¡°Estaba tan harta de que llamaran de noche que le tir¨¦ un cubo de agua¡±
Los vecinos del barrio se quejan del ruido, peleas y suciedad
A las cinco de la ma?ana son¨® el timbre. Rosa Buforn, de 68 a?os, se despert¨® y corri¨® preocupada al balc¨®n. No pudo contener la rabia al ver desde su piso del barrio de la Barceloneta a una joven extranjera que le ped¨ªa con gestos que le abriera la puerta del edificio. ¡°Estaba tan harta de que llamaran por la noche que le tir¨¦ un cubo de agua. Hasta hoy sigue corriendo¡±, bromea. ¡°Seguro que se le pas¨® la mona¡±.
Como ella, una gran parte de los vecinos de la Barceloneta est¨¢n hartos de la conducta ¡°inc¨ªvica¡± de muchos visitantes que se alojan en los apartamentos tur¨ªsticos. Orines, peleas, v¨®mitos, ruido y gente paseando casi desnudos ¡ª¡°en m¨ªnimos¡±¡ª centran las quejas de este antiguo barrio de pescadores en el que residen m¨¢s de 15.000 personas. Buforn vive en el n¨²mero 87 de la calle de Sant Miquel. All¨ª naci¨® y de all¨ª no se quiere mover, pese a que tiene que aguantar risas, gritos y el telefonillo a altas horas de la noche. Sol¨ªa conocer a todos los vecinos de las 24 viviendas de su finca. Hoy, solo a los de seis. Las otras se convirtieron en pisos tur¨ªsticos, asegura. Ninguno aparece en el listado de licencias concedidas por el Ayuntamiento de Barcelona.
"La Barceloneta se ha convertido hace a?os en un parque tur¨ªstico, al que la gente viene a divertirse. A cualquier hora. Y no nos dejan dormir¡±, denunci¨® ayer la Asociaci¨®n de Vecinos de L¡¯Ostia. Su vicepresidenta, Lourdes L¨®pez, explica que llevan m¨¢s de una d¨¦cada pidiendo que se erradiquen los apartamentos tur¨ªsticos del barrio. Existen 72 con licencia, ¡°pero si se cuenta a los ilegales ser¨ªan m¨¢s de 800¡±, insiste.
"Nuestro barrio se ha
El Consistorio ha abierto 113 expedientes a pisos tur¨ªsticos sin permiso municipal en la Barceloneta desde 2011. Estos d¨ªas, L¨®pez lleva siempre consigo un portafolio con fotos: a las de los italianos nudistas que ayer coparon p¨¢ginas en los peri¨®dicos, se suman la imagen de dos chicas tomando mojitos en una piscina hinchable puesta sobre la acera y las de varios j¨®venes sentados temerariamente sobre los m¨¢rgenes de una azotea o la barandilla de una terraza.
¡°Aqu¨ª viv¨ªamos gente mayor, pero se fueron muriendo y sus hijos vendieron las viviendas¡±, explica Fernando L¨®pez, de 70 a?os y vecino de Rosa Buforn. Asegura que ha tenido que llamar a la Guardia Urbana un par de veces a causa del ruido. ¡°El a?o pasado no hab¨ªa tantos. Vivo aqu¨ª dese hace 22 a?os, pero me he planteado irme¡±, admite.
¡°Si vinieran turistas de verdad, no habr¨ªa problema. Pero no gamberros¡±, zanja Pepita, de 60 a?os. ¡°A veces salimos al balc¨®n y vemos parejas haciendo el amor sobre los coches. Y de forma tan escandalosa que somos nosotras a las que nos termina dando verg¨¹enza y nos metemos de nuevo en casa¡±, cuenta, mientras friega la acera adyacente a su finca.
El ¡°aire de pueblo¡± que a¨²n guarda el barrio es lo que m¨¢s gusta a sus habitantes. Se aprecia al mirar hacia arriba y ver la ropa que cuelga de las ventanas u o¨ªr las conversaciones que van de un balc¨®n a otro. Una mujer levanta con alegr¨ªa el toldo del suyo y anuncia que ha regresado de sus vacaciones. ¡°?Bienvenida!¡±, gritan Buforn, Pepita y otra vecina desde sus respectivas terrazas y portales.
El Ayuntamiento solo ha
Ese aire es lo que temen perder los vecinos con la proliferaci¨®n del un tipo de turismo por el que se sienten invadidos. ¡°Bienvenido, turista. El alquiler de apartamentos tur¨ªsticos destruye el tejido socio-cultural de esta zona y promueve la especulaci¨®n. En consecuencia, muchos de nuestros vecinos se ven obligados a abandonar el barrio. Disfruta de tu estancia¡±, reza una pancarta sobre una terraza.
A unas cuantas calles, un hombre gu¨ªa a dos turistas hasta el edificio en el que se encuentra el piso en el que se hospedar¨¢n durante sus vacaciones en Barcelona. ¡°?Qu¨¦ es lo que quieren los vecinos, que esto vuelva a ser un pueblo de pescadores? Si no fuera por estos apartamentos, nadie comer¨ªa en los restaurantes del barrio. Los turistas mueven la econom¨ªa de la zona¡±, defiende.
Sentado en un banco del paseo de Joan de Borb¨®, Joan Batllori, de 80 a?os, se muestra esc¨¦ptico: ¡°No dejan ingresos. Los restaurantes est¨¢n llenos pero no con los que se alojan en estos pisos. Aqu¨ª solo vienen los turistas de bocata¡±.
David Aguilar, el responsable de la inmobiliaria frente a la cual se concentraron los vecinos el pasado martes cree que ¡°hay mucha envidia¡±. ¡°Muchos vecinos alquilan habitaciones a turistas. Eso s¨ª est¨¢ prohibido¡±.
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