Derecho a ser olvidados
El pasado se revela ante nosotros ahora como una losa, cuyo peso en el presente resulta insoportable
"El que controla el pasado, controla tambi¨¦n el futuro". George Orwell
?Qui¨¦n no ha sentido en alguna ocasi¨®n la vanidosa tentaci¨®n de curiosear en la red, y comprobar cu¨¢nta informaci¨®n personal o profesional circula sobre su persona, accesible a los ojos de terceros? A buen seguro, no pocos finalmente hemos cedido a este impulso y con mirada orgullosa hemos verificado que nuestra imagen, nuestros logros personales y profesionales se encuentran al alcance de quien los quiera conocer. Ahora bien, esta experiencia no siempre ser¨¢ grata, y nos perturbar¨¢ en ocasiones comprobar que nuestra identidad se vincula err¨®neamente a im¨¢genes que no se corresponden con la nuestra, a informaciones que no se ajustan a nuestra realidad actual y a situaciones que ya no deseamos compartir con terceros; el pasado se revela ante nosotros ahora como una losa, cuyo peso en el presente resulta insoportable.
Es entonces cuando nos asaltan las prisas por eliminar nuestra "huella digital", como representaci¨®n de situaciones, relaciones y actuaciones que en el pasado hemos protagonizado, y que ya no interesa exponer al conocimiento p¨²blico. ?Qu¨¦ pertinaz se nos presenta la memoria on line! Y el temor nos invade ante la posibilidad casi segura de que terceros, conocidos o no, puedan acceder a informaci¨®n, personal o profesional, que nos afecta, y que en el presente que vivimos ya no deseamos que nos identifique. Por ello, de igual modo que nos justificamos ante otros y solicitamos comprensi¨®n y perd¨®n por nuestros actos pasados, deseamos ahora que internet "olvide" nuestro inc¨®modo pasado, y se nos permita esculpir una nueva identidad digital.
De pronto, miramos a Google con recelo, y con cierta desaz¨®n sentimos que en la red nuestra vida privada se encuentra demasiado visible ante miradas indiscretas de terceros; ya no deseamos que nuestra informaci¨®n personal permanezca en la red, y nuestro a derecho a ser recordados, cede paso a la necesidad de ser olvidados, para as¨ª reconciliarnos con nuestro m¨¢s inmediato presente.
Hace unos meses el Tribunal de Justicia de la UE nos reconoci¨® el derecho a ser "olvidados en internet", y fueron numerosas las expectativas que despert¨® una sentencia que hac¨ªa efectivo el derecho de oposici¨®n de los usuarios a que sus datos personales "carentes de relevancia o inter¨¦s p¨²blico" fueran indexados por los buscadores. Los usuarios fascinados por el reconocimiento de un "nuevo" derecho se apresuraron a solicitar la eliminaci¨®n de informaci¨®n personal de los resultados de los buscadores, as¨ª lo confirman las m¨¢s de 120.000 solicitudes recibidas por Google hasta la fecha, e ingenuamente confiaron en la posibilidad de llegar a reconstruir su propia identidad virtual. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Una reposada lectura de la c¨¦lebre sentencia permite concluir que no se eliminar¨¢ la informaci¨®n personal de las webs de origen; por el contrario, conforme al texto de la mencionada sentencia: "el interesado tiene derecho a que la informaci¨®n relativa a su persona ya no est¨¦, en la situaci¨®n actual, vinculada a su nombre por una lista de resultados obtenida tras una b¨²squeda efectuada a partir de su nombre".
Deteng¨¢monos a reflexionar un momento. Hasta ahora, la protecci¨®n de nuestra vida privada encontraba tutela natural en el paso del tiempo, en la fragilidad de nuestra memoria y en la limitaci¨®n del espacio. Internet ha transformado nuestro mundo, y hoy estas garant¨ªas quiebran; la informaci¨®n puede guardarse por tiempo indefinido y ser accesible para cualquiera desde cualquier punto del planeta. Frente a esta realidad, el derecho al olvido surge como respuesta a los avances tecnol¨®gicos y a las nuevas formas de amenaza a la privacidad en la red, garantizando a la persona la tutela on line de los derechos fundamentales de la personalidad, y reconociendo el derecho a mantener el control sobre la informaci¨®n personal que circula por la red. Claro que el entusiasmo que en el mundo jur¨ªdico ha despertado el reconocimiento judicial de este derecho no puede ocultar las evidentes dificultades pr¨¢cticas en su ejercicio. El derecho al olvido representa la tensi¨®n entre dos derechos fundamentales: el derecho a comunicar o recibir informaci¨®n veraz y el derecho a la autodeterminaci¨®n informativa. El equilibrio entre ambos derechos se nos antoja ciertamente complicado. Pero perm¨ªtanme recordar las palabras del actual Director de la Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos, que hago m¨ªas: el derecho al olvido "no tiene nada que ver con un derecho a reescribir la historia, un derecho a refutar la memoria o un derecho de alterar las bases documentales¡B¨¢sicamente, ning¨²n derecho tiene un car¨¢cter absoluto, ha de buscarse un equilibrio con otros derechos, principios o intereses con los que puede colisionar".
Ana Isabel Herr¨¢n Ortiz es profesora de Derecho Civil de la Universidad de Deusto www.derecho.deusto.es.
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