Aquella y esta Barcelona
?Est¨¢ la ciudad liquidando su siglo XX? A prop¨®sito de la muestra en la Mir¨® sobre la I Guerra Mundial
Montju?c se ha puesto interesante. Mientras el MNAC se decanta por la gran huella modernista en la nueva presentaci¨®n y ordenaci¨®n de sus fondos, en la Fundaci¨® Mir¨® una nueva exposici¨®n se reclama del arte catal¨¢n noucentista, al que considera cubofuturista en algunas de sus obras mayores. Les recomiendo la visita no el mismo d¨ªa, que podr¨ªa ser excesivo, las dos muestras son densas, pero s¨ª en d¨ªas no muy alejados entre s¨ª, ya que las dos se complementan. En la Mir¨®, la exposici¨®n est¨¢ centrada en la Barcelona de los cuatro a?os de la Gran Guerra.
Una exposici¨®n tem¨¢tica plantea siempre el mismo problema, de muchas caras: ?c¨®mo dar cuenta de la complejidad? No solo afirm¨¢ndola en sus textos de sala o en el programa de mano, sino ense?¨¢ndola. A diferencia de un libro, una exposici¨®n es como un film o un relato televisivo y tiene mucho de representaci¨®n teatral: lo que se cuenta hay que mostrarlo, no vale decir esto o lo otro sin m¨¢s, hay que ver las obras que confirman lo dicho, mejor, hay que buscar, encontrar y mostrar las obras gracias a las cuales es posible confirmar lo que previamente se intuye o se sabe.
El Noucentisme fue entonces un arte pol¨ªtico de gobierno, implicado a fondo con la construcci¨®n de la Catalu?a de la Mancomunitat, que tambi¨¦n empez¨® a andar en 1914
Ante Barcelona, zona neutral 1914-1918 llego a una primera conclusi¨®n: la invisibilidad de la Barcelona obrera es incluso mayor que la de sus artistas mujeres, que ya es decir. Lo que resulta bastante chocante, habida cuenta de la ebullici¨®n en a?os anteriores de la que fue llamada Rosa de Fuego y de la huelga general revolucionaria de 1917 que tuvo en Barcelona uno de sus mayores epicentros. Tal vez no hab¨ªa muchas artistas creando (las hab¨ªa) pero desde luego exist¨ªa un movimiento obrero potent¨ªsimo que estaba gestando una de las principales f¨¢bricas de cultura popular de la historia reciente. Si esto fuera Londres lo sabr¨ªamos por el derecho y por el rev¨¦s. Y la complejidad saltar¨ªa a la vista nada m¨¢s entrar en la expo.
La CNT se hab¨ªa fundado cuatro a?os antes, en 1910, en el Palau de les Belles Arts (precisamente), un edificio donde hoy se alzan los juzgados barceloneses (muy propio). El sindicato anarquista dar¨ªa origen, pero no solo ¨¦l, a formas alternativas culturales importantes en los a?os posteriores que se gestaron entonces, cuando la Gran Guerra enriqueci¨® a la Barcelona neutral y tambi¨¦n la soliviant¨®.
Por supuesto que hay, en la exposici¨®n, referencias al momento social. Muy sintom¨¢ticas y desde luego elocuentes: fotos de la ausencia representativa de la agitaci¨®n obrera de 1917. En las de Brangul¨ª s¨®lo se ve polic¨ªa y en una de Sagarra, una gran manifestaci¨®n en el paseo de Sant Joan. Las copias originales, peque?as, no pueden competir en capacidad representativa con el autom¨®vil en el centro de la sala ni con el retrato de un militar condecorado que resulta ser Jos¨¦ de Caralt, presidente del Foment de Treball. Por eso mismo, por su fragilidad, resultan emocionantes estas fotograf¨ªas de lo que no se pod¨ªa mostrar entonces ni evocar ahora.
Los comisarios Fan¨¦s y Minguet se han limitado a obras fechadas en los a?os de la I Guerra Mundial en Barcelona, una apuesta que si corre el riesgo de algunos vac¨ªos conceptuales tiene, tambi¨¦n, el esplendor de lo recogido en el ¨¢mbito de la alta cultura ¡ªpintura y escultura¡ª y de la cultura de masas ¡ª-publicidad, foto y cine¡ª. Una de sus tesis, a partir de las Mem¨°ries de Josep M. de Sagarra, es que en aquellos a?os Barcelona liquidaba su siglo XIX. Cada contexto tiene su propio sentido de la historia y del tiempo, en efecto. Al cabo de un siglo, en este 2014 que tanto pasado celebra y al tiempo tanto est¨¢ inaugurando, cabe preguntarse, al hilo de esta exposici¨®n, si la ciudad y el pa¨ªs no est¨¢n liquidando ahora su siglo XX.
la crisis econ¨®mico-social y del modelo auton¨®mico han puesto en cuesti¨®n unas pautas basadas en las subvenciones y en un imaginario que a menudo ha rehuido los amplios m¨¢rgenes de lo establecido
Me ci?o a lo cultural, espejo de tanto. El Noucentisme fue entonces un arte pol¨ªtico de gobierno, implicado a fondo con la construcci¨®n de la Catalu?a de la Mancomunitat, que tambi¨¦n empez¨® a andar en 1914, justo cuando la guerra atra¨ªa a Barcelona un exilio econ¨®mico y art¨ªstico de envergadura. Ahora, la crisis econ¨®mico-social y del modelo auton¨®mico han puesto en cuesti¨®n unas pautas basadas, desde 1980, en las subvenciones y en un imaginario que a menudo ha rehuido los amplios m¨¢rgenes de lo establecido. El pujolato, vaya.
Fue en los m¨¢rgenes de lo oficial donde en aquellos a?os, en Barcelona, algo profundo emerg¨ªa, cuando lo nuevo no hab¨ªa nacido y lo viejo no hab¨ªa muerto. Como ahora mismo sucede. Tambi¨¦n entonces el arte nuevo que se expon¨ªa en la reci¨¦n abierta Sala Dalmau no interesaba a nadie; tambi¨¦n entonces la presencia en la ciudad del dada¨ªsta Francis Picabia y su revista 391 las apreciaban tres gatos; tambi¨¦n Picasso volv¨ªa a lo cl¨¢sico; tambi¨¦n entonces las trifulcas con el govern de los disidentes D'Ors y Torres-Garcia se comentaban en voz baja tras el tormentoso asunto de los frescos del pintor en la sala dels Passos Perduts del Palau de la Generalitat.
La cosa da para mucho. Lo que s¨ª celebraban todos al un¨ªsono fue el cine de Charlot, que se estren¨®, justo en 1914, en todas partes. Lo dicho, vayan a Montju?c.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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