La OAMI protege desde hace dos d¨¦cadas las marcas en Europa
La 'euroagencia', con sede en Alicante, es una gran defensora de la Propiedad Intelectual La instituci¨®n aport¨® el a?o pasado 184 millones de euros al PIB valenciano
Una docena de funcionarios europeos de la reci¨¦n creada Oficina de Armonizaci¨®n del Mercado Interior (OAMI) celebraron en diciembre de 1994 la Navidad en un restaurante alicantino. Apenas se conoc¨ªan y hablaban en franc¨¦s, idioma dominante entonces en la administraci¨®n bruselense. Hab¨ªan llegado escalonadamente a una oficina del centro de Alicante desde la que ten¨ªan que completar una misi¨®n: crear la llamada marca comunitaria, una figura que asegura la protecci¨®n de las ideas o creaciones empresariales en cualquiera de los pa¨ªses de la Uni¨®n. En diciembre del a?o pasado, cerca de 2.000 trabajadores hablando en m¨¢s de una veintena de idiomas disfrutaron de la cena de Navidad de la OAMI: la vida de la euroagencia m¨¢s importante y una de las menos conocidas, de la Uni¨®n Europea ¡ªal menos en lo referido a presupuesto fijo y personal¡ª se resume en 20 a?os de trabajo exitoso en favor de los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI).
La oficina, un mastodonte privilegiado ante el mar, naci¨® para salvaguardar los DPI, un concepto jur¨ªdico dise?ado para proteger la propiedad de una idea, ya sea una patente, una marca, un dibujo, una denominaci¨®n de origen o el derecho de un autor sobre su obra. Y desde que en septiembre de 1994 un funcionario de la Oficina de Marcas y Patentes de Madrid alquilara un local en Alicante en el que recibir a todos sus compa?eros europeos, la OAMI no ha dejado de crecer. Si fuera una empresa ser¨ªa la m¨¢s importante de Alicante. Es el sue?o de cualquier administraci¨®n: se autofinancia sus m¨¢s de 419 millones de presupuesto y contribuy¨® en 2013 con 184 millones al PIB valenciano.
¡°Somos hijos directos del mercado interior y divulgamos el concepto de Europa¡±, reflexiona Luis Berenguer, miembro del gabinete de presidencia de la agencia. ¡°Un empresario chino que quiera vender en Europa tiene dos opciones: ir a cada una de las agencias nacionales, pagando cada tasa para proteger sus dise?os, o pasar por la OAMI y conseguirlo en toda la Uni¨®n. Desde el momento en que quieras vender tus productos en tres pa¨ªses, la OAMI ya sale a cuenta¡±, defiende Berenguer. Y esto vale para el empresario de Parla que quiera vender en Polonia, Lituania y Hungr¨ªa.
¡°Uno entiende aqu¨ª que la uni¨®n hace la fuerza. En los asuntos de armonizaci¨®n se comprende el valor de la Uni¨®n Europa¡±, apunta Sandra Kasperiunaite, una abogada lituana de 28 a?os. Esta experta en marcas es una de las encargadas de comprobar que una empresa que pretende conseguir su marca comunitaria no entra en conflicto con los registros de otras mercantiles, a las que mantendr¨¢ informadas si existe choque de intereses. ¡°Al final, es como la experiencia Erasmus, uno pierde la sensaci¨®n de localizaci¨®n geogr¨¢fica¡±, a?ade divertida la lituana en un espa?ol con acento italiano, resultado de aprender la lengua cervantina en un edificio que parece una torre de Babel.
Si un lema diera la bienvenida a la entrada de la OAMI ser¨ªa ¡°la Propiedad Intelectual es la obvia corona de la econom¨ªa¡±. La reflexi¨®n es de Paul Maier, director del Observatorio Europeo de las Vulneraciones de los DPI. ¡°El 96% de las personas cree que hay que proteger al que innova y, sin embargo, el problema llega cuando les preguntas por su relaci¨®n con la pirater¨ªa. El 55% de los menores de 25 a?os descarga ilegalmente de internet¡±, describe.
La tarea de Maier es hacer comprender a la sociedad que la PI genera riqueza: el 40% del PIB europeo proviene de empresas que hacen uso de los DPI. ¡°La protecci¨®n de los DPI¡±, considera, ¡°es consecuencia del desarrollo de un pa¨ªs¡±. En el siglo XIX, los grandes piratas mundiales eran los americanos. En los a?os 60 del XX fueron los japoneses. Despu¨¦s, los coreanos. Y hoy, los chinos. ¡°Hoy todos ellos son punteros en registrar sus invenciones, menos los chinos. Pero para el 2020 ya avisan que quieren ser los m¨¢s innovadores del mundo. El futuro es esto, proteger la PI. El todo gratis se acab¨®¡±, sentencia Maier.
¡°Fue un sprint desde el minuto uno¡±, cuenta Miguel ?ngel Villarrolla, el primer trabajador que puso un pie en la oficina. ¡°Empezamos haciendo contratos con papel carb¨®n, ni siquiera tuvimos ordenadores durante un tiempo. Era como volver a una oficina de los a?os 50¡±, recuerda. ¡°Durante semanas pod¨ªa escuchar mis pasos. Y f¨ªjate ahora¡±, dice frente a los mapas de expansi¨®n del segundo edificio de una oficina que ha multiplicado sus empleados. Tal es el negocio de la Propiedad Intelectual.
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