El sinvivir de los vecinos que pierden la casa por la dana y tienen que pagar su demolici¨®n
Los due?os de las primeras viviendas en Valencia que ser¨¢n engullidas por las m¨¢quinas sufragan las obras de derribo y desconocen cu¨¢ndo cobrar¨¢n del seguro
Juan ?ngel Belenguer es un n¨®mada de 51 a?os. Tras la dana que el pasado 29 de octubre arras¨® su adosado en la valenciana Catarroja (30.000 habitantes), este operario de una f¨¢brica de pinturas ha vivido de prestado con su esposa y dos hijos ¨D7 y 12 a?os¨D en tres emplazamientos diferentes. ¡°Primero nos acogieron amigos y ahora estamos en un piso de mi empresa. Es lo que hay¡±, contemporiza tras vallas pl¨¢sticas y una desgastada cinta que advierte del peligro.
Juan ?ngel resid¨ªa en una de las cinco viviendas condenadas al derribo de un conjunto de 40 adosados de la calle Tribunal de las Aguas de Catarroja. Cinco casas ¨D100 metros cuadrados cada una y con un valor antes de dana de 270.000 euros¨D de esta apacible v¨ªa de clase media ser¨¢n de las primeras en sucumbir a las excavadoras tras la cat¨¢strofe que dej¨® 224 muertos. Su demolici¨®n est¨¢ prevista en dos semanas. Y, en los pr¨®ximos meses, las m¨¢quinas engullir¨¢n otros 300 inmuebles en localidades valencianas como Massanassa, Picanya, Paiporta, Sedav¨ª o Chiva, seg¨²n el Instituto Valenciano de Edificaci¨®n (IVIE), que ha inspeccionado 9.500 propiedades en 54 municipios asolados.
Las dudas de los vecinos de las viviendas que no se derruir¨¢n de momento se acumulan como el polvo de los escombros. El trabajador social Aar¨®n, de 39 a?os, o la empresaria de est¨¦tica Reme, de 69, se preguntan si podr¨¢n regresar a su hogar con seguridad, qui¨¦n pagar¨¢ la demolici¨®n en el caso de que sea necesaria o cu¨¢ndo cobrar¨¢n del seguro. Su comunidad de vecinos ya ha tenido que adelantar 120.000 euros para el derribo de los cinco inmuebles condenados.
Para entender esta historia hay que remontarse a la g¨¦nesis de la tragedia. Tres d¨ªas despu¨¦s de la cat¨¢strofe, los pilares de las viviendas de esta v¨ªa de adosados blancos construidos a finales de los 90 comenzaron a hacer ruido. Las grietas florecieron en los muros, como si de una telara?a se tratara, y las estructuras empezaron a menguar en silencio.
Los t¨¦cnicos fijaron entonces testigos ¨Duna suerte de pegatinas¨D en las paredes para detectar movimientos. Y en cuatro d¨ªas sentenciaron el peor de los escenarios: el desalojo y demolici¨®n de, inicialmente, cinco de estos inmuebles situados a 100 metros del c¨¦lebre barranco del Poyo, epicentro del desbordamiento que origin¨® la riada.
Juan Roche relata que la situaci¨®n de su casa en Catarroja (pueblo donde se registraron 25 muertos) es lo m¨¢s parecido a un accidente de tr¨¢fico de siniestro total, cuando el veh¨ªculo queda sentenciado para el desguace. ¡°La vivienda est¨¢ hecha polvo¡±, describe sobre el adosado que adquiri¨® hace 35 a?os y que ten¨ªa alquilado por 800 euros a una familia para complementar su pensi¨®n de jubilado de la metalurgia. ¡°Todav¨ªa no me han peritado los da?os¡±, critica en una calle que evoca al per¨ªmetro acordonado de un crimen.
Juan, al menos, tiene pagada su casa. Su tocayo, Juan ?ngel Belenguer, el operario de una f¨¢brica de pinturas de la valenciana Alginet y que ya ha vivido en tres lugares diferentes tras la dana, todav¨ªa adeuda al banco 85.000 euros de la unifamiliar que compr¨® hace 10 a?os. ¡°Se acab¨® nuestra vida apacible. Primero la dana, luego el shock y ahora esto... No me puedo meter en otro piso de 250.000 euros¡±, explica.
Remedios San Macario se siente una privilegiada en medio de la oscuridad. En primer lugar porque sobrevivi¨® a la gran ola. Al contrario que un septuagenario vecino de su complejo que viv¨ªa solo y que fue engullido al no poder subir con su andador al primer piso de la unifamiliar. Y, en segundo, porque su vivienda no ser¨¢ derribada. En principio. La empresaria jubilada lamenta, sin embargo, que la inundaci¨®n frustrara un negocio ya apalabrado de vender por 270.000 euros la unifamiliar que acog¨ªa desde hace 30 a?os su centro de est¨¦tica. Y que al chasco inmobiliario tiene que sumar la incertidumbre de desconocer cu¨¢ndo cobrar¨¢ del seguro. ¡°Me dijeron que me pagar¨ªan 29.000 euros por los da?os [perdi¨® camillas, m¨¢quinas de depilar y mobiliario], pero como las grietas no paran de crecer por las paredes, el expediente est¨¢ paralizado¡±, critica esta mujer, que ha cobrado 6.000 euros de ayudas de la Generalitat y 1.800 del empresario Amancio Ortega. ¡°Mira las grietas, cada vez son m¨¢s grandes¡±, insiste se?alando con el dedo el muro de un bajo en el que se consumieron las guitarras de su marido, Jos¨¦, m¨²sico aficionado de 71 a?os.
Su vecino Aar¨®n Murillo es pesimista sobre el horizonte que encaran los residentes de la calle sentenciada por los derribos, donde ¨¦l viv¨ªa con su madre, Jara, una jubilada que se cierra en banda cuando se le pregunta por la edad. ¡°Han venido los mismos peritos que valoraron los da?os del terremoto de Lorca (Murcia) de 2011. Y esto es muy significativo¡±, clama expresivo su hijo, en referencia al se¨ªsmo que caus¨® nueve muertos y m¨¢s de 300 heridos y cuyas v¨ªctimas todav¨ªa no hab¨ªan cobrado las ayudas el pasado a?o.
Aar¨®n, que ha tenido que alquilar por 700 euros un piso en la valenciana Alc¨¤sser para su madre, su hermana, sus sobrinos y un cu?ado, teme que las advertencias de los peritos que ya han visitado sus inmuebles, y que les han trasladado que el origen de las grietas es previo a la dana, se traduzca en demoras. E incluso impagos.
?l dice haberlo visto ya todo. Y por eso no pierde la media sonrisa del rostro. La misma que esgrim¨ªa cuando se colaba disfrazado con un traje de militar en las viviendas hoy sentenciadas al derribo para llevar v¨ªveres y bidones de agua a su familia. ¡°Pasaba todos los controles con un traje oficial, pero sin insignia de ning¨²n cuerpo. As¨ª no comet¨ªa ning¨²n delito¡±, relata p¨ªcaro. En dos semanas, las excavadoras tomar¨¢n la calle donde perpetr¨® el enga?o.
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