Esperando a los b¨¢rbaros llegaron los nuestros

No s¨¦ cu¨¢n fiel a la realidad puede ser el relato que Jos¨¦ Bono reproduce en EL PA?S del domingo 14 de septiembre. De entrada, parece inveros¨ªmil que las frases pronunciadas por Pujol y Maragall fueran tan breves, tan burdas y sin matiz alguno, y en cambio las de Bono, Fraga o Rodr¨ªguez Ibarra fueran mucho m¨¢s largas, m¨¢s estructuradas y aparentemente m¨¢s razonadas. Pero no es muy importante cu¨¢n fidedigna sea la reproducci¨®n que hace de esa cena en 2005, entre otras cosas porque como m¨¢s fiel a la realidad fuera, peor papel jugar¨ªa cada uno de los asistentes a esa cena, sobre todo el propio narrador.

Bono echa en cara a Maragall que sea un perdedor porque gobierna a pesar de que ha perdido las elecciones. Esta frase ha sido pronunciada por miles de convergentes en los ¨²ltimos diez a?os. Pero lo m¨¢s extra?o no es la coincidencia en el diagn¨®stico entre un palad¨ªn del espa?olismo m¨¢s orgulloso y aquellos que ¡ªcomo dijo un d¨ªa Marta Ferrusola¡ª est¨¢n convencidos de que, con el tripartito, les echaron de la que ellos consideraban que era su casa. Lo m¨¢s extra?o es llamarle perdedor a alguien de su propio partido a la cara y mantener la esperanza de armar un proyecto com¨²n (no me refiero a un partido socialista, sino a un Estado en el que quepan diversas sensibilidades).

Bono echa en cara a Maragall que sea un perdedor porque gobierna a pesar de que ha perdido las elecciones. Esta frase ha sido pronunciada por miles de convergentes

M¨¢s adelante, cuando Maragall le pregunta si amenaza con los militares, Bono profiere una respuesta cuyo sublime contenido merece ser reproducido en su integridad: ¡°Yo no amenazo con los militares, pero creo tener la suficiente fuerza para dimitir como ministro de Defensa antes de que entre en vigor un texto que pueda perjudicar la unidad de Espa?a y, por tanto, la igualdad de derechos de todos los espa?oles. Un ministro de Defensa al que no le importa la unidad de Espa?a es como un ministro de Econom¨ªa que no sabe sumar, pero los militares espa?oles, en su conjunto, no deben preocuparos como amenaza porque son bastante m¨¢s fiables que vosotros y cumplir¨¢n con su juramento de acatar la Constituci¨®n¡±.

A continuaci¨®n, Bono, sin pudor alguno, viene a decir que el Rey, Rodr¨ªguez Ibarra, Moratinos y Gallard¨®n, tambi¨¦n comensales en esa cena, son tifosi de Bono. La analog¨ªa entre el ministro de Defensa y el ministro de Econom¨ªa es m¨¢s o menos como la analog¨ªa entre Bono, el exministro, y Bono, el cantante de U2. De vez en cuando ambos desafinan, y en este sentido tienen algo m¨¢s en com¨²n adem¨¢s del nombre, pero no hay muchas m¨¢s similitudes entre uno y otro. Adem¨¢s, quiz¨¢s conviene recordar que los militares, dirigidos por el ministro de Defensa, tienen el monopolio de la fuerza en virtud de la Constituci¨®n, no en virtud de la unidad de Espa?a. Es la Constituci¨®n la que tiene preeminencia sobre la unidad de Espa?a en la medida en que es aquella la que reconoce esta, y no al rev¨¦s.

Por ello, si, hipot¨¦ticamente, la Constituci¨®n fuera modificada de manera tal que permitiera un refer¨¦ndum de alguna de las comunidades que componen Espa?a, el ministro de Defensa no solo tendr¨ªa que callar al respecto, sino que incluso tendr¨ªa que velar por la pulcritud del refer¨¦ndum. Digo esto para se?alar que es contingente que al ministro de Defensa deba importarle la unidad de Espa?a. Sostener lo contrario es presuponer que hay normas jur¨ªdicas superiores a la Constituci¨®n a la que Bono alude permanentemente.

Al acabar la cena, Bono llama a Zapatero y le dice que Maragall no deber¨ªa estar en el partido socialista ya que este partido ¡°es el campe¨®n de la igualdad entre los espa?oles¡±. Y concluye diciendo que el d¨ªa de hechos, ¨¦l y sus tifosi ¡°no nos hemos achantado¡±. El lector, rendido a los pies de la gallard¨ªa de Bono, no puede sino concluir para sus adentros: ¡°Ol¨¦ tus huevos, Pepe¡± (ya disculpar¨¢n mi rusticidad, pero la emoci¨®n me embarga ante la viril actitud de Bono).

El texto de Bono est¨¢ trufado de horrendas met¨¢foras deportivas y ba?ado y ahogado en una grosera competici¨®n de testosterona y de coraje desmesurado. Bono se presenta a s¨ª mismo como un verdadero espa?ol que no se acobarda ante nadie. Como relato de memorias no es muy elegante, pero es una opci¨®n est¨¦tica entre varias posibles. Como estrategia pol¨ªtica, sin embargo, parece destinada a la autoinmolaci¨®n del pa¨ªs. El hilo conductor de un proyecto com¨²n en un lugar en el que hay diversas sensibilidades es, y no puede no serlo, el di¨¢logo, la negociaci¨®n y el pacto (esto se aplica tambi¨¦n a Catalu?a). La testosterona es incompatible con una resoluci¨®n civil de los problemas propios de las comunidades pol¨ªticamente complejas.

Para aquellos catalanes que pensamos que la independencia es una mala idea, leer cosas como las que escribe Bono ¡ªquien deber¨ªa ser un peculiar aliado potencial, supongo¡ª, es una derrota. Como dec¨ªa mi maestro Francisco Fern¨¢ndez Buey, esperando a los b¨¢rbaros llegaron los nuestros.

Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.