El problema del Turismo
Si el turismo, que es una fuente de prosperidad e intercambio, se convierte en un problema, tal como sucede en Barcelona, es el resultado de una mala gesti¨®n
Si el turismo, que es una fuente de prosperidad e intercambio, se convierte en un problema, tal como sucede en Barcelona, es el resultado de una mala gesti¨®n, es decir, de la incapacidad de prever el inmediato futuro y de poner control a los abusos y a la voracidad de una parte de los agentes que sacan tajada de la industria tur¨ªstica; en definitiva, de conseguir un equilibrio entre las cualidades, usos y necesidades de la vida cotidiana y del turismo.
Llevamos a?os de cr¨ªtica y debate sobre un modelo tur¨ªstico que nos lleva al colapso. Pero en vez de aportar soluciones los problemas de convivencia se agravan. Hace tres semanas, las disfunciones generadas por el exceso de apartamentos tur¨ªsticos en la Barceloneta, que se extienden por el Ensanche, Poble Sec, Gr¨¤cia y otros barrios, provoc¨® una intensa protesta ciudadana. Cada piso tur¨ªstico es resultado de la expulsi¨®n de vecindario y, adem¨¢s, se suma el efecto perverso de que cada vez que se anuncia una moratoria en un distrito, los d¨ªas antes del plazo se conceden centenares de nuevas licencias.
Prever tiene que ver con haber tenido en cuenta la capacidad de carga de cada barrio, algo que se olvida cuando se quiere competir con metr¨®polis del tama?o, estructura y potencia pol¨ªtica de Berl¨ªn, Par¨ªs, Londres o Nueva York. A Xavier Tr¨ªas, Sonia Recasens o Merc¨¨ Homs, quienes miden por millones de visitantes y de euros, poco les interesa la escala de las calles y plazas de la ciudad hist¨®rica; del cuidado y afecto por los valores y de la memoria de los tejidos urbanos y sociales; del delicado equilibrio de los usos en los locales de las plantas bajas; o de las caracter¨ªsticas de cada barrio.
Llevamos a?os de cr¨ªtica y debate sobre un modelo tur¨ªstico que nos lleva al colapso sin aportar soluciones
La convivencia tiene que ver con la previsi¨®n de disfunciones como el abuso de los ruidos que vulneran el derecho al descanso. El poco control ac¨²stico hacia algunos turistas descerebrados tiene que ver con una guardia urbana que no est¨¢ para defender los derechos de la ciudadan¨ªa frente a los ruidos nocturnos.
Esta saturaci¨®n alentada por la administraci¨®n comporta procesos de exclusi¨®n, contra los que necesariamente reacciona la ciudadan¨ªa. El despotismo de haber cambiado el plan de usos de Ciutat Vella genera proyectos como el ileg¨ªtimo hotel en el Rec Comtal. M¨¢s hoteles expulsan vecindario y debilitan la ciudad; y la prioridad dada al desembarco masivo del turismo excluye a los barceloneses de su derecho al uso comunitario del espacio p¨²blico.
La expansi¨®n sin l¨ªmites del mundillo tur¨ªstico genera en todos los lugares similares problemas. V¨¦ase la anunciada muerte de Venecia o las quejas actuales en Berl¨ªn. O v¨¦ase la proliferaci¨®n de todo tipo de picaresca y trapicheos en los m¨¢rgenes de la legalidad: turismo sexual, clubes cann¨¢bicos, turismo de borrachera, despedidas de soltero y otros fen¨®menos que dificultan la convivencia. La alternativa es aprender de las buenas pr¨¢cticas de otras ciudades, como la movilidad sostenible en Londres, y ensayar experimentos desde procesos democr¨¢ticos, atentos a la ciudadan¨ªa cr¨ªtica, con transparencia y con un reparto efectivo e igualitario de los beneficios del turismo que, por ahora, van solo a una parte de la poblaci¨®n y, sobre todo, a los especuladores y a las franquicias tur¨ªsticas. De momento, lo que se reparten son los inconvenientes y los problemas.
Afrontar el problema del turismo no se pueda hacer desde un gobierno municipal que, con el soporte del Partido Popular, se basa en el culto a la econom¨ªa de mercado, impide la participaci¨®n ciudadana y abandona la exigencia de contraprestaciones sociales a los inversores. Solo se puede afrontar desde el ¨¦nfasis en un c¨®digo ¨¦tico; el control de la especulaci¨®n y la avaricia, que va desde los grandes operadores al peque?o propietario que perjudica a sus vecinos para alquilar sus pisos por d¨ªas. No solo se debe hacer un buen uso de la tasa tur¨ªstica, hoy dedicada a publicitar m¨¢s la ciudad, sino que se tiene que conseguir que los impuestos que ingresa el Ayuntamiento de Barcelona por las actividades relacionadas con el turismo reviertan en las personas y en los barrios; por ejemplo, los impuestos por las terrazas que se van apropiando del espacio p¨²blico, de los pisos tur¨ªsticos censados o los que pueda generar una necesaria legislaci¨®n para el "bed and breakfast". Hace falta un cambio total en la gesti¨®n del turismo, que realmente beneficie a la ciudad, basado en definir capacidades de carga, consultar a los habitantes de los barrios, establecer normas para la convivencia y para la transparencia en las inversiones, y promover otras actividades que contrapesen el monocultivo del turismo. Pero para el actual ayuntamiento, de estructura borrosa y funcionamiento opaco, que gestiona la ciudad desde las ant¨ªpodas de la transparencia y la participaci¨®n, ¨¦ste no es un objetivo. Sin embargo, la Barcelona abierta y culta, vivible y solidaria, tan caracterizada por la convivencia, se merecer¨ªa que el turismo no fuera un problema sino una ventaja.
Josep Maria Montaner, arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC
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