El caballero de Medina y el caballo, de Olmedo

Felipe IV, apasionado de las artes, reuni¨® la mayor colecci¨®n de pintura europea de su ¨¦poca, se hizo construir un teatro, el Coliseo del Buen Retiro, cuyas puertas abri¨® al p¨²blico madrile?o como si de un corral de comedias se tratara; se rode¨® de dramaturgos y alent¨® la representaci¨®n de comedias de repente (improvisadas), como las que hoy han vuelto a poner de moda Impreb¨¬s y compa?¨ªa.

De cuanto divert¨ªa el teatro a su Corte y de cu¨¢n liberal era tal diversi¨®n podemos hacernos una idea a trav¨¦s de El caballero de Olmedo, comedia disparatada en la que Francisco de Monteser, dramaturgo habitual de las fiestas palaciegas, parodia de lleno la obra hom¨®nima de Lope y la propia figura del monarca. La joven Compa?¨ªa de los Otros acaba de reestrenarla 363 a?os despu¨¦s, con un t¨ªtulo aclaratorio y jocoso: El caballero de Olmedo, el de Lope no, el otro, en el festival Clasicoff de Nave 73, pujante espacio esc¨¦nico alternativo.

Monteser sigue la trama de Lope paso por paso, desde una ¨®ptica bufa, como si Tello (el gracioso), se hubiera adue?ado de la voluntad del autor, los dem¨¢s personajes se hubieran contagiado de su punto de vista y se hubieran aplicado a poner en solfa al un¨ªsono todo cuanto en el sistema de valores ¨¢ureo merece respeto, empezando por el honor. Para Monteser, la doncellez de Elvira es aparente, su padre no es quien pre?¨® a su madre, y Alonso, su enamorado, es un cobardica. Pero lo que m¨¢s sorprendente resulta hoy es la conciencia que los personajes tienen de ser criaturas metaliterarias. V¨¦ase, por ejemplo, cuando el protagonista no acaba de despedirse de Elvira; Don Rodrigo, que le aguarda emboscado para darle matarile, sale a meterle prisa (¡°As¨ª os est¨¢is, don Alonso/ cuando yo y diez compa?eros/ a mataros esperamos/ en el camino de Olmedo¡±) y, para no postergar m¨¢s tiempo un desenlace sabido por todos los personajes, Alonso coge la puerta y le promete a Elvira regresar en cuanto le hayan asesinado, suceso que a ella parece preocuparle menos que el que pueda pillar un catarro en el camino.

En su procedimiento par¨®dico, El caballero de Olmedo de Monteser prefigura el Manolo, de Ram¨®n de la Cruz; las parodias oper¨ªsticas que hicieron algunos libretistas de zarzuela, La venganza de don Mendo y, como se?ala F¨¦lix Estaire, autor de la versi¨®n, La loca guerra de las galaxias. La funci¨®n, dirigida por Juli¨¢n Ortega, est¨¢ muy bien puntuada, y los acentos c¨®micos, puestos en su lugar, con ¨¦nfasis a veces: un poco de temple y de valoraci¨®n de la verdad dram¨¢tica subyacente no vendr¨ªan mal en momentos clave. La actualizaci¨®n de Estaire, afortunada y pertinente, resultar¨ªa mejor todav¨ªa si prescindiera de ciertas palabras que remiten al aqu¨ª y ahora. Entre las actuaciones, destacan por su definici¨®n las de Jos¨¦ Ram¨®n Iglesias e Irene Serrano. Un redescubrimiento, en suma, que ha valido la pena.

EL CABALLERO DE OLMEDO, EL DE LOPE NO¡­?Autor: Francisco de Monteser. Int¨¦rpretes: H¨¦ctor Carballo, Jos¨¦ Ram¨®n Iglesias, Rafael Ortiz, Gerardo Quintana e Irene Serrano. Direcci¨®n: Juli¨¢n Ortega. Nave 73.