No basta una ley para frenar una marea
Creo honradamente que Catalu?a y Euskadi, (utilizar¨¦ el t¨¦rmino institucional) llevan vidas paralelas, en el sentido plutarquiano, de su camino hacia una eventual independencia que llegar¨¢ o no dependiendo de lo que quieran sus respectivos ciudadanos. Sostengo esto de la misma manera que esta semana o¨ªa a un tertuliano sostener que el impulso nacionalista, dec¨ªa ¨¦l, es ¨²nico. Y s¨ª, as¨ª lo creo, creo que los avances y los portazos, (porque retrocesos no he visto) son comunes, aunque en ocasiones sean repetidos.
El portazo a la ley de consultas que sufri¨® la v¨ªa catalana en el Congreso, no fue sino una reedici¨®n de aquel que sufri¨® Ibarretxe con su plan, a¨²n cuando la envoltura fuera distinta, el fondo era el mismo. Y el resultado. La v¨ªa institucional es una v¨ªa muerta que termina como las del ferrocarril, en un bloque bipartidista de hormig¨®n.
Catalu?a se ha adelantado en esta ocasi¨®n, ante la inutilidad de la v¨ªa institucional, la sociedad ha tomado la vanguardia de si misma y ha invitado, por decirlo de alguna manera, a los pol¨ªticos a sumarse, pero enti¨¦ndase bien a sumarse, en modo alguno a liderar el camino. Y este es el gran error que est¨¢ cometiendo Madrid, comprendiendo con esta expresi¨®n a pol¨ªticos y medios. A t¨ªtulo de ejemplo, Victoria Prego publicaba en su cabecera un art¨ªculo en que alertaba a los pol¨ªticos catalanes del Apocalipsis al que estaban conduciendo a Catalu?a y animaba a los madrile?os, (a los pol¨ªticos) a persistir en la Ley y a tirarles a la cabeza la Constituci¨®n.
No servir¨¢ de nada, no se puede parar la marea con un libro, por muy solemne que sea, si de verdad es marea social, a los movimientos sociales se les combate con violencia, y as¨ª no se les vence. Se le combate y eventualmente se convence, no se vence, con ideas, alguien lo ha expresado acudiendo al t¨¦rmino seducci¨®n. Podr¨¢ servir para convencer a un pol¨ªtico decir que algo es ilegal, pero para la sociedad este no es argumento.
Segundo error. Mariano Rajoy contest¨® ante el ejemplo escoc¨¦s, lo consider¨® inapropiado al hablar de la voluntad catalana y, (vasca) de votar y decidir. El motivo de ser desechado es que Catalu?a, (y Euskadi) tiene muchas m¨¢s competencias. No es eso, no, las sociedades no quieren competencias, por una transferencia no forman cadenas que cruzan los pa¨ªses, por cumplir el Estatuto de Gernika no se llenan las calles. La descentralizaci¨®n administrativa o pol¨ªtica, el as¨ª llamado autogobierno, no es la cuesti¨®n.
Se trata de poder real, concretamente poder constituyente o soberan¨ªa. Se trata del poder ser titular del poder pol¨ªtico, no de estar al albur de una mayor¨ªa en el Congreso de un acuerdo bipartidista del que, hoy por hoy, dependen hasta los cacareados derechos hist¨®ricos, que tendr¨¢n virtualidad mientras Madrid as¨ª lo quiera.
Este es el motivo de que objetivamente crezca el anhelo independentista, incluso de que objetivamente el deseo de votar sea absolutamente mayoritario, dicen algunos que s¨ª, quiz¨¢ hasta posiciones avanzadas de alg¨²n jeltzale.
Yo no estoy de acuerdo, yo creo que el motivo es m¨¢s profundo. Creo que la desafecci¨®n de los ciudadanos con la clase pol¨ªtica, (valga la expresi¨®n) mueve a la sociedad a otros modos y otras formas de hacer pol¨ªtica. Adem¨¢s creo que la profundidad de esta crisis, lo tr¨¢gico que nos ha tra¨ªdo, ha hecho que amplios sectores sociales, clase media proletarizada, proletariado camino o cerca de la frontera de la pobreza, juventud sin futuro hayan tomado conciencia de clase y desconf¨ªen absolutamente de un Estado incapaz de resolver sus problemas, carcomido por la corrupci¨®n y en manos de unas ¨¦lites lejanas.
Ante esta situaci¨®n, no bastar¨ªa la ley para frenar una marea que reclame poder, social, soberano y popular. Antes o despu¨¦s en Catalu?a o en Euskalherria o viceversa.
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