El delegado de la Xunta en Ourense agota el ¨²ltimo cartucho para evitar ser juzgado

Lleva m¨¢s de ocho a?os echando balones fuera. Y el ¨²ltimo lustro, arrastrando con su cargo de m¨¢ximo representante de la Xunta en Ourense el peso de su imputaci¨®n y posterior procesamiento por los supuestos delitos de malversaci¨®n, prevaricaci¨®n continuada, fraude y falsedad documental. Rogelio Mart¨ªnez, el superdelegado de Feij¨®o en Ourense, lucha hasta la extenuaci¨®n contra la decisi¨®n judicial de sentarlo en el banquillo acusado de haber cometido supuestamente cuatro delitos relacionados con el presunto desv¨ªo de las ayudas de la UE a trav¨¦s de una asociaci¨®n local que presid¨ªa en 2006, cuando era alcalde de Arnoia. Unos delitos por los que ya fue condenado en v¨ªa administrativa por la Audiencia Nacional en 2009, que le oblig¨® a devolver m¨¢s de 50.000 euros indebidamente cobrados.

Ahora, agotado sin ¨¦xito, como reconoce que ¡°esperaba¡±, el ¨²ltimo intento por escapar del banquillo ¡ªla Audiencia de Ourense ha desestimado el en¨¦simo recurso de nulidad que ha presentado contra su procesamiento¡ª el hombre de la estrecha confianza de Feij¨®o en el feudo de los Baltar anuncia que pedir¨¢ el amparo del Tribunal Constitucional. Y ya avanza que si la resoluci¨®n no le es favorable, la recurrir¨¢ tambi¨¦n. Quiz¨¢s libre al PP de la foto de su juicio en las v¨ªsperas de las municipales.

Cuando en 2009 la Audiencia Nacional conden¨® a Mart¨ªnez por haber firmado y recibido ayudas de la UE para ¡°obras inexistentes¡±, Feij¨®o precis¨® que era necesario ¡°actuar en consecuencia¡±. Se refer¨ªa solo a la petici¨®n judicial que le reclamaba a Mart¨ªnez el importe indebidamente cobrado. El presidente de la Xunta quit¨® entonces hierro al delito: ¡°No es la primera vez que una administraci¨®n se ve obligada¡± a devolver subvenciones, sentenci¨®.

Cinco a?os y medio despu¨¦s de impulsar todos los recursos posibles contra las decisiones judiciales que, ya en v¨ªa penal, lo han abocado al juicio, ni Mart¨ªnez ni Feij¨®o se dan por vencidos. El primero insiste en prolongar el estertor de su situaci¨®n apelando a su supuesta indefensi¨®n y el otro lo deja hacer con su silencio.