es f¨¢cil que alg¨²n europeo m¨ªnimamente informado pueda ver marginaci¨®n pol¨ªtica y grav¨ªsima discriminaci¨®n econ¨®mica hacia Catalu?a
Menos mal que nos queda la coherencia. El mismo Parlament que consider¨® irrenunciable el derecho a la autodeterminaci¨®n de la oprimid¨ªsima Catalu?a se lo acaba de negar a saharauis, kurdos y palestinos, tan dados al lloriqueo sin causa alguna que lo justifique, como se est¨¢ pudiendo comprobar estas ¨²ltimas semanas.
As¨ª pues, nada bueno en el frente internacional. Y uno no sabe qu¨¦ es lo m¨¢s grave de todo esto, si el rid¨ªculo permanente o las mentiras que nos vienen repitiendo el Govern, su partido y sus aliados sobre lo f¨¢cil que va a ser todo porque por esos mundos de Dios no se habla de otra cosa que de lo que pasa aqu¨ª, preocupados como est¨¢n por c¨®mo van a poder seguir viviendo sin nosotros si un d¨ªa damos el portazo y nos largamos del Estado espa?ol. Hasta el gran Francesc Pujols result¨® m¨¢s prudente cuando escribi¨® aquello de que un d¨ªa los catalanes ir¨ªamos por el mundo y lo tendr¨ªamos todo pagado.
Lo peor, con todo, no es que no nos miren demasiado, sino que no entienden lo que ven. Es dif¨ªcil hacerle comprender a un ciudadano de Boston que nos queremos ir de Espa?a porque tenemos una situaci¨®n fiscal que, por m¨¢s que algunos se empe?en, no es mucho peor que la que pueda tener Massachussets en Estados Unidos.
No es f¨¢cil que alg¨²n europeo m¨ªnimamente informado pueda ver marginaci¨®n pol¨ªtica y grav¨ªsima discriminaci¨®n econ¨®mica hacia Catalu?a cuando el principal partido nacionalista catal¨¢n ha apoyado la mayor¨ªa de los presupuestos del Estado de las ¨²ltimas d¨¦cadas y el Gobierno de Catalu?a ha sido protagonista durante treinta a?os de los principales pactos pol¨ªticos y de los sucesivos sistemas de financiaci¨®n auton¨®mica que han estado vigentes en Espa?a, incluyendo el actual. A¨²n m¨¢s dif¨ªcil de entender para muchos europeos debe de resultar la denuncia de opresi¨®n cultural y ling¨¹¨ªstica cuando, en un pa¨ªs en el que el 55% de la poblaci¨®n tiene como lengua materna el castellano, toda la ense?anza obligatoria se imparte casi exclusivamente en catal¨¢n, que es tambi¨¦n, en la pr¨¢ctica, la lengua ¨²nica de la Administraci¨®n.
Cierto, tambi¨¦n hay problemas: un Gobierno recentralizador en Madrid; algunos desajustes, no menores, en fiscalidad e infraestructuras; pol¨ªticas educativas que, sin mejorar nada el sistema vigente, provocan destrozos evitables; y, sobre todo, una tendencia a usar lo catal¨¢n para ganar votos en otras partes con agresivas campa?as espa?olistas que son peor que pol¨ªticamente criminales, porque son un profundo error.
Puede haber, pues, motivos para el conflicto. Pero no los hay, ni de lejos, para algo tan dr¨¢stico como una secesi¨®n. Y eso es lo que perciben en Europa y en los Estados Unidos. Tenemos la excepci¨®n, claro, de la Liga Norte, entusiasta del proceso catal¨¢n. Y es que ¡°Roma, ladrona¡± y ¡°Espa?a nos roba¡± riman en asonante. En fin, amigos, el mundo nos mira. Y no sale de su asombro.
Francisco Morente es profesor de Historia Contempor¨¢nea en la UAB
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