La ciudad que queremos
Necesitamos es que la izquierda tenga la grandeza suficiente para superar sus casillas ideol¨®gicas, sus egos revueltos y sus peleas de cu?ados
El mayor descubrimiento de la humanidad no fue el hacha de doble filo, ni la bombilla el¨¦ctrica, ni por supuesto el iphone 6. El mayor invento de la Historia fue la ciudad.
Esa ha sido la cuna de nuestra cultura y sigue si¨¦ndolo a d¨ªa de hoy con su caudal de aciertos, riesgos, belleza y disparates. La ciudad marca todav¨ªa la frontera que separa la barbarie de la civilizaci¨®n. Sin embargo a los que habitamos en ella, nos parece algo tan de diario que tendemos a quitarle importancia, como a que salga el sol cada ma?ana. No nos damos cuenta del milagro de relojer¨ªa que supone que ese microcosmos funcione, que los autobuses lleguen a su hora, que haya aceras para cruzarnos con el hombre o la mujer de nuestra vida, que el panadero est¨¦ en su puesto de combate a las siete de la ma?ana, que la convivencia entre extra?os sea posible y cualquiera pueda sentarse en el banco de un parque una tarde de oto?o a mirar como pasan las nubes sin m¨¢s. Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes, dec¨ªa Lawrence Durrell. Y es verdad.
?Sin embargo a veces ese mundo tan importante para nuestra felicidad puede hundirse de pronto sin que nadie repare en la velocidad de su degradaci¨®n como le ocurri¨® a Detroit, que hoy no pasa de ser un mont¨®n de chatarra. Es lo que ocurre cuando dejamos las cosas que nos importan en manos de cualquier descerebrado capaz de vender su alma al diablo por un circuito de Formula 1 o de partir un barrio a hachazos especulativos de los que sacar tajada, como ocurre en Castell¨®n, Valencia y Alicante. Porque aqu¨ª no se salva ni Cristo. Y la prueba es el decorado lamentable de aeropuertos fantasmas, parques tem¨¢ticos arruinados y ciudades de la Luz a oscuras que exhibimos como pa¨ªs en desguace.
No creo que el electorado valenciano est¨¦ por la labor de ver su ciudad convertida en una chatarrer¨ªa. Los due?os del cotarro ven peligrar sus garbanzos. Seg¨²n las propias estad¨ªsticas del PP, Podemos ser¨ªa la formaci¨®n m¨¢s beneficiada en las pr¨®ximas elecciones municipales, y eso que no se presenta. Aunque todos sabemos a favor de qui¨¦n va a remar.
Lo ¨²nico que necesitamos es que la izquierda tenga la grandeza suficiente para superar sus casillas ideol¨®gicas, sus egos revueltos y sus peleas de cu?ados. El momento desde luego requiere altura miras.
Yo tengo claro que a la hora de apostar por el futuro de mi ciudad no lo dejar¨ªa en manos de quienes la han llevado a la ruina. Puestos a hacer valer mi voto lo entregar¨ªa a gente que vive en barrios concretos y que ha peleado por ellos, gente que va al mercado y que lleva a sus hijos a jugar al parque, gente que ha sabido liderar movimientos ciudadanos sin rendirse, como La Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Accidente del Metro o la plataforma c¨ªvica Salvem el Cabanyal. Gente que tiene sentido del espacio p¨²blico como un lugar de encuentro entre los valores individuales y los intereses comunes. Quiero una ciudad que no sea una franquicia de nadie, con mayores controles democr¨¢ticos, con m¨¢s bicicletas y m¨¢s peatones, una ciudad limpia de corruptos, sin un 30% de pobreza infantil, por favor. Una ciudad menos ruidosa, m¨¢s amable, con wi-fi libre. Una ciudad por la que pasearnos a cuerpo al son de la m¨²sica que m¨¢s nos guste. Por ejemplo, Cantando bajo la lluvia para empezar este mi¨¦rcoles con una sonrisa insurgente. Porque hoy es hoy.
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