La Contrarreforma...local
Quieren una ciudadan¨ªa anestesiada, que acepte instituciones locales no ya tuteladas sino designadas como hicieran sus ancestros
La caterva que dice gobernarnos en autonom¨ªas, municipios. Administraci¨®n General del Estado, y parcelas anejas no puede evitarlo, lo suyo es Trento en estado puro, tan cercano adem¨¢s a Sal¨° donde aguardan algunos de sus perros guardianes. La Contrarreforma tridentina, a veces nada metaf¨®rica, campa a sus anchas a la sombra de sotanas ya se trate de los derechos de las mujeres a disponer de sus cuerpos o de la reproducci¨®n de la especie, ya se trate de las ONG, inmigrantes j¨®venes, manifestantes adolescentes o viejos indignados. La ordotoxia remozada sin concilio alguno se traduce en el garrotazo y tentetieso. Por el retrovisor de tan decididos tridentinos asoman las im¨¢genes de homenajes a los terroristas, con la correspondiente apolog¨ªa del terrorismo que no otra cosa fue el acto de Aguilar de Campoo a la Legi¨®n C¨®ndor, la que bombardeara Gernika, y tantas ciudades, puertos, ferrocarriles o trincheras de la democracia. M¨¢s pronto que tarde alg¨²n neodem¨®crata har¨¢ lo propio con la Aviazione Legionaria, basada en Mallorca, la partida de forajidos que envi¨® Mussolini en beneficio de los generales sublevados y que tantos recuerdos dej¨® en Barcelona, Tarragona, Castell¨®, Puerto de Sagunto, Valencia --con el prodigio de asesor valenciano en la isla base de los terroristas-- Gandia, Alicante, X¨¤tiva, Alcoi..
La pesadilla de los Ayuntamientos comenz¨® con el retraso en la convocatoria electoral. Ese desfase que impuso Martin Villa y sus secuaces mientras enviaban al tinte las camisas azules y reconstru¨ªan a toda prisa una organizaci¨®n pol¨ªtica homologable a las de los democr¨¢tas. Era, adem¨¢s, la pesadilla de 1931 y su consecuencia para la instituci¨®n mon¨¢rquica. Incorregibles, adem¨¢s de est¨²pidos anacr¨®nicos, la democracia local les descompone. Y aunque con dos a?os de retraso, las primeras elecciones democr¨¢ticas a los Ayuntamientos desde la II Rep¨²blica, da un vuelco a todos los resultados precedentes: la izquierda plural las gana con autoridad, y el cambio en las ciudades y los pueblos ser¨¢ la se?a de identidad de un per¨ªodo fecundo de compromiso y participaci¨®n social sin precedentes...sin sucesi¨®n desde los noventa del siglo pasado.
Ahora, al parecer, pretenden enmendar la Constituci¨®n, que hab¨ªan elevado a tablas de la ley, a mandamientos mosaicos. Como avezados tridentinos se apresuran a definir la Contrarreforma como la tabla de salvaci¨®n de sus intereses seculares: todo con tal que no nos ganen..despu¨¦s del saqueo ininterrumpido desde los noventa del pasado siglo, con burbujas o con emanaciones pestilentes. Se trata de no soltar el bocado que hay muchas bocas hambrientas aunque tengan los est¨®magos ah¨ªtos. Como aprendices de escol¨¢sticos tampoco nos precisan en qu¨¦ cosiste la Contrarreforma: es art¨ªculo de fe.
Ense?anza, sanidad, prestaciones sociales, pensiones, todo esto ya est¨¢ laminado. El ¨²ltimo, o de los ¨²ltimos, reducto, el local. El animador cuando hay crecimiento, el redistribuidor en forma de servicios e infraestructuras, cuando el retroceso. Proveedor permanente, gracias a las estrategias de los a?os ochenta, de econom¨ªas externas para familias y empresas (transporte y movilidad p¨²blicos, servicios personales, seguridad, cultura accesible, y muchos m¨¢s). A por ellos! claman los alevines tridentinos: todav¨ªa queda pastel para privatizar, suelo para recalificar, transferencias de costes de los amigos a la comunidad, beneficios para adjudicar en base a recursos imprescindibles como el agua potable. Un nuevo r¨¦gimen que homenajea a sus ancestros , que a?ora la ausencia del engorro del procedimiento democr¨¢tico.
Adem¨¢s de anacr¨®nicos tienen el aire est¨²pido del desmemoriado de conveniencia. Eso s¨ª, si no convencen, aplastan: los municipios, cual cortijos, sus representantes a caballo siempre.
Reforma constitucional, la que sea: los voceros a voz en grito ya anuncian que es un clamor popular (!!!) la elecci¨®n directa de Alcalde/Alcaldesa. El otorrino deber¨ªa examinarles. Clamores callejeros hay muchos m¨¢s, desde el paro, a la misma insuficiencia, asfixiante esta s¨ª, de los entes locales, a los ¨²nicos que tiene acceso el pueblo soberano. Lo que trata de hacer la piara es sustraer a la pluralidad ciudadana la oportunidad de expresarse, de elegir a sus representantes. Eso s¨ª que no est¨¢n dispuestos a tolerar, habida cuenta de experiencias del pasado. Solo les falta que impongan la composici¨®n: alcalde, cura, boticario, sargento de la guardia civil, que maestro o m¨¦dico pueden ser sospechosos herejes. Capaces son: cuentan con el "rodillo" que nadie les aplicara cuando pasaron por la tintorer¨ªa o la sastrer¨ªa del cambio de chaqueta.
Ahora se reparten los papeles de la misma tragicomedia. Unos con maneras suaves, al modo de Ciano; otros con los berridos de la partida de la porra; todos bufones con sus imitadores en cada zona del pa¨ªs: al servicio de los intereses de los de siempre. Quieren lo que casi estuvieron a punto de lograr : una ciudadan¨ªa anestesiada, subalterna que acepte instituciones locales no ya tuteladas, lo que es grav¨ªsimo, sino designadas como hicieran sus ancestros no tan remotos.
En definitiva, el objetivo no es otro que liquidar el primer pilar de la democracia, el m¨¢s pr¨®ximo a la ciudadan¨ªa....una vez esquilmada en sus recursos por los mismos que quieren prolongar torticeramente su dominio secular: los dem¨¢s por lo visto solo fueron, fuimos, un par¨¦ntesis que les molest¨® sobremanera en sus exigencias a la vez que proporcionamos d¨ªas de alegr¨ªa y bienestar a los habitantes de pueblos y ciudades.
El llamamiento es al rechazo a la Contrarreforma, en todos sus aspectos y en este singular de la Administraci¨®n local. Un rechazo por supuesto pac¨ªfico, no demag¨®gico como el que nos obsequiaron sus silentes, ahora, representantes de los a?os ochenta, violencia incluida, por cierto con frecuencia premiada con el deambular, con zarag¨¹elles o pa?olicos sobre moqueta de los pasillos institucionales.. Y si quieren reforma constitucional que comiencen, en el caso local , por la financiaci¨®n, de los municipios peque?os de ¨¢reas metropolitanas; que se precisen las competencias propias, las compartidas, y se aseguren los mecanismos para cumplir los compromisos entre administraciones, que abran de una vez las listas electorales, que promuevan la participaci¨®n ciudadana a trav¨¦s de las primarias, y tantas otras cuestiones que no aparecen en los anuncios.
Insaciable, la tribu tridentina quiere levantarse con el santo y la limosna, arrasar con todo como ya hizo con las basuras, el suelo, las aguas limpias o las residuales; con todo lo que se podr¨ªa traducir en beneficios desmesurados, en mera liquidaci¨®n de unos entes siempre fr¨¢giles ante un poder que les vuelve la espalda y les arrebata la cartera.
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