Un para¨ªso alternativo y familiar
Miles de personas se citan en el Esperanzah Festival con Manu Chao
![Manu Chao espoleó los ánimos de miles de sus seguidores en el Prat del Llobregat/](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5GFD5URBRPJUKFVNERZTG2GKFQ.jpg?auth=f833de9de2ffca8618cce5ec7779f4c744ffec3fcc4e3ad9696059ebd018ed39&width=414)
Cerca del aeropuerto, en un extenso parque tapizado por hierba mojada por la humedad del cercano mar, con zonas de pinares. All¨ª estableci¨® por sexta vez sus reales el Esperanzah Festival, un para¨ªso alternativo que lejos del t¨®pico no estaba lleno de rastas, perros y holgados pantalones de lanilla. Es m¨¢s, incluso en el S¨®nar se huele m¨¢s a porro que en la noche del s¨¢bado en El Prat, cerca del barrio de Sant Cosme, en una explanada ocupada por familias, cr¨ªos que jugaban a la consola tirados sobre una s¨¢bana dispuesta por sus padres, pelados, abuelas que circulaban en carritos de minusv¨¢lidos y personas tan corrientes como las reivindicaciones. Frente a ellas, una multitud, Manu Chao se convirti¨® en el orador id¨®neo para un festival solidario y gratuito que lucha por una econom¨ªa m¨¢s justa.
En este panorama, con dos escenarios en los que se fueron alternando los cinco grupos que actuaron el s¨¢bado, Manu Chao volvi¨® a imponer su apisonadora sonora, una m¨¢quina que ahora se llama La Ventura y que sigue alimentando su m¨²sica con un enorme despliegue f¨ªsico. Con Gambeat, el eterno bajista de Manu, berreando ¡°?qu¨¦ pasa en la calle?¡±, se inici¨® una actuaci¨®n en la que ritmos callejeros y frases dictadas por la resistencia y la esperanza se dieron la mano en pos del baile. Y Manu sigui¨® batiendo ese pur¨¦ musical en el que no hay canciones, sino una canci¨®n que muta constantemente y en la que aparecen los clandestinos, la m¨¢quina que se fuerza de noche y de d¨ªa, el desaparecido y el celeb¨¦rrimo ¡°Me gustas t¨²¡± entre muchos estribillos ya m¨ªticos entre sus seguidores. Una canci¨®n hecha de muchas, igual que el Esperanzah es un festival hecho por muchos para muchos.
Y all¨ª estaban hablando, cosa en otros festivales similares ins¨®lita, tambi¨¦n en franc¨¦s e ingl¨¦s, luciendo camisetas donde se le¨ªa fuck you I'm pag¨¨s, comiendo productos de medio mundo, escuchando las ventajas de la energ¨ªa sostenible y del dent¨ªfrico de arcilla, comprando b¨²hos terap¨¦uticos para llevar colgados del cuello ¡ªal parecer tienen un im¨¢n que opera milagros¡ª, aprendiendo a hacer jab¨®n ecol¨®gico, recibiendo masajes para ¡°la liberaci¨®n emocional¡± y pagando las consumiciones con Coop, la moneda cooperativa de un festival que a cambio de un euro prestaba el vaso. Resultado: en el c¨¦sped no hab¨ªa ning¨²n envase abandonado. En Sant Cosme un euro es un euro. Por eso cuando Manu pidi¨® un abucheo para Caja Madrid, el resultado debi¨® alcanzar a los pilotos que despegaban en el aeropuerto del Prat. En el Esperanzah se pens¨® que otro mundo es posible, y Manu lo remach¨® al gritar ¡°la resignaci¨®n en un suicidio¡±. Esperanza en Sant Cosme.
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