Los muchos refugios de los canallas
Tras la dictadura, el patriotismo ten¨ªa mala fama, pero que en democracia no se haya creado un sentimiento de pertenencia da mucho que pensar
Los refranes y las citas son como los zapatos, solo sirven los de tu n¨²mero. Si no, o te aprietan o los pierdes. Hay gente que madruga sin que Dios tenga demasiado inter¨¦s en su progreso econ¨®mico y a lo de ¡°si el r¨ªo suena, agua lleva¡± se le suele llamar difamaci¨®n. La sabidur¨ªa popular a veces no es tan sabia como parece. Pensaba en ello el domingo pasado, cerca de la calle Balmes cuando acababa la manifestaci¨®n. Un se?or increp¨® a un grupo de adolescentes con esteladas con aquello de que el patriotismo es el ¨²ltimo refugio de los canallas. Lo gritaba tan fuerte que parec¨ªa que ten¨ªa que convencerse de que era verdad.
La frase de Samuel Johnson se ha convertido en un lugar com¨²n. Con las guerras nos bastar¨ªa para darla por buena y con los etc¨¦teras pol¨ªticos incluso la podr¨ªamos convertir en dogma. Johnson sab¨ªa bien de qu¨¦ hablaba, a finales del XVIII en las tierras de Inglaterra ya no se pon¨ªa el sol y las reivindicaciones de autogobierno de las colonias americanas eran despachadas con sarcasmo por quien, algunos a?os antes defendi¨® el derecho de los indios a vivir en paz en su tierra y llam¨® ladronas a Inglaterra y Francia.
La sentencia de Johnson se aguanta por afortunada, pero su uso es incompleto y esconde m¨¢s de una sorpresa. Si era el ¨²ltimo refugio, ?qu¨¦ otros pod¨ªa haber en la Inglaterra del XVIII? La religi¨®n requiere cierta formaci¨®n, al menos leer. Puede que el ej¨¦rcito. ?El dinero? El dinero suaviza muchas descripciones de encanallamientos. El deporte de masas no existe y las artes son para las ¨¦lites. Para los pobres, el patriotismo era el ¨²ltimo refugio y puede que los m¨¢s pobres ni refugio encontrasen ah¨ª. A veces enarbolar una bandera era la ¨²nica manera de sobrevivir. Quien ten¨ªa suficiente dinero no necesitaba enarbolarla y se libraba de ir en primera l¨ªnea de frente.
No es que el patriotismo sea santo de mi devoci¨®n pero cuando se demoniza desde el poder, me palpo la cartera
El adagio se repite hoy por doquier, pero queda tan raro como ver unos zapatos de boda en los pies de un velocista. S¨ª, el patriotismo es un refugio de canallas, pero ni el ¨²ltimo ni el primero, nuestro entorno nos ofrece abrigos de toda ralea. El se?or que gritaba, gritaba tan desde dentro que puede que tuviese raz¨®n, qui¨¦n sabe si los portadores de esteladas eran unos canallas, pero sucede que se dejaba razones fuera.
Ah¨ª estaban ¡ª?en pasado?¡ª los consejos de administraci¨®n de las cajas y bancos, con sus madrigueras llenas de todo tipo de viandas, verdaderas m¨¢quinas de robo y distracci¨®n. All¨ª, la sociedad de socorros mutuos que acoge altos funcionarios, hijos, primos y sobrinos de, y los cruces de las familias entre s¨ª. Levantar la bandera a veces es lo de menos, puede que tengan lacayos para hacerla ondear.
Comprobamos aqu¨ª, ah¨ª y all¨ª, escondrijos sanitarios donde los canallas campan a sus anchas. ?Cu¨¢ntas declaraciones de obispos sobre la homosexualidad, el aborto o la unidad de Espa?a han sonado todav¨ªa con el refrito y el tono del NODO? ?Es el autonomismo el ¨²ltimo refugio de los canallas? ?Y el constitucionalismo? No es que el patriotismo sea santo de mi devoci¨®n pero cuando se demoniza desde el poder, me palpo la cartera. ?Alguien se atrever¨ªa a decir que el sindicalismo es el ¨²ltimo refugio de los canallas despu¨¦s de los ERE o del indescriptible Fern¨¢ndez Villa?
?Y las fuerzas de seguridad? No pasa semana sin que salga una noticia de la Guardia Urbana, de los Mossos o de la Polic¨ªa Nacional que no nos ponga los pelos de punta, sea la paliza en la valla de Melilla o la del Raval. Puede que todo sea mezquino, pero se declina de forma tan diferente que no se explica solo a trav¨¦s del patriotismo. El refugio de Spottorno y Urdangar¨ªn era la nobleza heredada y el de los Pujol, Andorra, c¨®mo nos aprietan los zapatos.
Podr¨ªa decir que las tertulias infectas de mediod¨ªa son el ¨²ltimo refugio del encanallamiento, pero la canallesca se desparrama por todas partes. Me vienen en mente los consejos de las el¨¦ctricas, las petroleras o las gasistas. Y las constructoras. Y las m¨¢ximas instancias judiciales y esos Nuevos Pactos de la Moncloa que integraban los beneficiarios de las tarjetas turbias de Bankia.
El patriotismo me importar¨ªa una higa y ser¨ªa absolutamente irrelevante si no fuese puesto en funci¨®n de otro tipo de poder. El empate infinito de patriotismos es, adem¨¢s de aburrido, est¨¦ril, pero su espacio denota como pocos los miedos y las inseguridades comunes. Sobre todo, en tiempos como los corrientes, donde no solo no hay empate, sino que todo el mundo hace su juego. Puede que en Espa?a el patriotismo gozase de mala fama por la exaltaci¨®n durante la dictadura, pero que durante el periodo democr¨¢tico no se haya podido estabilizar un sentimiento de respeto y pertenencia de est¨¢ndar europeo da mucho que pensar. Estamos descalzos y con los pies doloridos despu¨¦s de ver que no hay manera de armar un m¨ªnimo aprecio al lugar, que tampoco deber¨ªa ser un aprecio canalla. A lo mejor se trataba de anular el debate, por lo que las nacionalides hist¨®ricas pudieran traer. Y es que, esas s¨ª, estaban llenas de canallas.
El resto, oigan, unas bell¨ªsimas personas.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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