Os presentamos a Jordi Pujol
Despu¨¦s de 'fer pa¨ªs' y de 'fer pol¨ªtica', al ciclo vital del 'pujolismo' le queda una tercera y ¨²ltima fase: 'fer net'
Cuatro a?os atr¨¢s, publicaba (junto con Paola Lo Cascio y Jos¨¦ Manuel R¨²a) un libro titulado Econom¨ªa franquista y corrupci¨®n (para no economistas y no franquistas), dentro de la colecci¨®n Con Franco viv¨ªamos peor impulsada por el editor Ram¨®n Serrano. El texto iba encabezado con una cita del panfleto ¡°Os presentamos al general Franco", escrito por Jordi Pujol y mecanografiado por Marta Ferrusola, en el marco de la campa?a de protesta ante la visita del Dictador a Barcelona en la primavera del a?o 1960 y que, la estupidez franquista, dar¨ªa pie a los llamados Fets del Palau, origen ¨¦pico del pujolismo. Pujol afirmaba: ¡°El general Franco, el hombre que pronto vendr¨¢ a Barcelona, ha elegido como instrumento de gobierno la corrupci¨®n. Sabe que un pa¨ªs podrido es f¨¢cil de dominar, que un hombre comprometido por hechos de corrupci¨®n econ¨®mica o administrativa es un hombre servil. Por esta raz¨®n el R¨¦gimen ha fomentado la inmoralidad en la vida p¨²blica y econ¨®mica. Como sucede en ciertas profesiones indignas, el R¨¦gimen procura que todo el mundo se ensucie las manos y est¨¦ comprometido. El hombre que pronto vendr¨¢ a Barcelona, adem¨¢s de un opresor, es un corruptor¡±. Represi¨®n y corrupci¨®n eran las dos caras de la misma moneda del Caudillo, por la gracia de Dios. Al terror franquista que hel¨® la sangre de las clases populares, cab¨ªa a?adir la complicidad de propietarios y burgueses en la corrupci¨®n institucionalizada por la Dictadura. En este sentido, Jordi Pujol pon¨ªa el dedo en la llaga de su propia clase social, que consider¨® al franquismo un regalo del cielo (bendecido por el clero) para sus negocios y patrimonios hasta que la necesidad de incorporarse en el Mercado Com¨²n les empuj¨® a soltar el lastre casposo de la democracia org¨¢nica.
Jordi Pujol, espoleado por su esposa, no tan s¨®lo asumi¨® la responsabilidad de la protesta (Josep Benet le avis¨® con antelaci¨®n de la llegada de la polic¨ªa a su domicilio) sino que bebi¨® del c¨¢liz amargo del Consejo de Guerra, la c¨¢rcel y el destierro. De esta manera, el pujolismo nac¨ªa con un ADN netamente antifranquista y su l¨ªder se revest¨ªa con una aureola ¨¦tica intachable sacrificando su libertad y sus bienes. El nuevo mes¨ªas catal¨¢n hab¨ªa recibido en el Tagamanent enfundado en pantalones cortos la revelaci¨®n de su misi¨®n de conducir a su pueblo a la tierra prometida y as¨ª se lo expuso sin tapujos a su novia en la primera cita. Catalu?a, por encima de todo. Incluso de la familia. Marta no tan s¨®lo estaba de acuerdo sino que esta era la raz¨®n principal que le empujaba a compartir su vida con ¨¦l.
En el relato can¨®nico de la figura de Jordi Pujol ¡ªconstruido por ¨¦l mismo en sus memorias¡ª se subraya su car¨¢cter de padre de la patria (con frecuencia en detrimento del de paterfamilias) por encima de los negocios o de la pol¨ªtica para recalar en los cimientos de los valores morales de la naci¨®n.
La vida y obra de Jordi Pujol est¨¢ al servicio de Catalu?a, para algunos incluso Pujol encarna Catalu?a. Pujol se pod¨ªa equivocar pero no en beneficio propio. Pujol se pod¨ªa saltar la ley pero siempre a favor del pa¨ªs. Pujol no era consciente y mucho menos responsable de los negocios familiares o de la financiaci¨®n irregular de su partido. Del saqueo del Palau de la M¨²sica se enter¨® por la prensa. F¨¦lix Millet era una v¨ªctima como ¨¦l mismo de la mala fe del Estado, como se apresur¨® a declarar su propio hijo Oriol.
La confesi¨®n (m¨¢s justificativa que explicativa) de corrupci¨®n continuada de Jordi Pujol, espoleada como siempre por su esposa, abre en canal el pujolismo y as¨ª mismo una v¨ªa de agua de gran calibre en el barco desnortado de CDC, el partido que fund¨® a su imagen y semejanza y que ha dirigido a su antojo. El fraude moral de Jordi Pujol me recuerda al de Enric Marco (el superviviente impostor de los campos nazis). El enga?o no est¨¢ en lo que dec¨ªa (o predicaba) sino en quien lo dec¨ªa. El medio es el mensaje de la estafa moral. Una historia que hay que escribir aunque tengamos que recurrir a la ficci¨®n de Javier Cercas. En esta ocasi¨®n el instante de gloria ser¨ªa el 30 de mayo de 1984 cuando, en respuesta a la querella por el caso Banca Catalana, despu¨¦s de mancillar el Parlament se asom¨® al hist¨®rico balc¨®n del Palau de la Generalitat, no para proclamar la Rep¨²blica Catalana como Maci¨¤, ni el Estado Catal¨¢n como Companys, ni el Ja s¨®c aqu¨ª de Tarradellas, sino su autoridad ¨¦tica y moral urbi et orbi.
Esperemos que Jordi Pujol (y Oriol Pujol), con independencia de regularizar sus obligaciones con Hacienda y su derecho a defenderse (y por consiguiente a callar o mentir, si procede) en el ¨¢mbito judicial, de cumplida respuesta a las preguntas que se le formulen en sede parlamentaria.
Despu¨¦s de fer pa¨ªs y de fer pol¨ªtica, el ciclo vital del pujolismo solo se puede cerrar de manera honorable con una tercera y ¨²ltima fase: fer net. Esperemos que en esta ocasi¨®n tambi¨¦n su esposa le ayude a dar el paso y mecanografiar su confesi¨®n. S¨ª, Jordi, por el bien de Catalu?a, incluso pasando por encima de la familia.
Andreu Mayayo i Artal es Catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la UB.
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