¡°A veces no es tu vida la que vives¡±
Recuerdos de infancia y desahucios llevan de un cargo en un banco a la vid familiar
O¨ªr el golpe seco de la u?a del caballo y ver c¨®mo se parte la tierra a su paso con el arado¡¡±, reconstruye con la voz entrecortada, mirando a los vi?edos familiares aun desiertos en la primera ma?ana. Son sensaciones muy alejadas las que siente ahora Merc¨¨ Cusc¨® (Sabadell, 1970) de las de hace un a?o, cansada entonces de otro tipo de resquebrajamientos, como el del desahucio del piso de unos ancianos cuyo pecado fue avalar el ilusionante pero fallido negocio del hijo. Ella estaba en el pelot¨®n de ejecuci¨®n como jefa de una oficina de Caixa Sabadell. Ese lado de la vida y algo que se coc¨ªa en su interior la llevaron a dejar su lucrativo puesto para dedicarse a su incipiente bodega en el Pened¨¨s, Mas Cand¨ª.
El nuevo DNI
- Merc¨¨ Cusc¨®
- 43 a?os
- Exdirectora de agencia bancaria
- Copropietaria bodega vitivin¨ªcola
Debe ser verdad que la tierra te llama. ¡°El primer Giralt Cusc¨® se instal¨® aqu¨ª, en Les Gunyoles d¡¯Avinyonet, en 1624; eran payeses del sur de Francia; con el tiempo se pas¨® de Cal Cusc¨® a la casa de al lado, Mas Candi, nombre que acentuamos comercialmente¡ Lo impactante es c¨®mo se ha conservado durante generaciones este peque?o patrimonio de tres trozos de vi?as, a pesar de guerras y hambres¡¡±. Todo esto lo averigu¨® mucho despu¨¦s; hasta entonces, apenas sab¨ªa que su padre, hu¨¦rfano desde tierna edad y aconsejado por un cura, arrend¨® las tierras a una familia y se fue a estudiar electr¨®nica a la Barcelona de los a?os 60, saltando a la SEAT. Y se instal¨® en Sabadell. En la memoria infantil de Merc¨¨ quedaban los veranos en el pueblo paterno en una casita e im¨¢genes de s¨ª misma ¡°aclarando melocotoneros, acudiendo a la vendimia, conduciendo un peque?o tractor y saltando m¨¢rgenes, siguiendo mariposas y haciendo figuritas de arcilla con la tierra¡±.
Era de ciencias. ¡°Quer¨ªa ser bi¨®loga, pero sab¨ªa que me morir¨ªa de hambre y me apunt¨¦ a Econ¨®micas pensando ya en entrar en un banco¡±. As¨ª ser¨ªa. Pero como la memoria reside en el coraz¨®n, en aquellos recuerdos, como hacen ahora en sus vides las hojas que caen a un suelo que ellos aran poco, ferment¨® la idea de vivir en el campo. ?Por qu¨¦ no? La cosa se aceler¨® en 1996, cuando conoci¨® a Ramon Jan¨¦, viticultor de la zona. ¡°Me dijo que era pay¨¦s y le contest¨¦: ¡®Qu¨¦ chulo, ?no?¡¯¡±. Cuando ya fue su esposo, cinco a?os despu¨¦s, le confes¨® que cre¨ªa que se burlaba de ¨¦l. Luego pidi¨® un traslado porque en 1998 decidi¨® ya ir a vivir al pueblo. ¡°No se pod¨ªa dejar perder todo esto¡±, se?ala con la cabeza las vides. Su padre estaba por venderlo, pero una fuerza quiz¨¢ no tan desconocida la empuj¨® a convencer a toda la familia que lo que ten¨ªan que vender era su casa en la c¨®moda Sabadell y se fueran con ella. Incluso arrastr¨® a su t¨ªa de 102 a?os. Luego, aprovechando un ERE, la chica cerebral tomaba una decisi¨®n con las entra?as y dejaba trabajo fijo y una ¡°santa n¨®mina¡±.
¡°Te est¨¢s arruinando profesionalmente la vida¡±, fue la respuesta del jefe. Pero Cusc¨® cree hoy m¨¢s que nunca que lo que se arruinaba era la existencia entera si segu¨ªa as¨ª. ¡°Muchas veces no es tu vida la que ves y vives¡±. Lo hab¨ªa intuido mucho antes. ¡°Como estudiante de Econ¨®micas recuerdo conceptos que esperaba no tener que aplicar nunca; he visto cosas muy desagradables estos a?os: se cargan los valores y las personas por los beneficios econ¨®micos de las entidades, los bancos ni pueden ni quieren cambiar las cosas; su problema es que no ven la cara de la gente: son s¨®lo n¨²meros y c¨¢lculos de riesgo en un despacho¡±.
Ah¨ª ha quedado un armario lleno de caros traje-chaqueta; la piel de otra Merc¨¨
Ah¨ª ha quedado un armario lleno de caros trajes-chaqueta de ejecutiva que hoy, claro, no se pone. La piel de otra Merc¨¨. ¡°Ahora puedo ser yo misma, sin ning¨²n rol extra; he recuperado c¨®mo era¡±. ?Y c¨®mo era? ¡°No tan dura y m¨¢s sencilla; en el banco estaba m¨¢s seria, ahora sonr¨ªo m¨¢s¡±, dice practic¨¢ndolo. Tambi¨¦n han desaparecido, pura magia, palpitaciones y contracturas que la hab¨ªan llevado a la oficina en collar¨ªn. Y el colirio para los resecos ojos y las reuniones infinitas, sustituidas por una cierta soledad a la que, admite sorprendida, se ha aclimatado ¡°bastante deprisa¡±.
Desde el coraz¨®n de Mas Cand¨ª, Merc¨¨ confirma a voz en grito a su madre (vides y caminos mediantes) que s¨ª, que su hijo Jordi (¡°antes, ni le ve¨ªa casi¡±) est¨¢ con ella mientras comprueba cu¨¢ndo toca arar con el caballo. ¡°No est¨¢ demostrado que d¨¦ mejor vino, pero al vi?edo lo tratas mejor, hay m¨¢s respeto a la tierra y minimizas la intervenci¨®n del hombre¡±. Tampoco labran tanto: sus vi?edos tienen una tenue alfombra verde. ¡°De tanto roturar y abonar, en muchas tierras no hay equilibrio, no hay vida¡±. Ante el estupor de su padre, en la bodega hay ¨¢nforas hechas a mano ex profeso para fermentar el vino y su yerno quiere dejar gallinas sueltas por entre las vides. ?M¨¢rketing? ¡°Podr¨ªa serlo, pero lo sentimos as¨ª; las cepas viejas no tienes por qu¨¦ arrancarlas y m¨¢s si dan uvas espectaculares; otra cosa es si buscas producci¨®n masiva¡±.
Por el af¨¢n por recuperar las cosas de anta?o y la necesidad de dar ¡°un valor a?adido a un vino que se paga fatal¡±, en 2006 arrancaron la bodega, con una ¨²nica premisa: caldos ¡°superbienhechos¡±, tranquilos, en apenas 15.000 botellas de vino y otras tantas de cava. Total: siete a?os para el primer beneficio. ¡°En casa siempre hab¨ªamos hecho vino para nosotros¡±, apunta Merc¨¨, con obsesiva voluntad de conservarlo todo y de hacerlo como antes, hasta recuperar variedades de uva olvidadas. Quiz¨¢ la explicaci¨®n est¨¦ en un gran documento doblado, el ¨¢rbol geneal¨®gico de la familia: ¡°Soy hija ¨²nica, yo cierro ese ¨¢rbol y acabo con los Cusc¨®¡±, constata, sin acritud. S¨ª, quiz¨¢ ah¨ª se cierren 390 a?os, pero se mantendr¨¢ una manera de entender el mundo.
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