?ngel Franco
Pese a la baja del PSPV-PSOE, su ascendiente en el partido a¨²n es considerable y tardar¨¢ en menguar
La marcha de ?ngel Franco puede marcar el fin de una ¨¦poca en el socialismo alicantino y permitir su regeneraci¨®n. Digo puede porque falta saber si Ximo Puig no cometer¨¢ el mismo error que Joan Ignasi Pla, cuando prefiri¨® asegurarse unos votos a la soluci¨®n que Antonio Garc¨ªa Miralles le hab¨ªa puesto en bandeja. Aquella decisi¨®n de Pla le cost¨® muy cara al socialismo alicantino, que paga todav¨ªa hoy las consecuencias. Pese a la baja del Partido, el ascendiente de Franco a¨²n es considerable y tardar¨¢ en menguar. La propia divisi¨®n de los socialistas alicantinos favorece una situaci¨®n que le permitir¨¢ a Franco influir en las votaciones. Puig deber¨¢ mostrar firmeza para seguir adelante y evitar que la baja no quede en un simple enjuague, como algunos temen.
Durante m¨¢s de 20 a?os, ?ngel Franco ha ejercido un poder pr¨¢cticamente absoluto sobre el Partido Socialista de Alicante. Para ello, teji¨® entre los afiliados una vasta red de intereses que le permiti¨® controlar las asambleas locales. Lleg¨® un momento en que en el socialismo alicantino nada pod¨ªa hacerse sin el consentimiento de Franco. Bien de manera directa o a trav¨¦s de sus afines, logr¨® que ning¨²n militante lograra destacar. Cuando un concejal o un integrante del partido mostraba ideas propias o se negaba a aceptar las componendas, era fulminado en un tiempo m¨¢s o menos breve. La consecuencia fue que los miembros m¨¢s destacados se alejaron de la agrupaci¨®n, o acabaron por rendirse ante la presi¨®n de la mayor¨ªa.
El resultado de esta manera de hacer pol¨ªtica no pod¨ªa ser otro que el fracaso. Una empresa que rechaza a sus trabajadores m¨¢s valiosos es incapaz de competir y se hundir¨¢ en cualquier momento. Las sucesivas derrotas en las elecciones municipales confirmaron lo err¨®neo de esta conducta. Nunca ¡ªcon la excepci¨®n de Etelvina Andreu¡ª presentaron los socialistas un candidato con disposici¨®n y capacidad para ganar la alcald¨ªa de Alicante. Quien dude de esta afirmaci¨®n, puede revisar en las hemerotecas las declaraciones y los programas (?) de estas personas: le adelanto que se sonrojar¨¢ al leerlas. El actual estado de Alicante no es una consecuencia exclusiva de los malos gobiernos de Luis D¨ªaz y Sonia Castedo, como Gabriel Ech¨¢varri pretende hacernos creer. ?ngel Franco y quienes le han sostenido durante estos a?os son tambi¨¦n responsables de la situaci¨®n de la ciudad. De la situaci¨®n de la ciudad y del plan Rabassa. Conviene dejar claras ciertas cosas, para no aumentar la confusi¨®n.
Al hacer un balance de su actuaci¨®n en estos 20 a?os, hemos de preguntarnos si ?ngel Franco ha cre¨ªdo alguna vez en la doctrina socialista. Es probable que lo hiciera en sus comienzos, porque la juventud es siempre generosa. Con el tiempo, sin embargo, la realidad del mundo de la pol¨ªtica ¡ªesas largas d¨¦cadas en el Senado¡ª lim¨® las aristas de la ideolog¨ªa hasta convertirlo al socialismo formal como les sucede a tantos pol¨ªticos de ese partido. Franco ya hab¨ªa dado un primer aviso de la solidez de sus principios cuando, en 1988, abandon¨® la UGT para continuar con ¨¦xito su carrera en la pol¨ªtica. El olfato de este hombre para situarse, en cada momento, en el lado adecuado es su mejor cualidad, seg¨²n aseguran quienes le conocen. Es indudable que Franco ha sido una persona atra¨ªda por el poder. Aunque en su caso se trate de un poder de segunda l¨ªnea, no es por ello menos atractivo. Quiz¨¢ esa tendencia pueda explicarnos su fascinaci¨®n por el empresario Enrique Ortiz ¡ªotro hombre, como Franco, de escasos escr¨²pulos¡ª que tantos quebraderos de cabeza le ha tra¨ªdo a la postre.
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