¡®La Traviata¡¯ estrena la temporada l¨ªrica de la Orquesta Sinf¨®nica
El ¡®Addio del passato¡¯ de Elena Mosuc puso los pelos de punta al p¨²blico, que llen¨® el Palacio de la ?pera de A Coru?a

La primera Temporada L¨ªrica organizada conjuntamente por el Consorcio para la Promoci¨®n de la M¨²sica y Amigos de la ?pera de A Coru?a ha dado comienzo con la primera representaci¨®n de la ¨®pera de Verdi La Traviata. Las entradas del Palacio de la ?pera de A Coru?a estaban agotadas el pasado jueves desde hac¨ªa d¨ªas por la gran expectaci¨®n causada por la calidad de los intervinientes: Elena Mosuc ¨Cque ha sustituido a Desir¨¦e Rancatore-, Celso Albelo y Leo Nucci como protagonistas vocales de un reparto a las ¨®rdenes de Ram¨®n Tebar al frente de la direcci¨®n musical, con la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia y el Coro de la Sinf¨®nica, junto a un escogido reparto de comprimarios vocales.
Si la ¨®pera, teatro cantado al fin, tiene un sentido es transmitir los caracteres y las emociones de los personajes a trav¨¦s del canto. En este sentido se podr¨ªa decir que hubo dos triunfadores en la noche: Mosuc fue quien logr¨® una mayor cota de emoci¨®n en sus intervenciones: en E strano! E strano¡ mostr¨® todas las dudas de Violetta acerca de los sentimientos de Alfredo, pero sobre todo la zozobra de la cortesana que descubre por primera vez el verdadero amor.
En el segundo acto, su reacci¨®n ante la irrupci¨®n de Germont en su vida tuvo una gran credibilidad, mucho mayor que la que cabr¨ªa esperar dada su tard¨ªa incorporaci¨®n al elenco. Su actuaci¨®n, tanto dram¨¢tica como vocalmente, fue de menos a m¨¢s y as¨ª su Addio del passato fue, literalmente, espeluznante: la emoci¨®n puso los pelos de punta al auditorio y recibi¨® la ovaci¨®n espont¨¢nea m¨¢s c¨¢lida y sincera de la noche.
Pero, como en otras ocasiones y por diversas circunstancias, fue Leo Nucci quien se alz¨® con el santo y la limosna. Con su largu¨ªsima experiencia y las facultades que conserva, magn¨ªficas para su edad, Nucci sobrevuela alrededor o por encima de sus personajes... y de sus compa?eros de reparto. En esta Traviata compone un Germont m¨¢s complejo que el habitual tosco campesino acomodado capaz de todo por un honor fundido y confundido con la ambici¨®n. Su canto en Pura sicome un angelo y su actitud f¨ªsica en Dite alla giovine si bella e pura frente a la petici¨®n de ¡°un abrazo de padre¡± por parte de Violetta retratan magn¨ªficamente a un hombre fr¨ªo, duro y calculador.
Su canto y presencia esc¨¦nica en la posterior Di Provenza, il mar il suol tuvo el aplauso m¨¢s duradero de la noche. Y, como en otras ocasiones, funcion¨® el mecanismo: cuando disminuye la ovaci¨®n, surgen nuevos y sonoros bravos y comienzan las peticiones individuales de bis, muy bien repartidas en el espacio f¨ªsico del Palacio de la ?pera. Entonces el mayor otorgador de bises del s. XXI ¡°cede¡± a las peticiones; pero en esta ocasi¨®n lo hizo de tal forma que emborron¨® el recuerdo de una gran aria inicial. Esta qued¨® desdibujada en la repetici¨®n por el menor brillo vocal, con un fraseo menos generoso y una interpretaci¨®n m¨¢s rutinaria.
Celso Albelo posee una de las grandes voces de tenor del momento con un timbre riqu¨ªsimo en matices y una vocalidad de gran brillantez. Seguramente por su uso de los resonadores faciales, presenta por momentos una cierta nasalidad a lo Kraus que, lejos de emborronar su timbre, rico en limp¨ªsimos agudos, lo enriquece. Su Alfredo se ve algo lastrado dram¨¢ticamente por un cierto ensimismamiento en la pura vocalidad por encima de todo, con tempi estirados por encima de lo que aconseja y aun permite el fluir de la acci¨®n, algo que proporcion¨® m¨¢s de un desajuste en sus d¨²os con Mosuc pero no influy¨® en los concertantes, s¨®lidamente asegurados por Tebar.
Y esta ajustad¨ªsima y brillante actuaci¨®n de comprimarios, orquesta y coro en el final del segundo acto es un buen ejemplo de lo mucho que pueden aportar a esta reci¨¦n iniciada Temporada L¨ªrica los que han de ser sus cuerpos estables. Sobre todo cuando sean comandados por directores de la calidad de Ram¨®n Tebar, confirmada este a?o tras la magn¨ªfica impresi¨®n que dej¨® el a?o pasado con su Lucia. Los comprimarios cumplieron ampliamente con sus papeles, tanto vocal como dram¨¢ticamente.
La direcci¨®n esc¨¦nica de Mario Pontiggia se ajusta a la idea matriz de esta producci¨®n: un vestuario que, como manifiesta Natalia Lamas, Presidenta de Amigos de la ?pera, es ¡°r¨¦plica del que el insigne dise?ador Piero Tosi realiz¨® para El Gatopardo ¡°. Una escenograf¨ªa de telones pintados, con la misma estructura para la casa de Violetta, la de Flora y muy similar para el jard¨ªn campestre de Violetta y Alfredo; algo m¨¢s antigua que cl¨¢sica y muy del gusto m¨¢s conservador. Por su parte, el vestuario tiene un predominio de negros y tonos oscuros, incluso en las escenas de las fiestas y la luminotecnia pasa incluso inadvertida, quiz¨¢s de puro discreta y cauta.
Nada, en resumen, que pueda perturbar el m¨¢s comedido ambiente. El absoluto conservadurismo de la producci¨®n relega a otros foros la eterna pregunta sobre la renovaci¨®n y rejuvenecimiento del p¨²blico. La b¨²squeda de un transitable camino intermedio entre las producciones muse¨ªsticas y la provocaci¨®n de las adaptaciones actualizaciones extremas queda relegado a otros foros. Al menos, mientras se llene el Palacio.
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