Maroto prende la mecha
Cuando el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, aviva la tensi¨®n sobre las ayudas sociales que reciben los inmigrantes sabe que juega a favor de una corriente que crece. ?No ser¨ªa mejor reflexionar para apurar el sistema m¨¢s justo posible?
El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, sabe que decenas de miles de sus vecinos critican en voz baja las ayudas sociales a los inmigrantes. Consciente de este malestar, ha decidido hablar en su nombre provocando una viva pol¨¦mica en la clase pol¨ªtica pero no en el ¨¢mbito ciudadano. ?Es l¨ªcita esta postura que se ha entendido como oportunista mirando a las pr¨®ximas elecciones? ?O simplemente es la expresi¨®n inmediata de un sentimiento prendido en amplios sectores de una sociedad agrietada por la crisis? Con su lenguaje cr¨ªtico, Maroto se aproxima a los dogmas xen¨®fobos. Posiblemente no le importe porque siente el apoyo de muchos ciudadanos y as¨ª considera que se siente fortalecido. Pero no deber¨ªa perseverar m¨¢s all¨¢ de la rentabilidad pol¨ªtica que le suponga porque en su condici¨®n de alcalde se olvida de quienes no piensan igual.
Es as¨ª como est¨¢ abriendo una inquietante brecha m¨¢s propia de otros reg¨ªmenes nada solidarios. En Vitoria, y en el resto de Euskadi, las ayudas sociales son ahora un elemento de fricci¨®n. Desgraciadamente se ha instalado una venenosa corriente de opini¨®n alentada por los efectos del paro y de las desigualdades que compromete las conquistas del Estado de Bienestar alcanzado. Y no deber¨ªa propagarse m¨¢s all¨¢ porque solo responde a prejuicios sobredimensionados a partir -y es verdad- de algunas realidades injustas. A ras de calle se conocen beneficiarios del sistema de ayudas sociales que en nada contribuyen a su digna justificaci¨®n.
Maroto est¨¢ abriendo una inquietante brecha"
Es ah¨ª donde deber¨ªa aplicarse un control exhaustivo para fortalecer la raz¨®n de existir de este m¨¦todo compensatorio que aplacar¨ªa la creciente intranquilidad ciudadana. Incluso, siempre desde una acci¨®n coordinada de los grupos parlamentarios, podr¨ªa escrutarse la idoneidad de su marco legislativo para afinar su aplicaci¨®n m¨¢s justa posible. No resulta edificante que las hirientes cr¨ªticas de Maroto se vean correspondidas por unas histri¨®nicas descalificaciones desde el PNV, como ha ocurrido, o desde otros partidos.
La acci¨®n y la reacci¨®n resultan est¨¦riles. Las l¨®gicas diferencias de criterio se deber¨ªan llevar ¨²nicamente al cauce de un sereno debate institucional que comenzara sin apriorismos y procurara la idoneidad del reparto equitativo. Bien es verdad que en puertas de la precampa?a municipal se antoja quim¨¦rico, incluso resulte iluso, apelar al di¨¢logo sereno en una materia tan sensible y proclive a la demagogia. Pero que no sea por intentarlo. No vaya a ser que prenda la mecha en la calle.
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